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Protestas en Hong Kong: por qué Pekín «no intervendrá» en la región, según la policía hongkonesa MUNDO

Protestas en Hong Kong: por qué Pekín «no intervendrá» en la región, según la policía hongkonesa

La especulación en redes sociales sobre policía de China continental formando parte ya de sus filas -avivada, en parte, por varios agentes que no mostraban sus números de identificación y los rumores de que entre las fuerzas de seguridad se estaba hablando mandarín- son totalmente falsos, añadió.


La policía de Hong Kong asegura que estaba bajo presión y en serias dificultades.

Tras meses de una rebelión por toda la ciudad a favor de una reforma democrática, los activistas cambiaron de rumbo, centrándose en muchos objetivos al mismo tiempo. La policía no podía seguirles el ritmo.

Pero ahora han reorganizado sus operaciones y aseguran que tienen la situación bajo control, haciendo improbable que tropas desde el continente chino vayan a ser vistas en las calles de la ciudad.

Esta información procede de una reunión informativa de casi tres horas esta semana, llevada a cabo por altos cargos de la policía para medios internacionales, incluido la BBC.

Los agentes ofrecieron una valoración inusualmente franca sobre las capacidades de su cuerpo y la probabilidad de una intervención de Pekín. Dicen que no pasaráy a continuación está el porqué.

¿Podría China tomar el control de la situación?

Si, en algún momento, la cambiante crisis de la ciudad se deteriora hasta un nivel que sobrepase a las autoridades locales, eso podría significar que tropas antidisturbios del continente entraran al territorio desde la ciudad fronteriza de Shenzhen.

Diversas fotografías de la Policía Armada del Pueblo de China llegando en convoy han sido publicadas por los medios oficiales, acompañadas de amenazas de una intervención.

Si esto pasara, «estaríamos en un situación complemente nueva», señaló un alto cargo de la policía de Hong Kong mientras sus compañeros asentían.

Soldados del Ejército de Liberación Popular.

La policía hongkonesa desestima la idea de ver a tropas chinas entrando en Hong Kong.

La fuente explicó que no tienen capacidad de interoperabilidad entre las fuerzas del continente y la policía de Hong Kong.

No hay protocolos, no hay planes. Ni siquiera han llevado a cabo un entrenamiento conjunto en el pasado. Nunca.

Esto parecería sugerir que si camiones con tropas chinas comienzan a entrar en Hong Kong, ello significaría que el gobierno chino está tomando el control de la operación.

Uno de los altos cargos de la policía con quien hablamos se muestra firme al asegurar que «eso no pasará». La policía de Hong Kong «puede gestionar» la crisis actual, afirmó.

La especulación en redes sociales sobre policía de China continental formando parte ya de sus filas -avivada, en parte, por varios agentes que no mostraban sus números de identificación y los rumores de que entre las fuerzas de seguridad se estaba hablando mandarín- son totalmente falsos, añadió.

El embajador de China para Reino Unido, Liu Xiaoming, advirtió el jueves que Pekín podría «reprimir cualquier disturbio rápidamente» y acusó a «fuerzas extranjeras» sin identificar de incitar las protestas.

Sin embargo, sobre este último punto, la policía también fue honesta.

Cuando preguntamos si la policía tenía alguna evidencia que respaldara las alegaciones de que gobiernos extranjeros habían financiado u organizado las protestas contra el gobierno, la respuesta fue clara: «No».

Policías de incógnito

La policía de Hong Kong admite que, en un momento dado, sus capacidades apenas podían responder al número de protestas en constante movimiento, con los activistas de línea más dura adoptando una estrategia de «golpear y salir corriendo».

Los activistas lanzaban ladrillos a una comisaría de policía o bloqueaban un túnel de cruce de la ciudad y, entonces, cuando los equipos antidisturbios llegaban, salían corriendo.

Durante la huelga general del 5 de agosto, se produjeron enfrentamientos en una docena de enclaves por todo el territorio.

La policía dice que ahora pueden mandar equipos de forma mucho más rápida: que ahora tienen mayor movilidad y han sacado provecho de que los manifestantes se congregan en pequeños grupos para realizar arrestos más rápido.

Las autoridades pueden recurrir a unos 3.000 policías antidisturbios ya formados, que habitualmente ocupan otros roles en el seno del cuerpo, formado por 30.000 miembros.

También tienen más confianza en su respuesta porque han detenido a quienes ellos llaman «figuras clave» entre los manifestantes más radicales.

Manifestantes en Hong Kong.

Las manifestaciones comenzaron por un proyecto de ley para extraditar a criminales al continente.

Pese a que las protestas han sido descritas como un movimiento sin líderes, basado en grupos de chat donde se consensuan las decisiones, la policía considera que algunas personas han sido capaces de impulsar a la gente hacia ciertos tipos de acciones.

Los agentes aseguran que han sido capaces de encontrar y detener a los «principales jugadores», con la inteligencia recabada por agentes de incógnito, infiltrados entre los manifestantes, en operaciones que en ocasiones definen como de «señuelo».

«Si matan a alguien, se enfrentarán a cargos por asesinato»

El uso de policía de incógnito ha provocado preocupación e incluso una cierta paranoia entre los grupos de manifestantes.

El martes, diversos activistas atacaron a dos hombres -incluido un periodista de un medio estatal chino- en el aeropuerto de Hong Kong, acusándoles de ser agentes de China continental.

En todos los bandos, la gente cada vez es más precavida sobre en quién confiar, incluidos periodistas. A menudo, tanto la policía como los manifestantes piden ver algún tipo de identificación antes de hablarte.

La policía también ha enfrentado críticas por lo que, en ocasiones, es visto como una estrategia demasiado dura, incluido el uso de gas lacrimógeno en áreas residenciales o estaciones de metro.

También están las fotografías que parecen mostrar a cuerpos antidisturbios disparando pelotas de goma y gases lacrimógenos de forma horizontal -a tiro de cabeza- hacia masas de activistas.

La policía dice que eso no debería pasar. Las balas de plástico deberían ser disparadas al suelo y la idea es que reboten hacia la gente.

Eso es lo que podría haberme pasado el 5 de agosto cuando un proyectil -la policía dice que seguramente una bala de goma- me impactó directamente en la cara, rompiendo mi máscara anti-gas.

Uno de los agentes me dijo que no pensaba que me hubieran disparado de forma deliberada a la cabeza. «Al menos, eso espero», señaló.

El agente consideró que era más probable que el proyectil hubiera rebotado desde el suelo y que era desafortunado que me diera donde lo hizo. Quién sabe.

Otro miembro de la policía me dijo que los agentes tendrían que estar locos para disparar a alguien a la cabeza con cualquier bala. «Si matan a alguien, se enfrentarían a una acusación por asesinato«, dijo.

El Contingente Táctico Especial -un equipo antidisturbios conocido como «Rapaces»- fueron grabados el pasado fin de semana persiguiendo a manifestantes hacia una estación de metro y, desde arriba de unas escaleras mecánicas, disparando balas no letales hacia los activistas a quemarropa, y posteriormente abalanzándose sobre ellos con las porras.

La policía no se está disculpando por esta respuesta, dados, dicen, los violentos ataques contra sus propios agentes, a quienes les lanzaron ladrillos y barras de metal.

Por otro lado está el uso de gas lacrimógeno caducado. Preguntamos si las informaciones que sostienen que puede ser dañino son verdad.

Los agentes nos dijeron que los fabricantes del mismo les aseguraron que es completamente seguro usarlo, si bien, para estar seguros, retirarán cualquier bote caducado.

Dada la cantidad de gas lacrimógeno que están utilizando, ¿significa eso que se quedarán sin?

«No», responden.

Miedo a represalias

En este contexto, también está una pregunta crucial relacionada con el futuro del cuerpo: ¿cómo pueden comenzar a recuperar la confianza del público?

Los agentes con los que nos reunimos sacuden la cabeza y se encogen de hombres. «Para ser sinceros, va a tomar mucho tiempo», dice uno de ellos.

Probablemente el peor desastre de relaciones públicas para la policía ocurrió el pasado 21 de julio, cuando no había por dónde encontrarles mientras pandillas de hombres relacionados con las triadas, vestidos de blanco, esperaron a los manifestantes en la estación de metro de Yuen Long y les asaltaron con armas caseras.

Algunas personas que pasaban por allí también se vieron afectadas.

Pese a que la policía ha realizado docenas de arrestos de «camisetas blancas», muchos en el público en general y especialmente entre los grupos pro-democracia están pidiendo una investigación independiente sobre lo ocurrido, incluido los supuestos vínculos entre algunos agentes y estos grupos.

La líder de Hong Kong, Carrie Lam, ha rechazado la necesidad de una investigación de ese tipo al señalar que el organismo independiente que atiende las quejas sobre la policía ya está estudiando el asunto.

Carrie Lam

La jefa ejecutiva de Hong Kong, Carrie Lam, ha sido acusada de estar distanciada del público.

Los agentes con los que hablamos también consideraron que no hace falta una investigación independiente. Incluso cuando les preguntamos si ello podría ser una forma de ganarse la confianza del público, insistieron en que no veían valor en esa acción.

Mientras tanto, los agentes en el terreno sufren una enorme presión personal.

Tras un día entero en la calle peleándose con manifestantes, son rodeados de forma rutinaria por cientos de ciudadanos comunes, que les lanzan insultos.

«El sonido es ensordecedor», dijo uno de los agentes con los que hablamos.

También se está produciendo ciberbullying. Al menos 300 policías han visto publicados sus detalles personales en internet o fotografías de sus hijos. Algunos grupos acuden a los lugares de trabajo de sus esposas o maridos, simplemente para dejarles saber que saben quiénes son.

Nos contaron la historia de una adolescente, hija de un agente, que fue acosada por un adulto cuando estaba practicando deporte. Le dijeron: «Lo que tu padre está haciendo es repugnante«.

Algunos activistas han cortado la electricidad en viviendas de policías y enviado comida a domicilio en horas tempranas de la mañana.

El miedo a ser identificado es tan alto, nos dijeron, que cuando los agentes van al hospital para recibir tratamiento, algunos de ellos describen su trabajo como «sirviente público» y no como «agente de policía».

Temen que los registros del hospital puedan ser filtrados e incluso que puedan ser acosados en el hospital.

«No podemos intervenir en política»

La solución política es lo único que puede calmar en última instancia la crisis de Hong Kong.

Aquellos que pueden hacerlo no están en primera línea. Ese es terreno de la policía y los activistas.

¿Querrían estos agentes ver algún tipo de acción por parte de los líderes de la ciudad, especialmente de la jefa ejecutiva Carrie Lam, para darles una tregua?

Sonríen. Parece como si de verdad quisieran decir más… pero, tras una breve pausa, zanjan: «No podemos intervenir en política».

Dicen que quieren que los manifestantes vuelvan a protestar de forma pacífica, «al estilo Hong Kong».

Pero decenas de miles de activistas creen que las protestas pacíficas han sido ignoradas por aquellos en el poder y que la escalada de tensión es la única opción para conseguir de alguna manera la reforma democrática.

Como resultado de la crisis, se ha producido un creciente número de renuncias en el cuerpo de policía, nos cuentan.

Pero el mayor impacto, comentan, ha sido la unión de agentes y el apoyo de unos a otros.

¿Hay alguna posibilidad de que el movimiento de protesta haya creado divisiones en el seno del cuerpo?

Imposible, aseguran. Todo lo contrario.

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