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César Barros está de vuelta y más neoliberal que nunca: “El Estado no lo hace bien en Chile porque el Estado es muy malo” Sus argumentos para defender el modelo

César Barros está de vuelta y más neoliberal que nunca: “El Estado no lo hace bien en Chile porque el Estado es muy malo”

Iván Weissman S
Por : Iván Weissman S Editor El Mostrador Semanal
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No entiende por qué, si el Estado los trata pésimo, “los chilenos aman al Estado”. En una extensa entrevista, el agrónomo, economista de Stanford, empresario y dirigente gremial cuenta acerca de su retorno a la industria financiera, explica las razones de su dureza con el programa de reformas de este Gobierno y dice que los empresario se sienten “puestos en la cruz”. Pero el ex miembro de Patria y Libertad también hace una autocrítica, admitiendo que el sector privado se quedó atrás y no se dio cuenta que el país y el mundo cambiaron. Lamenta el clima de crispación que existe y está convencido de que lo peor que nos ha pasado aquí “es la pérdida de la amistad cívica”.


César Barros es uno de los empresarios con las experiencias más diversas de Chile. No le teme a la polémica, habla sin filtros y ha sido protagonista de la historia económica y empresarial del país por más de tres décadas.

Jugó un rol clave como presidente de Salmón Chile, donde tuvo que encarar la grave crisis gatillada por la primera aparición del virus ISA. Y parece que le gustan las crisis, porque de ahí pasó a la presidencia de La Polar, llevado de la mano por LarrainVial, con el mandato de tratar de salvar a la empresa, luego de que el fraude de la reprogramación unilateral de créditos a sus clientes la dejara al borde de la quiebra.

A su carrera como empresario hay que sumarle que fue compañero de curso del ex Presidente Sebastián Piñera, miembro de Patria y Libertad y dirigente gremial. Es ingeniero agrónomo y economista con un Master en Economía de la Universidad de Stanford.

Ahora, además de sus directorios y su retorno a actividades gremiales como director de la Sociedad Nacional de Agricultura, está de vuelta en la industria financiera, como asesor y director de WAC Inversiones/Quest.

La firma es una boutique financiera que hace asesorías en reestructuraciones, maneja activos financieros y también hace de multifamily office para clientes de alto patrimonio.

Barros cuenta que su nuevo rol en WAC es un poco como volver a casa: “El año 94 yo fundé FIT Research. Luego yo me salí y quienes se quedaron le vendieron la marca a una gente que quebró y lo hizo pésimo. A mí me dio muchísima pena. Toda esa gente que hizo esa transacción ahora se retiró, y la gente joven de WAC, como se llama ahora, son los continuadores, y de Quest me preguntaron por si me gustaría volver y la verdad es que trabajar con gente joven es algo que me atrae muchísimo”.

Pero no es de eso que queríamos hablar con el empresario. No, con él queríamos hablar de lo que está pasando en Chile, el debate de las reformas, la crispación entre los empresarios y el Gobierno, y su visión de lo que se viene.

Una de las primeras conclusiones de la extensa entrevista en El Mostrador TV es que Barros, aunque no es de la Escuela de Chicago, está de vuelta y más neoliberal que nunca.

El economista de Standord dice que “el Estado no lo hace bien a Chile porque el Estado es muy malo”. Y no entiende por qué, si el Estado los trata pésimo, “los chilenos aman al Estado”.

Manifiesta que ha sido duro con el programa de reformas de este Gobierno –en un momento comparándolas con el mandato de Salvador Allende y la Unidad Popular– porque opina que están mal hechas, pero lamenta y le preocupa la pérdida de la amistad cívica.

“Este es un país donde los empresarios sí estaban dispuestos a pagar más impuestos, y si hubieran subido el corporate tax a 30% habría habido por supuesto algún pataleo, pero se les ocurrió hacer una cosa realmente exótica y realmente complicada, y al final se les fue la cuestión».

Y agrega: «Después, había que meterle plata a la educación, sobre todo a la educación pública y sobre todo a la educación infantil y preescolar, y todo el mundo estaba dispuesto a eso, pero nos estamos topando con una especie de ENU (escuela nacional unificada de los tiempos de la Unidad Popular de Allende), donde el Estado quiere acaparar muchas cosas y, en cambio, a los que tomen esa plata les va a salir muy caro. Yo creo que esto era simple. Era cosa de ‘mejoremos los liceos, mejoremos las universidades estatales, y la gente sola se va a ir’. Es como cuando si Fonasa se pone bueno, la gente se va a ir de las Isapres y se va a Fonasa».

Asimismo, puntualiza: «Entonces es una pena que temas que son importantes y donde había un acuerdo realmente grande, se hicieron en tal forma, que la sociedad se crispó. Creo que la pérdida de amor cívico y de sentirse en un proyecto común es lo más grave que yo le veo y eso alguna vez me recordó el cuento de la UP, que obviamente no es lo mismo, en ese tiempo estábamos en la mitad de la Guerra Fría, Cuba era como ícono para donde querían llevarnos y hoy día no es eso, pero más allá, hoy, si se perdió el FUT o si acaso se acaba el lucro en la educación, lo que más me preocupa a mí es la pérdida de amistad cívica”.

Barros afirma que los empresario se sienten “puestos en la cruz”. Pero el ex miembro de Patria y Libertad también hace una autocrítica, admitiendo que el sector privado se quedó atrás y no se dio cuenta de que el país y el mundo cambiaron. “Hay una autocrítica, pero esto fue muy rápido, no es como que se desarrolló en forma de una crisis que va escalando, sino que fue cosa de un año y medio. Pero es cierto, el sector privado se quedó atrás en el mundo y en temas de rigurosidad lo pasó a llevar”, admite, casi como si se estuviera lamentando.

Y revela que entre sus pares hoy día el ambiente que hay es que “ojalá que estos dos años pasen luego y que llegue alguien que ponga orden, porque como se desordenó el diálogo y se desordenó todo”.

-Pero siguiendo esta línea argumental de que el Estado podría hacerlo mejor, ¿no es en verdad culpa de la Constitución desarrollada durante el régimen militar, por una manera ideológica, que se le quitó el rol y el financiamiento al Estado para que pudiera hacer estas cosas mejor?
-Yo creo que han sido las dos cosas, y yo creo que en la educación es igual. Tú le puedes tirar plata y tirar plata, pero si no haces ciertos cambios importantes, no lo vas a hacer más eficiente. Tirarles plata a los problemas no necesariamente soluciona el problema. Los Estados, y esto es en general para el sistema occidental, viven desfinanciados todos, el inglés, el alemán, el americano, nosotros, pero obviamente la calidad del servicio que entregan a sus usuarios es muy superior y están más al día con los cambios que vienen. Ahora, sí, es verdad.

Ahora, ¿de quién es culpa de que este Estado sea tan malo? Esto viene del gobierno militar y desde mucho antes. Aquí hubo un descuido de todos los gobiernos que han pasado, y no excuso ni al gobierno militar ni a nadie de que no pusieron un motor y un chasis y unas ruedas razonables a un Estado que siempre ha tenido entre un 20% y un 30% del producto nacional en sus manos, más servicios públicos muy importantes. Y las cosas que funcionan, lo hacen casi por obligación. O sea, si el Ejército funciona bien es porque no la tenemos fácil con los vecinos no más.

-¿Tiene que hacer una autocrítica el sector privado por haberles dado tan duro a las reformas? Porque la reforma tributaria está recaudando más de lo que se anticipaba según el Banco Mundial y el FMI. Y la reforma educación tardará varios años en mostrar sus resultados. ¿No hay una responsabilidad mutua en esa crispación?
-Se necesitan dos para bailar, pues. Yo creo que el sector empresarial cuando empezó el Gobierno fue bastante amable, y la idea era –según lo que me tocó conversar con dirigentes gremiales y empresariales de esa época– “a esta señora no la acorralemos, la conocemos del gobierno anterior, que es una persona que se entiende y que escucha”. Yo fui dirigente de los salmones en esa época y nos llevábamos estupendamente bien, y de repente uno se sorprende con la dureza de la reacción, porque escuchábamos “les vamos a pasar el arado por encima”, y esa sensación yo creo que es bastante frustrante, y es lo que creo que ha llevado un poco a eso.

Uno puede discutir de si acaso a los empresarios hay que escucharlos tanto o si hay que darles tanta pelota, pero yo creo que no puedes prescindir de eso, entonces yo creo que hay que llevarse bien. Porque se desordenó todo.

-Los empresarios en general acá no salen a defender sus ideas y, pasa usar una caricatura, usan a los gremios o a los partidos como UDI o RN para defenderse, no salen de La Dehesa, mientras que en otros países van a debates, universidades, televisión, etc. Tú has sido un poco así, pero ¿has visto en las nuevas generaciones aires de cambio, de ir a estos diálogos más abiertos o más transparentes?
-Yo veo a la juventud muy ensimismada en su carrera, en su tema, en su familia, en su cuento. No es como lo que me tocó a mí, que tampoco se lo deseo a nadie, de andar a combos por las calles. Pero lo que resulta un poco grotesco, es que el sistema de mercado triunfó, nuestras ideas triunfaron, si ya nadie defiende un sistema distinto, por qué aquí hay una cosa como tan maléfica de cuestionar el modelo, cuando lo que hay que hacer es perfeccionar el modelo, avanzar con el modelo, pero no volver atrás. Cuando yo te digo que mires lo que pasó en Argentina, en Venezuela, miro lo que va a pasar en Ecuador, que es una especia de Grecia latinoamericana que tienen tipo de cambio fijo, o sea, esos fulanos están hasta el perno…

-Pero como contraargumento, acá el debate era tan ideologizado, que si tú te salías de la Escuela de Chicago, eras prácticamente miembro del Partido Comunista, o sea, tenemos gente acá que dice que cualquier impuesto es malo. O sea, teníamos como un extremo a Axel Kaiser, y eso hasta hace poco era la norma, y cualquier desviación del debate era socialista… Entonces eso terminó en que era o el modelo o el Estado, y todos sabemos que el mundo es gris, no es blanco y negro…
-Está bien, pero yo creo que es un poquito más blanco que gris, digamos, en términos de cómo hacer política económica y en términos de cuál es la fórmula para lograr progreso. Entonces, yo creo que esto va más por el lado de Chicago.

Si quiere ver la entrevista completa, donde Barros incursiona hasta en las posibles causas genéticas y culturales de la actual crispación, haga clic aquí, o entre directamente a El Mostrador TV.

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