Rodrigo Pérez, presidente del gremio, se alineó con la propuesta de Habitat y sostiene que tanto el Estado -contribuyendo al pilar solidario- y los empleadores deben ser los principales ejes para aumentar las pensiones de los chilenos. Consultado por modelos exitosos en materia previsional, los cuales complementan mecanismos de reparto y capitalización individual, sostiene que en Chile resulta inviable el primero de éstos por sus características demográficas.
Con el paso de los días la discusión previsional se torna cada vez más profunda y, definitivamente, caliente. La irrupción en TV de José Piñera, creador y férreo defensor del sistema, le subió la temperatura al debate. Aún así, esa dicotomía chilena entre un sistema de capitalización individual versus uno de reparto parece ir complejizándose al compás de nuevas propuestas que buscan acercarse a soluciones sostenibles en el tiempo, mientras el descontento de la gente por el bajo nivel de las pensiones sigue en aumento.
Chile está en una situación compleja y mientras el gobierno se debate por una ley corta que aumente los fondos hacia el pilar solidario, el país aún cuenta con características estructurales que lo hacen particular respecto de otros sistemas previsionales exitosos.
Si en Holanda o Dinamarca -dos de los países con los mejores sistemas de pensiones en el mundo- conviven sistemas de reparto con el de ahorro individual, aquí la jubilación descansa principalmente en la administración de privados que también cuentan con características propias. En ambos países europeos la administración privada está a cargo de entidades sin fines de lucro, en circunstancias de que en Chile las pensiones responden a un sistema que no deja de ser un negocio atractivo, lo suficiente como para atraer gigantes financieros como recientemente ocurrió con Principal Financial Group y Metlife que vieron en Cuprum y Provida, respectivamente, una forma de obtener dividendos.
Más allá del debate ideológico, el diagnóstico transversal es que las pensiones en Chile no son suficientes. De acuerdo a la OECD, el país cuenta con tasas de reemplazo cercanas al 37% para hombres y 33% para mujeres, números que lo ubican en el puesto 40 de 44, a pesar de que en cuatro años recién comenzarán a pensionarse aquellas personas que cumplieron un ciclo completo bajo el actual sistema.
Es en este contexto que surgen propuestas interesantes, provenientes por los propios actores de la industria previsional. Fue AFP Habitat la primera administradora en proponer que no sólo el Estado debe aumentar su contribución al pilar solidario, sino que las cotizaciones de los trabajadores deben aumentar siendo los empleadores los que deben hacerse cargo de este costo, una visión que perfectamente podría “aleonar” a los empresarios considerando que ya han puesto el grito en el cielo frente al impacto que tendría para su bolsillo reformas como la tributaria y laboral.
Dicha visión, en todo caso, contó con el respaldo público del economista Sebastián Edwards, quien a través de una entrevista en Diario Pulso sostuvo que una “mayor contribución a las cuentas de ahorro debe venir, en su totalidad, de los empleadores”. Y ahora es el propio presidente de las AFP, Rodrigo Pérez Mackenna, quien se alinea con lo propuesto por Habitat.
¿Hay piso para discutir este asunto si ya en las reformas que ha propuesto el gobierno, economistas y empresarios han alertado por alzas en sus costos que podrían afectar la generación de empleo y, por consecuencia, la economía?
-Sí, estamos convencidos de que sea así. En todo caso, una mayor cotización con cuenta al empleador tiene que ser gradual, en un horizonte de tiempo razonable. Si no lo hacemos así, ¿de dónde van a salir los recursos para mejorar las pensiones? Estamos conscientes de que hay una mayor demanda por los montos de las jubilaciones y hay que hacer un mayor esfuerzo de parte de los empleadores. A los empleados no se le puede pedir más, ya pagan el 10% de su sueldo más la comisión que paga por la administración de sus pensiones, pero hay una gran brecha en el Estado y en los empleadores. Debiéramos tender a cerrarlas, no mañana, pero sí tener un horizonte claro.
Creemos que hay que poner más recursos en el pilar de capitalización sin pedirle un esfuerzo adicional a los trabajadores. Estamos cotizando poco mas del 12% y en estos países se cotiza el 20% y sin embargo vivimos lo mismo. Esos recursos creemos debe venir de los empleadores. En estos países de la OECD los empleadores ponen más de la mitad del 20% y acá el 1,4% que es el seguro de invalidez y sobrevivencia. Hay espacio muy grande para que los empleadores puedan hacer un esfuerzo.
¿Y entre las administradoras de pensiones? En Holanda o Dinamarca la administración de la capitalización individual descansa en organismos sin fines de lucro…
-El principio de capitalización es importante preservarlo. Hay distintos modelos sobre cómo se administran la capitalización. En Singapur hay solo un administrador que es el Estado; en Noruega la industria y trabajadores administran el dinero y en Chile hay administradores de giro único que compiten entre sí. Esa parte en Chile ha funcionado bien porque ha tenido muy buenas rentabilidades, los costos hoy en promedio se han reducido. Si uno lo mide como porcentaje del fondo, están cobrando alrededor de poco más del 0,5%, lo cual objetivamente es bajo. Hay niveles de eficiencias muy significativos, con altos niveles de competitividad.
Los costos han ido para abajo gracias a las menores comisiones de un cierto grupo de administradoras, ¿qué pasa con aquéllas que parecen desentenderse de esta discusión y siguen cobrando lo mismo como Provida o Cuprum?
-Hay distintos modelos de negocio. Algunas ponen más énfasis en servicios, sucursales, y otros en comisiones. No sólo compiten por comisiones, también por su capacidad de entregar servicios y rentabilidad. Ahí cada uno como afiliado debe tomar la decisión que más le conviene.
Estas propuestas se dan en medio de una discusión que todavía no cesa. Economistas como Guillermo Larraín, quien fue superintendente de Pensiones durante el gobierno de Ricardo Lagos y que ha asesorado a gobiernos extranjeros en materia previsional, ha sostenido la idea de incorporar un mecanismo de reparto para la cuarta edad.
¿Por qué en Chile existe una oposición tan férrea al reparto? Si en aquellos modelos con éxito conviven ambos…
-Es un tema largo y que requiere tiempo para desarrollarse. Pero analizándolo desde lo macro a lo micro podríamos decir que los sistemas de reparto pueden, en teoría, funcionar bien bajo ciertas condiciones demográficas especiales. De hecho funcionaron bien en el mundo durante mucho tiempo. El problema es que con el cambio demográfico, principalmente con la caída en la tasa de natalidad, es difícil la sostenibilidad del sistema.
Las características demográficas de Chile, con sus respectivas proyecciones, son muy similares a los países de Europa que complementan ambos mecanismos…
-Chile es uno de los países donde más fuerte cambiará el bono demográfico. En una generación pasaremos de 5 personas activas por 1 pasiva, a una relación de 1,8: 1 para el 2050. Estos son datos del Celade. Este factor es absolutamente clave a tener en cuenta, más que mirar la historia de otros países.
En Chile hay dos factores, las expectativas de vida que en los últimos 35 años aumentaron lo mismo que en los últimos 70 años en EEUU, además de la caída de la natalidad. En los años 50, en Chile las mujeres tenían cinco hijos promedio y hoy es casi 1,8. Para ver qué le conviene al país hay que tener presente que ocurrirá acá en el futuro. Esos chilenos ya no nacieron.
En Europa, después de las dos guerras mundiales ha habido una generación de adultos mayores que perdieron todo, sin opción de trabajar. La generación joven tuvo que hacerse cargo de ellos, obviamente se justificaba establecer un sistema de reparto porque no había alternativa. No había forma de volver atrás y construir un patrimonio. Adicionalmente, las perspectivas demográficas eran totalmente distintas en ese momento, hubo un baby boom donde las personas en edad de trabajar aumentaban, pero hoy la realidad es justamente la contraria.
Partamos de la base de que hay tres variables clave para evaluar un sistema de pensiones: la suficiencia (montos), la integridad (transparencia, eficiencia, costos) y sostenibilidad (capacidad de sistemas de pensiones de mantener los beneficios en el tiempo). Con estas condiciones es absolutamente inviable mantener un sistema de reparto porque difícilmente podrá mantenerse en el tiempo.
¿Incluso si se trata de un complementario al de capitalización?
-Sí. Los sistemas mixtos se nutren de una parte de capitalización y otra parte de la generación activa a la pasiva, esa última parte es insostenible en Chile. Cualquier paso en esa dirección generará graves problemas a nuestro país en términos de capacidad de financiar un pilar de reparto futuro. Es un dato de la causa. Además no todas las personas que están en edad de trabajar cotizan, sólo lo hace el 50%, es algo muy distinto a lo que puede verse en la demografía de algunos países de Europa.
El banco Citi habla de la próxima crisis que viene en el mundo. En ese estudio pone la figura de un iceberg, cuya punta es la deuda pública que suma US$48 trillones, mientras la base son US$74 trillones sin respaldo. Es muy importante tener estos números en cuenta, porque al final es fundamental para encontrar una solución. Me parece absolutamente inviable un sistema de reparto.
Pero algunos países de Europa se han volcado a sistemas de reparto…
-Hay países que no tenían alternativa por un tema de acceso al financiamiento. Esta transición ya ocurrió. Noruega, Austria o Suecia tienen una parte de capitalización que es menor a la de reparto. Como tienen problema de suficiencia, más de 70 países han aumentado sus tasas de cotización, 50 han aumentado la edad de jubilación y han tenido que disminuir beneficios sociales, empezando a construir pilares de capitalización.
En Chile tenemos un sistema de reparto que es el pilar solidario, pero es un sistema que la OECD le llama un pilar de reparto, pero la diferencia es que en vez de financiarse con un impuesto al trabajo, se financia con los ingresos generales de la nación. Y eso creemos es mucho mejor como sistema de financiar ese pilar no contributivo, porque no es regresivo. Con un sistema de reparto tradicional se financia con contribuciones de trabajadores activos, quedando fuera de ese financiamiento personas con altos ingresos pero sin contratos de trabajo. De hecho la mayoría que está en el sistema de pensiones no son personas con rentas muy altas, incluso por un factor de solidaridad debería financiarse con los ingresos generales de la nación.
¿Manejan alguna cifra de cuánto debería aumentar el pilar solidario?
-Eso le corresponde a las autoridades políticas definir cuánto debe aumentarse. En el pilar solidario estamos aportando el 0,7% del PIB, mientras los países de la OECD alrededor de un 8% del PIB. En Chile, al final es poco más del 3% considerando las fuerzas armadas y las personas que se quedaron en el sistema antiguo. Es poco, a pesar de que la reforma de 2008 fue un gran avance. Antes llegaba al primer quintil, hoy al 60% más vulnerable.