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Sustentable y hecho en Chile: la historia detrás de un centro pionero en formación y producción de destilados de autor nacional Gastronomía

Sustentable y hecho en Chile: la historia detrás de un centro pionero en formación y producción de destilados de autor nacional

Hace tres años el país no contaba con ningún gin nacional, hoy más de 60 marcas ofrecen una amplia gama de estos. Detrás de este despegue se encuentra un hombre clave en la industria chilena, que luego de vivir el quiebre de su fuente de trabajo siguió su intuición y trajo los primeros alambiques. Formó productores, dio a conocer el arte del destilado y ofrece decenas de productos sustentables y premiados a nivel internacional.


Celso Loyola (36) es un hombre de la noche. Fue dueño de productoras de eventos, bares, discoteques, restaurantes. Como todo trabajador independiente, vivió buenos y malos tiempos, pero no fue hasta el quiebre de un local de comida que su vida daría un despegue, cambiando no sólo su vida sino que la historia de la destilería chilena.

A Celso nunca le gustó el trato que le dan en Chile los jefes a los trabajadores. Por eso, según contó, siempre quiso trabajar de manera independiente y lo hizo desde muy pequeño, a sus siete años partió con un gallinero de 300 aves. Pasados los años, su interés giró y se enfocó en el alcohol, presente en todos sus emprendimientos: “allí partió la inquietud de tener mis propios licores”.

“Yo tenía un restaurante bien conocido pero quebré y perdí todo. Pero poco antes de eso, me fui a España y aposté los últimos pesos que me quedaban en la compra de alambiques (aparato utilizado para la destilación), compré unos 200”, recordó Celso.

Su padre, uno de los compañeros y guías en su trayectoria emprendedora, le dijo “¿por qué compraste eso?”. El riesgo de pérdida era importante, fueron unos diez millones de pesos de inversión. Pero Celso siguió su intuición, realizó un testeo y en ese tiempo nadie ofrecía su idea en el mercado: en tres meses vendió todo. Así partió la historia.

Destilería Urbana: la inquietud de contar con licores propios

Chile tiene el primer lugar en consumo de alcohol per cápita en América Latina, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014). Hay calles enteras dedicadas a su consumo, ya sea en bares, discoteques, restaurantes u otros espacios. Existen en distintos lugares y para todos los bolsillos, eso bien lo sabe Loyola. “Llegué a tener casi todas las marcas, pero quería producir algo propio y no sólo eso: formar personas que destilen en Chile”, comentó uno de los directores de Destilería Urbana.

Hace unos 25 años, recordó Loyola, la cerveza artesanal tuvo un despegue que partió en el sur. Antes, no se conocía de ella más que quienes viajaban al extranjero o consumían productos de afuera y con los destilados “está ocurriendo lo mismo”, sostuvo el pionero en esta materia. “Se está abriendo un campo importante en Chile, hace 3 años no habían gin chileno y hoy hay más de 60 marcas”.

Durante su viaje por España, Celso Loyola visitó destilerías en busca de alambiques y quedó “fascinado” con la destilación. Por eso empezó primero “a jugar” con ellos y así nacieron los primeros productos, hoy Destilería Urbana ofrece nueve gin propios y diez de marcas no propias.

“Así nació primero Alambiques Chile, hace unos siete años. Desde allí, hacemos cursos, capacitaciones, contamos con literatura y libros, también botánicos, maquilas, y vendemos alcohol”, dijo Celso, quien se reconoce como “uno de los pioneros en traer el arte del alambique cuando no había manufactura excepto pisco, “no había vodka, gin, whisky”.

La pequeña empresa está formada por él y su amigo, Sebastián Núñez, ambos ingenieros químicos, además del padre de Loyola. Juntos recorrieron ferias de Arica a Punta Arenas, donde mostraron y visibilizaron las bondades “del arte de los alambiques”, unas estructuras de cobre donde se evaporan y condensan líquidos, antiguamente utilizados para la producción de perfumes y medicinas, en la actualidad más usados en el trabajo de destilados.

Artesanales, hechos a mano y sustentables

Un grupo de edificios conectados con un alambique junto a la frase “Maestros en el arte de la destilación” y el nombre, Destilería Urbana, junto al año de fundación (2014), conforman el isologo de esta empresa. Y es que la ciudad está muy presente en todos los aspectos, la idea se trajo de una ciudad española hasta una chilena y el centro de operaciones actuales está en Roberto Espinoza, a pasos del Club Hípico de Santiago. “El isologo representa nuestra conexión con la ciudad, nosotros trabajamos allí e incluso rescatamos una baya de los parques de la capital para nuestras producciones”.

“Uno de nuestros productos emblema es “Revolución”, un whisky sustentable (ganador del Barcelona Cocktail Art 2020 y reconocido como Líder en Sustentabilidad) hecho con descartes de microcervecería, un producto sustentable realizado en base a excedentes de plantas cerveceras”, sostuvo Loyola durante una entrevista virtual que realizó sentado en una mesa grande de una sala de estar, vestido de camisa azul con pequeños decorados, sobre él un cuadro rectangular de una ciudad europea repleta de edificios.

Cuando Celso y sus socios empezaron su trabajo “no había ningún gin chileno” y hoy, muchos de los que ofrecen se formaron junto con ellos, un espacio donde participan pocas mujeres, las cuales dedican más a los aceites esenciales que al destilado.

Consultado acerca de sus potencialidades como empresa, Loyola destacó que su producto es “producto artesanal, hecho a mano, hay mucha pasión y cariño, y también una dedicación y trabajo distinto al de otras marcas”, además destacó ser la primera escuela, “los pioneros” y fundadores en Chile.

El sueño de este grupo de destiladores es “ser una empresa consolidada a nivel mundial”, expresó Celso, “que podamos producir todo lo que se pueda destilar, porque es algo que nos apasiona”.

En eso trabajan desde hace más de ocho años y les valió reconocimiento internacionales como Mejor Espirituoso y el Mejor Gin del 2020 (en el Catad’Or Wine Awards 2020) por su Gin Maestro, elaborado en base a cardamomo, canela, albahaca, mandarina y otros botánicos, en una receta que incluyó materia prima noble de los campos criollos.

“Cuando en nuestros primeros años estábamos a full con el Whisky, se me ocurrió presentar el gin a una de las competiciones más antiguas e importantes en América Latina. Mi socio me recriminó por qué lo hice, si era plata: costaba 150 mil pesos la sola postulación y nuestro producto aún era prematuro. Y al final terminamos ganando tres premios muy importantes”, recordó Loyola otra anécdota de su recorrido en el mundo del destilado.

“Yo trato de guiarme por mi intuición o las ganas de creer en mí, eso es lo principal. Los fracasos son parte de la vida, pero hay que trabajar con pasión, con cariño y perseverancia, y creer en uno, seguir sus instintos, creo que por ahí va la cosa: hay que darle”.

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