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Cómo Trump forjó su éxito empresarial y político en los tribunales (donde también quiere defender su presidencia) MUNDO

Cómo Trump forjó su éxito empresarial y político en los tribunales (donde también quiere defender su presidencia)

Desde la misma noche electoral en la que se autoproclamó ganador cuando todavía quedaban millones de votos por contar, el presidente Trump anunció que disputaría los resultados en la Corte Suprema.


El presidente Donald Trump está dispuesto a defender su puesto en la Casa Blanca en un lugar donde se siente cómodo: los tribunales.

Luego de que el sábado los resultados de las elecciones dieran la victoria al candidato demócrata Joe Biden, Trump se negó a conceder: aseguró que las elecciones estaban «lejos de terminadas» y que iría a disputar los conteos a las cortes.

«A partir del lunes, nuestra campaña comenzará a procesar el caso en las cortes para asegurarnos de que las leyes electorales se cumplieron y que el ganador correcto tomará el cargo», dijo en un comunicado.

La campaña ya había iniciado la pasada semana procesos legales en estados en disputada, pero la mayoría fueron desestimados por los jueces por falta de sustento o evidencia.

Los anuncios de nuevas demandas al proceso no tomaron por sorpresa a personas cercanas a la carrera política y económica del mandatario.

El exfiscal federal James Zirin, quien investigó durante más de tres años los litigios en los que se ha visto envuelto Trump, asegura que en su vida pública el presidente ha recurrido extensamente a los tribunales cuando se encuentra en aprietos.

«Trump ha convertido el sistema de justicia en un arma a lo largo de su carrera«, escribe Zirin.

trump

«Ve la ley no como un sistema de reglas que se deben obedecer o ideales éticos que deben respetarse, sino como un arma que debe usarse contra sus adversarios o un obstáculo que debe sortear cuando se interpone en su camino», agrega.

BBC Mundo intentó contactar la campaña del presidente para conocer su posición al respecto, pero por el momento no obtuvo respuesta.

El propio mandatario en otras ocasiones se ha mostrado efusivo por su participación en procesos legales.

«¿Alguien sabe más sobre litigios que Trump?» dijo de sí mismo en la campaña electoral de 2016.

«Es como si yo tuviera un doctorado en litigios», agregó.

Una amplia carrera

En efecto, la carrera en demandas del presidente es extensa.

La investigación realizada por Zirin para su libro «Demandante en jefe« indica que, hasta 2016, poco antes de alcanzar la Casa Blanca, Trump se había visto envuelto de una forma u otra en unas 3.500 demandas judiciales en un lapso de 30 años.

Mientras, otra investigación del diario USA TODAY encontró que, incluso durante la presidencia, la cuenta de sus litigios aumentó a un total de 4.095. Es decir, un promedio de 137 por año durante las últimas tres décadas.

Tim O’Brien, uno de los biógrafos del mandatario, asegura que Trump ha utilizado históricamente los litigios «para mantener a raya a las fuerzas hostiles y retrasar los ajustes de cuentas».

«También los ha utilizado para tratar de avergonzar a competidores, críticos u oponentes. Y creo que, en general, lo ha hecho con éxito», escribió.

Según una investigación del diario The New York Times publicada en octubre pasado, la estrategia de los tribunales ayudó a Trump incluso a que bancos y prestamistas le perdonaran deudas, ante el temor de verse envueltos en un proceso judicial con una figura tan dada a los titulares.

Uno de los casos, de acuerdo con el periódico, llevó a que le condonaran casi US$300 millones en préstamos por un proyecto inmobiliario fallido en un rascacielos de Chicago.

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«Cuando el proyecto encontró problemas, (Trump) trató de alejarse de sus enormes deudas. Para la mayoría de las personas o empresas, eso habría sido una receta a la ruina», indica el reporte.

Pero datos de declaraciones de impuestos, otros registros y entrevistas realizadas por el diario mostraron que, para no batallar «contra un cliente notoriamente famoso por sus litigios y en busca de titulares», los prestamistas le perdonaron la deuda.

«Incluso después de que Trump demandó a su mayor prestamista (…) el banco acordó prestarle otros US$99 millones (…) para que pudiera pagar lo que aún le debía al banco, el préstamo incumplido de Chicago», indica .

«En última instancia, los prestamistas de Trump le perdonaron gran parte de lo que debía», agrega.

Las fuentes de las demandas

Tanto Zirin como el biógrafo de Trump han señalado que el mandatario aprendió la técnica de acudir a los tribunales de su antiguo abogado Roy Cohn, que en el Manhattan de los 70 se hizo conocido por defender a figuras vinculadas con la mafia y por sobornar tribunales.

«Trump tomó en serio la estrategia de tierra arrasada de Cohn y usó la ley para atacar a otros, para nunca aceptar la culpa o la responsabilidad y para reclamar siempre la victoria sin importar cuánto perdió», escribe Zirin en su libro.

Su historial, según una recopilación de Crush the LSAT, la publicación que prepara a abogados para obtener su licencia en EE.UU., van desde casos de uso de marcas con su nombre o reclamos de deudas de sus casinos hasta el escándalo de la llamada Universidad Trump, que fue acusada de defraudar a sus estudiantes mediante el uso de prácticas de marketing engañosas.

Otros casos notorios han ido desde demandas a bancos o equipos de fútbol hasta acusar de libelo a un autor de un libro que lo llamó «millonario» y no «multimillonario» o múltiples litigios contra el condado de Palm Beach (Florida), donde está su club Mar-a-Lago, una de ellas por «desviar el tráfico aéreo» sobre sus propiedades.

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Según el libro de Zirin y una investigación del medio especializado Político las demandas no cambiaron de tono cuando Trump llegó a la Casa Blanca.

«Como desarrollador (de inmuebles), le encantaba llevar a sus enemigos a los tribunales. Como presidente, sigue aplicando el mismo manual de juego agresivo», indicó Político.

Poco después de su ascenso, entre otros casos, Trump «devolvió» una demanda a la actriz pornográfica Stormy Daniels, que antes también lo había acusado, y en uno de los casos más recientes, a inicios de este año, acusó de libelo a The New York Times, el Washington Post y CNN por supuestamente difamar sobre su campaña de reelección.

Sin embargo, de acuerdo con la investigación de Zirin y el recuento de USA TODAY, el mandatario, como en el caso de Daniels, no solo ha estado en lado del demandante, sino también del demandado.

Hasta 2016, cuando se presentó a la carrera para la Casa Blanca, había 160 litigios federales pendientes en su contra, así como numerosas investigaciones legales, incluidos problemas con sus declaraciones de impuestos.

Según Zirin, a lo largo de los años, el presidente «ha sido demandado por discriminación racial y sexual, acoso sexual, fraude, abuso de confianza, lavado de dinero, difamación, abuso sus acreedores, fraude electoral e incumplimiento de préstamos «, entre otros.

Por la inmunidad que le ofrece el cargo, los procesos legales pendientes y los que han surgido durante los últimos años están detenidos, pero de perder la Casa Blanca, el panorama podría ser diferente.

Trump niega de manera tajante haber cometido cualquier falta y asegura que hay una «cacería de brujas» en su contra cuando se ha tratado de investigar su gestión.

Los juegos con el sistema

Los críticos del presidente, sin embargo, han señalado durante los últimos años que sus juegos previos con los tribunales los ha llevado ahora a intentar utilizar el Departamento de Justicia a su favor.

Varios exfiscales federales han acusado al actual jefe del Departamento, William Barr, de intentar beneficiar al presidente o de ocultar información que le puede ser perjudicial.

El mes pasado, un juez federal rechazó la propuesta del Departamento de Justicia que pretendía convertir al gobierno de Estados Unidos en el acusado, en lugar de a Trump, en una demanda por difamación contra el presidente.

Y pese a diversas órdenes de jueces y del Congreso, el mandatario ha jugado también con varias demandas que han escalado hasta la Corte Suprema para impedir que se hagan públicos sus registros financieros y declaraciones de impuestos.

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Trump no solo ha sido el presidente que más jueces federales ha nombrado en las últimas décadas, sino también que logró llenar en menos de cuatro años tres asientos de la Corte Suprema, el último de ellos a menos de un mes de las elecciones.

Tres días después de la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg en septiembre, Trump se reunía en la Casa Blanca con Amy Coney Barrett para discutir su nominación a la Corte.

Dos días después, el presidente dijo que era «muy importante» que su nominada fuera confirmada antes de las elecciones para que el máximo tribunal pudiera detener «esta estafa que están haciendo los demócratas», en supuesta referencia a la votación por correo a causa de la pandemia de coronavirus.

«Creo que esto (las elecciones) terminará en la Corte Suprema», dijo Trump el 23 de septiembre. «En caso de que sea más político (el proceso electoral) de lo que debería ser, creo que es muy importante tener un noveno juez», agregó en referencia a Coney Barrett, finalmente elgida.

El anuncio de Trump de negarse a aceptar su derrota ante Biden genera una situación tan nueva como desconcertante en la vida de EE.UU.

Todavía está por verse si el nuevo presidente de EE.UU. lo decidirán los votos o los tribunales.

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