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Portugal recibe primer balde de agua fría ante demora y exigencias para su rescate financiero

El gobierno socialista en funciones, que reprocha a la oposición haber arrojado al país al rescate con el rechazo de su cuarto plan de austeridad, abundó en su reiterado «ya lo advertimos» mientras los medios lusos recogían las primeras señales comunitarias: el quinto plan será aún más exigente que el no aprobado.


La tardanza y las severas exigencias de la ayuda europea, han arrojado el primer jarro de agua fría sobre las esperanzas de Portugal de solucionar su angustia financiera de forma más rápida y menos dolorosa que el estrangulamiento del mercado.

Los medios portugueses retransmitieron en directo, a un país dividido entre el alivio y el temor a las consecuencias del rescate, las declaraciones de la reunión de ministros europeos que dio el primer visto bueno a la petición de ayuda formulada por Lisboa.

Europa habló y confirmó, para muchos portugueses, que tienen por delante dos meses de agobio para llegar a las elecciones anticipadas del 5 de junio, a merced de los mercados de deuda que no han aflojado la tenaza sobre los vulnerables bonos de la deuda lusa.

Con tipos de interés próximos al 10 por ciento en el medio plazo y por encima del 8,6 % en los vencimientos a diez años, que sirven de referencia, Portugal se ha resignado a seguir emitiendo deuda para llegar a fin de mes.

El gobierno socialista en funciones, que reprocha a la oposición haber arrojado al país al rescate con el rechazo de su cuarto plan de austeridad, abundó en su reiterado «ya lo advertimos» mientras los medios lusos recogían las primeras señales comunitarias: el quinto plan será aún más exigente que el no aprobado.

Los dos partidos de tendencia marxista del Parlamento, el Comunista y el Bloque de Izquierda, que suman 31 de los 230 diputados, fueron de los primeros en reaccionar contra la temida «intervención» del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Portugal, donde debe apoyar a la UE en el rescate financiero.

Pero esta vez la izquierda radical lusa, que se unió a los conservadores contra el plan económico socialista, no se limitó a denunciar el desempleo y la pérdida de derechos sociales y laborales de la población sino que abrió conversaciones para una alianza entre ambas formaciones.

El secretario general del Partido Comunista, Jerónimo de Sousa, explicó hoy que hace falta una «amplia convergencia» en torno a una política alternativa «patriótica y de izquierda».

También los sindicatos lusos preparan ya una primera gran huelga el próximo 6 de mayo contra el rescate, pese a que aún no se conoce ningún detalle de la operación salvo que sumará unos 80.000 millones de euros.

La convocatoria proviene de uno de los movimientos laborales lusos más activos, la Federación Nacional de los Sindicatos de la Función Pública (FNSFP), encuadrada en la Confederación General de trabajadores de Portugal (CGTP), de tendencia comunista.

La CGTP es la organización laboral más poderosa de Portugal, con unos 700.000 afiliados en un país de diez millones de habitantes, y la FNSP su mayor sindicato sectorial gracias al más de medio millón de trabajadores que emplea el Estado portugués a través de la Administración y de las empresas públicas.

Precisamente el voluminoso Estado luso y sus participaciones, mayoritarias o «acciones de oro» en grandes empresas nacionales, como la petrolera Galp, el banco CGD, la eléctrica EDP, la aerolínea TAP, los aeropuertos o Portugal Telecom, son para muchos expertos la mayor tajada de grasa que se pueden cobrar las «ambiciosas reformas» y la «competitividad» a la que parece verse empujado ya el país.

El líder conservador Pedro Passos Coelho, cuyo partido se perfila como próximo ganador de las elecciones tras seis años de Gobierno socialista, se ha mostrado también dispuesto a reducir el sector estatal, que considera muy grande y con excesivo peso económico.

Pero no solo la oposición y la izquierda marxista se preparan para librar la batalla electoral de junio ante los ojos atentos de la UE, que ha pedido el apoyo de todos los partidos lusos para conceder su ayuda financiera.

Los socialistas preparan la estrategia electoral este fin de semana en su XVI Congreso Nacional con José Sócrates, el primer ministro dimisionario, más fuerte que nunca por su reelección como secretario general con el 93 % de los votos poco después de la renuncia el pasado 23 de marzo.

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