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La economía brasileña se contrajo un 3,8% en 2015 y comienza a caer lentamente en depresión económica

La economía brasileña se contrajo un 3,8% en 2015 y comienza a caer lentamente en depresión económica

El PIB de la principal economía de la región sufrió una retracción mayor de la esperada por el mercado financiero, que pronosticaba una caída del 3,71%, y cerró su peor registro en 25 años. Expertos prevén un retroceso del 3,45% para 2016.


Brasil se contrajo un 3,8 % en 2015 y sufrió así su mayor recesión económica en los últimos 25 años, un dato que refleja la acentuada crisis que atraviesa el país que durante años fue la locomotora de América Latina.

Con el desempleo en aumento, la inflación en el 10,67 % -por encima del techo de la meta oficial- y el consumo en mínimos, la presidenta Dilma Rousseff tuvo que hacer frente en 2015 a un año negro, el peor en materia económica del último cuarto de siglo.

El desplome del Producto Interior Bruto (PIB) brasileño, divulgado hoy por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), fue más alarmante de lo esperado por el mercado financiero, que preveía una caída del 3,71 % y que augura un retroceso del 3,45 % para 2016.

De confirmarse el pronóstico para este año, Brasil encadenaría dos ejercicios en rojo por primera vez desde 1930.

De acuerdo a Goldman Sachs, Brasil iría camino hacia la depresión económica, y los datos estarían dando señales de que se estaría replicando la década perdida de los años 80, sólo que en dos años.

El rumbo descarriado de la economía brasileña refleja la delicada situación del país que, pese a todo, sigue siendo la séptima mayor economía del mundo, a la vez que confirma la trayectoria negativa en la que se encuentra sumergido Brasil.

La expansión registrada durante el último mandato del exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, cuando Brasil llegó a crecer un 7,6 % en 2010, contrasta con los datos cosechados por su ahijada política: en 2011 el PIB se amplió un 3,9 %; en 2012, un 1,9 %; en 2013, un 3 % y un escaso 0,1 % en 2014.

De acuerdo con el IBGE, el frenazo del PIB fue provocado por el enfriamiento de prácticamente todos los ámbitos de la economía, del que sólo se salvó la actividad agropecuaria, que creció un 1,8 %.

La industria se desplomó un 6,2 % a lo largo del año, el sector de los servicios perdió un 2,7 %, la construcción se derrumbó un 7,6 % y el comercio se retrajo un 8,9 %.

El consumo de las familias, durante tiempo uno de los motores de la economía nacional, cedió un 4 %, lastrado por la pérdida de confianza, la alta inflación, la devaluación del real frente al dólar -que fue del 48,3 % en 2015- y las elevadas tasas de interés, situadas en el 14,25 %, su mayor nivel en nueve años.

El pasado diciembre el país perdió, además, su grado de inversión después de que las agencias de calificación Fitch y Standard & Poor’s -que lo había hecho antes- rebajaran la nota soberana, una decisión que también tomó el mes pasado Moody’s.

El Ministerio de Hacienda atribuyó en una nota de prensa el desplome del PIB a la rebaja del precio de las materias primas, a la crisis hídrica que sufrió el país el pasado año y al plan de «desinversiones» adoptado por la petrolera estatal para los próximos cinco años para generar flujo de caja.

De acuerdo con la cartera, «el Gobierno ha adoptado todas las acciones necesarias para recuperar la economía. En cuanto las medidas produzcan efectos, será posible retomar el crecimiento económico».

En este sentido, el ministerio señaló que el «gran desafío es recuperar la demanda interna» y pronosticó que la economía brasileña retomará la senda del crecimiento a partir del cuarto trimestre de este año, después de conseguir estabilizarse durante los tres meses precedentes.

Además, el Ejecutivo de Rousseff ha achacado en reiteradas ocasiones la mala salud de los principales indicadores macroeconómicos a las turbulencias políticas que atraviesa el país y a la coyuntura internacional.

Por el contrario, Paulo Skaf, el presidente de la Federación de Industrias de Sao Paulo (Fiesp), el mayor y más influyente gremio empresarial del país, aseveró en un comunicado que «el encogimiento de la economía no puede atribuirse al contexto internacional».

En opinión de Skaf, la caída del PIB se debe a «los errores cometidos en las decisiones políticas» y a «un gobierno caro, pesado e intervencionista que no toma medidas para controlar sus gastos y que desea aumentar todavía más los impuestos».

Y es que, además de la recesión, el Gobierno lidia con unas cuentas públicas deficitarias, que arrojaron en 2015 un saldo negativo de 111.249 millones de reales (unos 28.606 millones de dólares), su peor resultado desde que en 2001 comenzó la actual serie estadística de medición.

Para tratar de alcanzar un superávit primario equivalente al 0,5 % del PIB, el Ejecutivo lanzó el año pasado un plan de ajuste fiscal que incluye alzas impositivas y la reducción de los gastos del Gobierno que, según el IBGE, se contrajeron un 1 % en 2015.

Aunque los recortes continúan en 2016, cuando el equipo de Rousseff tiene planeado recortar el gasto público en 5.780 millones de dólares.

A las dificultades económicas se suma la crisis política que azota a Brasil, cuya presidenta está amenazada con la apertura de un juicio político en el Congreso que puede costarle el cargo.

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