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Qué es la poderosa organización Business Roundtable y por qué ahora quiere redefinir las reglas del capitalismo MUNDO

Qué es la poderosa organización Business Roundtable y por qué ahora quiere redefinir las reglas del capitalismo

La organización Business Roundtable reúne a los presidentes ejecutivos de 181 de las mayores corporaciones de Estados Unidos, desde Amazon hasta Xerox, pasando por las mayores empresas de comercio minorista (Walmart), tecnología (Apple), energía (Exxon Mobil), telecomunicaciones (AT&T), automóviles (Ford), finanzas (JP Morgan Chase), entre muchas otras. Se trata de compañías que cuentan con más de 15 millones de empleados y unos ingresos anuales superiores a los US$7 billones.


Alberga a la crema y nata del capitalismo estadounidense y ahora quiere cambiar la forma de hacer negocios en ese país.

La organización Business Roundtable reúne a los presidentes ejecutivos de 181 de las mayores corporaciones de Estados Unidos, desde Amazon hasta Xerox, pasando por las mayores empresas de comercio minorista (Walmart), tecnología (Apple), energía (Exxon Mobil), telecomunicaciones (AT&T), automóviles (Ford), finanzas (JP Morgan Chase), entre muchas otras.

Se trata de compañías que cuentan con más de 15 millones de empleados y unos ingresos anuales superiores a los US$7 billones.

El lunes pasado, los líderes de estas empresas divulgaron una declaración en la que asumen un cambio de visión radical sobre el objetivo de sus corporaciones, rompiendo con la política que mantenían desde hace más de 20 años, la cual privilegiaba la maximización de los beneficios de los accionistas por encima de cualquier otra consideración.

A partir de ahora, su propósito se ampliará con la mirada puesta en favorecer también a los empleados de las compañías, a sus clientes y a las comunidades en las que operan.

Pero, ¿a qué obedece este cambio?

La lucha por los beneficios

Desde 1978, Business Roundtable publica declaraciones sobre los principios del gobierno corporativo y en todos esos documentos divulgados desde 1997 se ha respaldado el concepto de «primacía del accionista».

Esta visión se puso en boga en la década de 1970, alimentada en gran medida por la doctrina elaborada por el reconocido y controversial economista Milton Friedman, de la Universidad de Chicago, quien en un artículo publicado en The New York Times señaló sin ambages que «la responsabilidad social de una empresa es generar sus ganancias».

Milton Friedman.

«En un sistema de libre empresa y propiedad privada, un ejecutivo corporativo es un empleado de los dueños de la compañía. Tiene una responsabilidad directa con sus empleadores».

«Esa responsabilidad es hacer negocios de acuerdo con sus deseos, los cuales generalmente serán hacer tanto dinero como sea posible mientras cumple con las normas básicas de la sociedad, tanto aquellas incorporadas en las leyes y aquellas encarnadas en las costumbres éticas», escribió Friedman.

La propuesta del economista llegaba en un momento en el que las empresas en Estados Unidos ofrecían generosos planes de retiro para sus empleados y hacían importantes donaciones a las comunidades pero los directivos eran criticados por trabajar más en su propio beneficio que en el de los accionistas.

Entonces, se produjo el giro que llevó a la era de la primacía de los accionistas, durante la cual la política corporativa se ha centrado en maximizar las ganancias a costa de la reducción de los beneficios de los empleados así como de cualquier otro «gasto improductivo».

Para garantizar que estos cambios se produjeran, las compañías establecieron además programas de incentivos en los cuales los bonos de sus altos ejecutivos dependen de los dividendos que produzca la empresa a corto plazo.

Pero si las ganancias de las grandes empresas aumentaron, también lo hizo su mala imagen pública.

Protesta contra las grandes empresas.

«La desconfianza en las compañías estadounidenses ha crecido hasta el punto de que la idea misma del capitalismo está siendo debatida en la escena política».

«El populismo está siendo acogido en ambos extremos del espectro político, trátese del proteccionismo comercial de Donald Trump o la supremacía de la red de protección social del senador Bernie Sanders», escribió este martes el columnista de The New York Times Andrew Ross Sorkin, a propósito de este cambio propuesto por el Business Roundtable.

La apuesta a largo plazo

En su nueva posición sobre el objetivo de sus corporaciones, el Business Roundtable se compromete con cinco puntos concretos:

  • Entregar servicios o bienes de valor a sus clientes.
  • Invertir en sus empleados y compensarlos de forma justa.
  • Negociar de forma justa y ética con los proveedores.
  • Apoyar a las comunidades en las que están asentadas las empresas.
  • Generar rentabilidad de largo plazo para los accionistas.

Jamie Dimon, jefe del Business Roundatble y presidente ejecutivo del banco JP Morgan Chase, destacó que este giro está vinculado con una visión de sostenibilidad a lo largo del tiempo.

«El sueño americano está vivo pero se está deshilachando. Los grandes empleadores están invirtiendo en sus trabajadores y en sus comunidades porque saben que esa es la única vía para ser exitoso en el largo plazo».

Pese a ser la primera economía del mundo, Estados Unidos tiene un elevado nivel de desigualdad.

«Estos principios modernizados reflejan el firme compromiso de la comunidad empresarial de seguir impulsando una economía que sirva a todos los estadounidenses», dijo a través de una nota de prensa.

Tricia Griffith, presidenta ejecutiva de la aseguradora Progressive Corporation, señaló que aunque los directivos trabajan para obtener ganancias y entregar beneficios a los accionistas las mejores empresas van más allá.

«Ellos ponen a los clientes primero e invierten en sus empleados y en sus comunidades. Al final, esa es la vía más prometedora de construir valor en el largo plazo», apuntó.

¿Promesas o acciones?

El Business Roundtable fue creado en 1972 por la fusión de tres organizaciones distintas que coincidían en su creencia de que el sector empresarial debía jugar un papel activo en la elaboración de políticas públicas.

Desde entonces ha tenido una importante participación en la aprobación o rechazo de numerosas iniciativas legislativas.

En 1975, por ejemplo, sus actividades de cabildeo fueron consideradas fundamentales para la derrota de una iniciativa que buscaba reformar las reglas antimonopolio para permitir a los fiscales generales de los 50 estados de EE.UU. demandar a las empresas en nombre de los ciudadanos.

En la década de 1990, el Business Roundtable hizo cabildeo a favor de la aprobación del acuerdo de libre comercio con México y Canadá.

En 1982, el grupo se opuso a las metas de déficit fiscal propuestas por el gobierno de Ronald Reagan y abogó ante el Congreso porque redujera los gastos en defensa que planificaba el gobierno.

En 1990, el Business Roundtable se movilizó para lograr que el gobierno de George H.W. Bush impulsara el TLCAN con México y Canadá.

En tiempos recientes, la organización ha abogado por una reforma migratoria que abra las puertas y facilite la llegada y permanencia en Estados Unidos de mano de obra calificada pero también de trabajadores agrícolas.

Ahora el nuevo giro anunciado en su visión sobre el objetivo de sus corporaciones ha sido acogido con cierto escepticismo.

«No creamos que es por benevolencia que los CEO (presidentes ejecutivos) del Business Roundtable finalmente reconocen que deben defender algo más que los beneficios de los accionistas».

«Ignorar temas como la complicidad con los abusos a los derechos humanos es una invitación a un desastre de relaciones públicas», escribió en un tuit este martes Kenneth Roth, director ejecutivo de la ONG Human Rights Watch.

Otros críticos apuntaron que el anuncio es más una declaración de intenciones que un plan de acción, por lo que resulta razonable que haya dudas sobre su verdadera aplicación.

«No se equivoquen, no fue la democracia de los accionistas la que creó este nuevo momento de iluminación. La indignación pública impulsó esto. También lo hizo la ira en Washington y el escrutinio de los organismos reguladores».

«Los accionistas -con algunas excepciones- no se dejaron convencer hasta que ya no tuvieron otra opción que darse cuenta de que estas fuerzas podrían tener un impacto en sus inversiones», escribió Ross Sorkin en The New York Times.

Así este cambio en la visión de los objetivos corporativos de las grandes empresas de Estados Unidos es por ahora una semilla cuyo cultivo no parece garantizado.

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