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Santander suena las alarmas por impacto de “normalización” monetaria de EE.UU. en la banca chilena

Santander suena las alarmas por impacto de “normalización” monetaria de EE.UU. en la banca chilena

El informe afirma que generará volatilidad para el sector financiero y un alza abrupta de costos de financiamiento. Advierte que las nuevas regulaciones de liquidez y adopción de Basilea III obligarán a la industria ‘a reenfocar su negocio en Pymes y apuntar a mayor financiamiento minorista’.


Un extenso estudio acerca del mercado de capitales postcrisis publicó ayer el Departamento de Políticas Públicas del Banco Santander Chile.

El informe presenta los principales cambios regulatorios y tendencias en los mercados financieros globales tras la crisis y sus posibles efectos en la industria bancaria local.

Santander destaca que la crisis gatilló un nuevo clima regulatorio global que buscó fortalecer la industria y evitar la toma excesiva de riesgos. Explica que estos cambios, sumados al “prolongado período de tasas de interés bajas a nivel mundial, generó cambios en los mercados de capitales internacionales y reacciones en el mercado local, aunque de impacto más acotado”.

El estudio del banco hace sonar las alarmas acerca del impacto que tendría en la banca local el proceso de normalización monetaria que comenzará este año en EE.UU. y el de las nuevas regulaciones de liquidez que se adoptarán en la nueva Ley General de Bancos que se espera para este año. Esa nueva ley permitiría adoptar las mejores prácticas propuestas por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea y adecuar la banca chilena a las de Basilea III.

El informe señala que el impacto de “normalización” monetaria de la Fed generará volatilidad para el sector financiero y una posible alza abrupta de costos de financiamiento externo.

Advierte, asimismo, que las nuevas regulaciones de liquidez y adopción de Basilea III obligarán a la industria “a reenfocar su negocio en Pymes y apuntar a mayor financiamiento minorista”.

“Considerando el comportamiento actual del sector bancario tradicional, las nuevas regulaciones de liquidez introducidas, las perspectivas de aumentos en los requisitos de capital regulatorio y mayores recargos de capital por exposición a contrapartes mayoristas, probablemente la tendencia vista en los últimos años de bajo crecimiento en las colocaciones corporativas se mantendrá y los bancos se deberán reenfocar en financiamiento minorista y empresas pequeñas y medianas”, es una de la conclusiones del Santander.

El estudio añade que el alza de tasas en EE.UU y el resto de los mercados desarrollados “tensionará a las firmas locales”.

En ese sentido, Santander estima que las posibles respuestas del sector privado en Chile serían dos : “Modificar nuevamente su estructura de capital hacia una menos intensiva en deuda, o buscar financiamiento privado a través de los mercados de capitales domésticos”.

Su visión es que dada “la escasa profundidad de nuestro mercado de capitales, es probable que las grandes empresas mantengan su financiamiento externo (aunque a mayores tasas), mientras que aquellas de menor tamaño podrán recurrir a los mercados locales”.

“Aquellas empresas de mayor tamaño y buen score crediticio (investment grade), probablemente vean más limitado el acceso durante escenarios de alta volatilidad y es posible que sigan recurriendo a mercados externos –en particular EE.UU.– dada la limitada profundidad del mercado local, incluso en casos en que las tasas de interés hicieran más conveniente emitir en el país”, explica el informe.

Con respecto al impacto de la nueva Ley General de Bancos y los nuevos estándares de liquidez, el estudio del Santander sostiene que, de no adecuarse, “la disociación de nuestro sistema bancario respecto a los estándares internacionales podría afectar sus condiciones de financiamiento con el exterior en el mediano plazo (el cual hoy supera el 8% de los pasivos del sistema bancario) debido a la reducida comparabilidad de nuestras medidas de riesgo en relación a nuestros pares”.

Por esa razón, el estudio recomienda “avanzar hacia mayor consistencia con los estándares internacionales”, en particular en cuanto a la adopción de Basilea III.

Y aconseja que las autoridades locales “debieran avanzar en perfeccionar soluciones de mercado no solo ante crisis, sino que también en episodios de volatilidad fuera de lo normal o situaciones de iliquidez transitorias”.

Otra de las conclusiones del informe del Santander es que, en el mediano plazo, “los bancos rediseñen su financiamiento a empresas grandes, y potencien sus áreas de estructuración de deuda para competir con los bancos de inversión en la asesoría corporativa”, por lo que –en su visión– sería “fundamental que las autoridades consideren estos efectos al discutir las reformas a la LGB”.

Agrega que “es esencial iniciar el proceso de implementación en el corto plazo y lograr un marco regulatorio que entregue mayor relevancia a la gestión de riesgos y a la suficiencia de capital”, ya que el mercado chileno se está quedando atrás en regulación bancaria “en una época en que ésta se ha vuelto un foco de atención para reguladores e inversionistas a nivel mundial. No solo con respecto al resto de los países OCDE, sino que en comparación a las mayores economías de la región, como son México y Brasil, que ya se encuentran en proceso de adopción y evaluación por parte del Comité de Basilea”.

El estudio también hace mención a la expansión de la industria financiera no bancaria y el impacto en la banca tradicional.

Al respecto, refiere que ante esa competencia, “una regulación más estricta del sector financiero tradicional”, lo ha hecho perder mercado ante otros oferentes de créditos no bancarios y que esas entidades “poseerán una ventaja comparativa en su costo de financiamiento, por lo que podría desarrollarse aún más”.

Como ejemplo, usa la regulación a la Tasa Máxima Convencional, que –según el Santander– debería haber sido pensada “en un ambiente regulatorio más amplio que asegure reglas similares para productos equivalentes y permita a los proveedores de crédito disponer de mejor información de los clientes, lo que tendría un efecto positivo tanto en acceso como en costo de los nuevos créditos”, en clara alusión a que aún no existe una ley de deuda consolidada.

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