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Opinión: Paternalismo y propiedad de segunda clase

Opinión: Paternalismo y propiedad de segunda clase

El ministro de Desarrollo Social «argumenta erróneamente que “(…) esta idea se aparta de los principios más sustantivos de la seguridad social y de los esfuerzos por mejorar las pensiones a través del fortalecimiento del sistema de protección social (…)». La mera existencia de hipotecas reversas, en ningún caso imposibilita al Gobierno de turno fortalecer el sistema de protección social para los jubilados, ya sea reforzando la Pensión Básica Solidaria (PBS) o el Aporte Previsional Solidario (APS) que conforman nuestro actual Pilar Solidario, o a través de transferencias en un sistema “Pay As You Go”, si el Ejecutivo decidiera –equivocadamente– terminar por completo con la capitalización individual.


La idea de la Hipoteca Inversa o Revertida (HR) no es nada nueva en el país y, como cada vez que emerge, sus detractores –incluido esta vez el actual ministro de Desarrollo Social– no tardan en invocar los más variados argumentos para impedir, para quien deseara voluntariamente acogerse, la disponibilidad de esta innovación financiera.

Argumenta erróneamente el ministro que “(…) esta idea se aparta de los principios más sustantivos de la seguridad social y de los esfuerzos por mejorar las pensiones a través del fortalecimiento del sistema de protección social (…)».

La mera existencia de hipotecas reversas, en ningún caso imposibilita al Gobierno de turno fortalecer el sistema de protección social para los jubilados, ya sea reforzando la Pensión Básica Solidaria (PBS) o el Aporte Previsional Solidario (APS) que conforman nuestro actual Pilar Solidario, o a través de transferencias en un sistema “Pay As You Go”, si el Ejecutivo decidiera –equivocadamente– terminar por completo con la capitalización individual.

Es más, a la hora de evaluar los beneficiarios del sistema de pensiones solidarias, el puntaje de focalización previsional de un adulto mayor contempla el hecho de tener una propiedad así como un activo financiero, por lo que la HR no tendría por qué dejarlo fuera de los beneficios.

A esto se suman frases como, “(…) buscamos que las pensiones sean mejores por derecho y no por la vía de hipotecar o vender un patrimonio, que ha significado el esfuerzo de toda una vida”. Nuevamente, el hecho de que estén disponibles las HR, no resulta contradictorio con la visión del Gobierno basada en derechos universales o focalizados hacia los adultos mayores que más lo necesitan.

Más aún, resulta difícil comprender por qué sería indeseable la posibilidad de soberanamente adelantar la retribución del patrimonio producto de una vida de esfuerzo, sin la necesidad de abandonar el hogar mientras se esté con vida. Una de las principales razones por las que todos nos esforzamos día a día es precisamente para lograr ahorrar –ya sea en una cuenta, bajo el colchón, en APV o en una vivienda– para poder vivir de mejor manera nuestra vejez, ya sea residiendo en la vivienda que podré legar a mis hijos, vendiendo dicha vivienda o, bien, recibiendo parte del valor de dicha vivienda, pero mientras aún vivo en ella.

A lo que le sigue: “Para una enorme proporción de las capas medias de nuestro país, la casa propia suele constituir el único patrimonio acumulado tras toda una vida de trabajo, el que además, legítimamente, aspiran a heredar a sus hijos e hijas”. Es probable que muchas personas deseen legar su vivienda, y es muy legítimo, pero otras no, y siendo el HR una opción para aquellos que así lo estimen conveniente, mas no una obligación, esta frase simplemente parece buscar desinformar. Esto es análogo a prohibir a los jubilados vender sus viviendas, pues eventualmente iría en desmedro de sus herederos. Más aún, ¿no era acaso la herencia una forma odiosa de trasmisión intergeneracional de la desigualdad?, ¿o nos hemos olvidado de Piketty?

Por último, cierra, justificando la no disponibilidad de HR en el país, con que “en Chile tanto la educación financiera como la educación previsional son bajas, lo que está atestiguado en varios estudios”. Esto, sin duda, es efectivo y, como toda operación financiera, la HR naturalmente tendrá riesgos, los cuales deben ser informados, pero prohibir en vez de educar no parece razonable, democrático ni moderno.

Si a esta argumentación en contra del HR se le suma el actual proyecto de inembargabilidad de ciertas viviendas, que en la práctica las inutiliza como colateral para quienes deseen pedir un crédito para, por ejemplo, emprender, se está limitando la libertad de elegir de las personas a través de un Estado paternalista y, queriéndolo o no, finalmente se va generando un derecho de propiedad de «segunda clase» para las familias de menores recursos, toda vez que se cercena la facultad de disponer de un importantísimo bien propio: la vivienda.

Francisco Klapp
Economista Libertad y Desarrollo

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