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Por qué era tan polémico Douglas Tompkins, el millonario ecologista que murió en un accidente de kayak en Chile

Por qué era tan polémico Douglas Tompkins, el millonario ecologista que murió en un accidente de kayak en Chile

En la Patagonia chilena, donde pasó las últimas dos décadas de su vida, Tompkins decía que estaba «salvando el paraíso», y no explotándolo como habían hecho muchos millonarios antes que él.


Para algunos fue un ambientalista dedicado a salvar y restaurar algunas de las zonas naturales más hermosas y prístinas del planeta.

Para otros era «el gringo» que llegó a Sudamérica a apoderarse de vastas áreas de recursos naturales de la Patagonia chilena y argentina.

Porque el millonario estadounidense Douglas Tompkins, quien murió este martes a los 72 años en un accidente de kayak en Chile, ciertamente fue un hombre de polémica.

Tompkins fue primero empresario de la industria de la moda en California, donde fundó dos exitosas marcas de ropa, Sprit y The North Face.

En los 1990, decidió abandonar el mundo corporativo y utilizar su enorme fortuna para construir enormes zonas de conservación en Chile y Argentina, persiguiendo su pasión por la naturaleza y la conservación.

Se dijo que tras la venta de su participación en Sprit recibió más de US$150 millones.

Entonces creó la Fundación para la Ecología Profunda dedicada a comprar enormes extensiones de tierra para la creación de parques naturales en la Patagonia.

Y se convirtió en lo que el escritor Edward Humes, ganador del premio Pultizer, llamó los nuevos «Ecobarones», los millonarios que en esa década comenzaron a dedicarse a salvar el planeta.

Filantropía o interferencia

Pero lo que para Tompkins era filantropía, para los habitantes locales era e interferencia.

En la Patagonia chilena, donde pasó las últimas dos décadas de su vida, Tompkins decía que estaba «salvando el paraíso», y no explotándolo como habían hecho muchos millonarios antes que él.

El estadounidense no fue el primero en llegar a ese rincón del planeta con un paisaje prístino de glaciares, lagos, volcanes y bosques.

George Soros, Ted Turner, Sylvester Stallone y Luciano Benetton, ya habían comprado un pedazo de ese «paraíso» patagónico.

Pero Tompkins llegó a la región para crear lo que según el periodista chileno, Roberto Farías, es «la obra filantrópica conservacionista más grande del mundo».

El ecologista compró y posteriormente donó a Chile y Argentina 8.000 km² de terrenos.

«Y, en cuanto a dinero, (hizo) el donativo más grande en Latinoamérica con US$500 millones», dice Farías, quien en noviembre pasado realizó una de las últimas entrevistas con el ecologista, publicada en la Revista Paula.

Pero los habitantes y terratenientes locales, muchos de los cuales tenían grandes deudas y terminaron vendiéndole sus propiedades, veían al multimillonario con sospecha.

También lo consideraban un agitador: se enfrentó, por ejemplo, a los productores de salmón porque decía que contaminaban los fiordos.

Y luchó además contra la pavimentación de la carretera Panamericana que atravesaba su Parque Pumalín, uno de los parques privados más grandes del mundo que cubre casi 3.000 km2 y se extiende desde la costa del pacífico hasta la frontera argentina.

«Dueño del agua»

En Argentina, donde pasaba la mitad del año (la otra mitad en Chile), también adquirió enormes terrenos para la creación del Parque Nacional Monte León y comenzó una campaña para convertir los Esteros del Iberá, en un área de turismo y conservación.

«Cuando llegó a Argentina nadie había oído hablar de él», le dice a BBC Mundo Gonzalo Sánchez, autor argentino de los libros «La Patagonia Vendida» y «La Patagonia Perdida» y periodista del diario Clarín.

«Se instaló en la región de los Esteros del Iberá, una de las reservas de agua dulce más grandes del continente, y de inmediato comenzó a despertar sospechas».

En 2006, el entonces secretario de Tierra y Vivienda, Luis Deliá, lo acusó de ser «dueño del agua de los argentinos y del acuífero guaraní», y pidió su expulsión del país.

Pero el ecologista siguió con su cruzada ecologista, convirtiéndose en lo que algunos llamaban «el mayor terrateniente privado» de Chile y Argentina.

«Yo le hice varias entrevistas a Tompkins desde hace 9 años que apareció en Argentina», dice Gonzalo Sánchez.

«Y cuando lo conocí había muchas sospechas y muchas denuncias. Pero seguí sus pasos y su trabajo y vi que realmente su obra era ambiciosa y sofisticada y que realmente se trataba de adquirir tierras para conservar su valor biológico».

Así, llegó a comprar –a través de un complicado sistema de fundaciones– casi 9.000 km2 de tierra en ambos países, según la Fundación para la Ecología Profunda.

Y poco a poco se fue rodeando de políticos y empresarios que apoyaron sus iniciativas y sus diversas organizaciones ecologistas, incluidos los expresidentes de Chile Ricardo Lagos y Sebastián Piñeira.

Futuro

Tompkins había anunciado ya que todas sus tierras en ambos países serían traspasadas al Estado y en el momento de su muerte estaba en ese proceso de traspaso que incluyen tanto al Parque Pumalín como los Esteros del Iberá.

La pregunta que muchos se plantean ahora es qué pasará con estos proyectos: ¿seguirá la donación como Tompkins la habia planeado?

El periodista argentino Gonzalo Sánchez dice: «Sé que detrás de Tompkins había un equipo de científicos europeos, argentinos y chilenos trabajando en la creación de los parques que es un trabajo de muchos años y de complicada ingeniería jurídica».

«Vi a Tompkins por última vez en agosto y te puedo decir con certeza que el proyecto estaba preparado para seguir avanzando con o sin él».

Y agrega: «Con su muerte se plantean muchas interrogantes sobre lo que pasará ahora con la construcción de estas áreas de conservación, pero creo que conoceremos pronto la respuesta».

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