Los yerros referiles se instalan en cualquier punto del plantea fútbol. Esta semana vimos errores (horrores, más bien) en la Champions, al extremo de que Mourinho ya pide ayuda de la tecnología…
Corría el minuto 59 del partido entre la Fiorentina y la Roma por los octavos de final de la Europa League, cuando el delantero argentino Juan Manuel Iturbe enfrentó destapado al portero brasileño Neto.
El atacante intentó sortearlo con una gambeta larga y el arquero, en una estirada sensacional, le trabó el balón y lo mandó al tiro de esquina. El árbitro español Mateu Lahoz cobró penal, y la impotencia de Neto se reflejó de inmediato en su rostro. Imagino lo que sintió luego de la gran atajada y que un mal cobro referil tiró por la borda.
Recordé de inmediato a todos los malos árbitros hispanos que he visto en mi vida y aquella vieja anécdota que explica por qué se les conoce por los dos apellidos.
En 1970 se vivían los estertores de la dictadura de Francisco Franco. Un juez llamado Ángel Franco daba sus primeros pasos en el cuerpo de colegiados españoles, y no pasó mucho tiempo antes de que comenzara a cometer yerros garrafales en algunos partidos.
De allí a ver impresos titulares que sacaron roncha en el vetusto general pasaron apenas unas semanas. Dicen que especialmente dos desataron la furia del Generalísimo de los Ejércitos, como le gustaba que le llamasen: “Franco masacró al Valencia” y “Franco es muy malo”.
Así que mediante una ordenanza con fuerza de ley, a partir de entonces todos los árbitros del fútbol español comenzaron a llamarse por sus dos apellidos, y el tristemente famoso Ángel Franco paso a ser Franco Martínez. Y después de todo, tan malo-malo no era (me refiero al juez, no al genocida), porque representó a su país en el Mundial de Argentina ’78.
Volviendo a lo vivido en Florencia, y para confirmar que en el fútbol no todo es injusticia, el arquero de la Fiore le atajó el penal a Adem Ljajic.
Eso fue el jueves.
Un día antes, el escándalo se vivió en la cancha del Chelsea, en la ardiente definición por octavos de final de la Champions League entre el local y el Paris Saint Germain.
A los 31 minutos, el sueco Zlatan Ibrahimovic fue expulsado por el holandés Björn Kuipers por una falta sobre el brasileño Oscar. Pero la del atacante fue apenas una entrada fuerte, en la que jamás golpeó al volante del equipo inglés.
Otro grueso error referil que condiciona no sólo un partido, sino una eliminatoria y hasta la siguiente, porque Ibrahimovic será sancionado por la UEFA y no podrá estar, al menos en el primer partido de los cuartos de final.
Ibrahimovic, ningún santo en el mundo del fútbol de alta competencia, declaró con resignación: “No sabía si reírme o enojarme cuando vi la tarjeta roja. Sólo pensé: este tipo no sabe lo que hace”.
Tanta fue la equivocación, que hasta el mismo José Mourinho, el DT del Chelsea, aseguró que la expulsión no fue ajustada al reglamento.
Claro que lo del técnico portugués y los arbitrajes tiene una larga historia, y es uno de los que aseguran que debe haber cambios drásticos al respecto. De partida, considera que los asistentes de área están de sobra.
Como hubo un claro penal de Edinson Cavani a Diego Costa que quedó sin sanción, frente a las narices de uno de los árbitros de área, “Mou” no desaprovechó la ocasión: “Si están solamente para ver si el balón cruza o no la raya de gol, es mejor emplear la tecnología. No hacen absolutamente nada y son un gasto de dinero”, concluyó.
El odiado de Mourinho está cansado de los errores arbitrales: “Sé que ellos intentan hacerlo bien, pero lo están haciendo mal. Es mi opinión y también es lo que piensa todo el mundo”, dijo, y agregó: “Si un árbitro no ve un penal a tres metros de distancia, un ayudante que lo vea por televisión puede aclararle el panorama. La tecnología nos puede ayudar, y si yo fuese árbitro, me gustaría integrarla al fútbol”.
La situación me tranquiliza y me preocupa. Lo primero, porque esto quiere decir que no sólo en Sudamérica y particularmente en Chile (que es el caso que más conocemos por cercanía) tenemos arbitrajes desastrosos. Y eso ya representa al menos un mediocre alivio, pero alivio a fin de cuentas.
Y me preocupa, porque por primera vez en mi vida estoy tan de acuerdo con el antipático de Mourinho.