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Discurso del 21 de mayo: una oportunidad para sembrar hoy y cosechar mañana Opinión

Discurso del 21 de mayo: una oportunidad para sembrar hoy y cosechar mañana

«Para nadie es un misterio que la situación socioeconómica no es la más feliz y eso se notará en el tono del mensaje presidencial. No solo nosotros, sino que todo el mundo está sumido en una gran incertidumbre que debería reducirse de manera paulatina. Y es que el titubeante desempeño de las principales economías nos llena de dudas respecto al aporte del sector externo a nuestro crecimiento, lo que también tendría un impacto sobre nuestras variables financieras relevantes».


El 21 de mayo, junto con conmemorar las Glorias Navales, se realizará un rito propio de nuestra tradición republicana, como lo es la Cuenta Pública Presidencial ante el Congreso Nacional. Y tal como ocurre todos los años, en este momento de reflexión se hará un recuento de lo realizado y se anunciarán las directrices para la segunda mitad del período del Gobierno. Dado nuestro régimen de cuatro años, el momento de mayores logros y realizaciones de cada administración es precisamente hacia el tercer año, y la penúltima cuenta al país así lo ha reflejado históricamente. En esta oportunidad, como nunca espero que se rompa este hábito, y se pongan sobre la mesa medidas que aunque no se palparán concretamente en los ejercicios que quedan, sí nos permitan pensar en beneficios a largo plazo.

Para nadie es un misterio que la situación socioeconómica no es la más feliz y eso se notará en el tono del mensaje presidencial. No solo nosotros, sino que todo el mundo está sumido en una gran incertidumbre que debería reducirse de manera paulatina. Y es que el titubeante desempeño de las principales economías nos llena de dudas respecto al aporte del sector externo a nuestro crecimiento, lo que también tendría un impacto sobre nuestras variables financieras relevantes. Internamente, se agota el dinamismo del empleo, y con ello se dificulta la recuperación de las expectativas de personas y empresas, fundamentales para retomar mayores niveles de actividad, a lo que se suma en esta última parte del ciclo la maduración de las grandes reformas. Es esperable entonces que este escenario sea tomado en cuenta en los anuncios que se harán el próximo sábado.

Con todo, es posible que las nubes más cargadas hayan seguido su curso, para dejar a la vista un panorama más despejado, aunque no podemos descartar eventuales sobresaltos de distinta naturaleza. Sin embargo, más allá de turbulencias puntuales, es hora de que entre los anuncios presidenciales y la planificación de la agenda legislativa futura se consideren iniciativas que, si bien hoy no están entre las principales preocupaciones de la ciudadanía, sí deben ocuparnos pues sus efectos, positivos o negativos, serán finalmente percibidos por todos. En definitiva, es hora de hacernos cargo de los grandes desafíos que enfrenta un país que avanza hacia el desarrollo, aquellos que efectivamente nos permitirán crecer más, y en los cuales tenemos una gran tarea pendiente.

De hecho, ya nos hemos ido familiarizando con algunos conceptos que van en esa línea, tales como productividad, infraestructura y con la necesidad de contar con un mercado financiero cada vez más robusto. Es precisamente en estos tres conceptos sobre los que descansa parte importante del dinamismo y de nuestro progreso para los años venideros, los que nos ayudarán a convertirnos en un país desarrollado, pero más importante que eso, a alcanzar una mejor calidad de vida para nuestros ciudadanos.

Confío en que el hito institucional del discurso del 21 de mayo marque un punto de inflexión para las autoridades. No me cabe duda que seguirán trabajando por el bienestar de todos, pero el desafío ahora es hacerlo sobre una agenda que profundice y permita concretar estos conceptos que ya nos comienzan a sonar cercanos. Es hora de sembrar hoy para cosechar mañana, porque si bien el impacto inmediato es acotado, estas iniciativas son garantía de crecimiento y bienestar a mediano-largo plazo, algo que hoy Chile necesita más que nunca.

Felipe Bravo
Economista jefe de Banco Santander

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