Opinión
«Algunas voces tildan de especuladores a los que ofertaron los precios más bajos e incluso auguran que no podrán realizar sus proyectos, dado que el costo de no ejecutarlos no es significativo en comparación con la inversión total. Sin embargo, bastará con que uno de esos proyectos se lleve a cabo para demostrar que existen condiciones bajo las cuales los precios pueden bajar los US$45».
Y cambió el escenario energético en Chile.
Sólo una de las empresas generadoras tradicionales consiguió un paquete que sobrepasa el 40% del total licitado, y por otra parte el 52% de la generación fue ganada por ERNC, entre las cuales una sola empresa aporta el 27%. En el otro extremo, las empresas generadoras sobre la base de gas no lograron adjudicarse ningún bloque de energía.
Ninguno de los analistas, entre los que me incluyo, pudo vaticinar el nivel de caída de los precios.
Lo anterior, debido a que las disminuciones en los costos de las tecnologías de ERNC son insuficientes para explicar por sí solas la baja en los precios ofertados.
Las empresas que ofertaron también disminuyeron significativamente el costo del capital y los márgenes de explotación, y este es el gran logro del Ministerio de Energía: aumentar la competitividad en el sector.
Algunas voces tildan de especuladores a los que ofertaron los precios más bajos e incluso auguran que no podrán realizar sus proyectos, dado que el costo de no ejecutarlos no es significativo en comparación con la inversión total. Sin embargo, bastará con que uno de esos proyectos se lleve a cabo para demostrar que existen condiciones bajo las cuales los precios pueden bajar los US$45, y parece arriesgado apostar a que esto no ocurra. Al menos yo no comenzaría a construir una central con una expectativa de venta de energía sobre los US$65.
La mala noticia es que estos precios sepultarán a la gran mayoría de proyectos de generación que no tengan acceso a una fuente de financiamiento de bajo costo, especialmente los más pequeños, tanto convencionales como ERNC.
Esa imagen romántica del particular que tendrá en su techo un grupo de paneles solares o un aerogenerador en su patio para aportar energía al resto del sistema se desvanecerá irremediablemente. Detrás de todos los proyectos de generación siempre habrá grandes grupos económicos capaces de financiar a bajos costos; los proyectos pequeños serán comprados finalmente por los actores más relevantes y en el largo plazo el mercado podría perder competitividad.
¿Qué otras medidas podrían ser impulsadas para mantener un mercado de generación competitivo en el largo plazo? Quizás una alternativa podría ser modificar el marco regulatorio de las empresas de distribución sobre la definición de clientes libres y regulados. Hoy solo los grandes consumidores de energía (“no regulados” o “libres”) pueden contratar directamente el suministro con las generadoras. Mientras tanto, el resto de los clientes (todos los chilenos), estamos obligados a contratar el suministro con una distribuidora que tiene la exclusividad de la zona donde está ubicada nuestra casa u oficina.
¿Qué pasaría si cualquiera pudiese contratar al menos un porcentaje de la energía que consume a una empresa generadora de su elección?; ¿será posible que los clientes regulados tuviesen horarios en que pudiesen comportarse como clientes libres?
Hoy no solo está desarrollada la tecnología que nos permite registrar cuánta energía estamos consumiendo en el hogar, sino que además se han desarrollado aplicaciones para smartphones que capturan estas lecturas de consumo y calculan a diario nuestra cuenta de la luz.
Estas mismas aplicaciones podrían realizar los pagos directamente a las empresas que nos suministraron la energía en los distintos horarios. Lo anterior podría abrir un mercado donde proyectos pequeños pudiesen ser competitivos y realizables, y donde su éxito lo determine el comportamiento y la elección de los consumidores.
Andrés Castro
Gerente general Alumini
