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Estados Unidos no es el mejor país del mundo, es el 28°

Estados Unidos no es el mejor país del mundo, es el 28°

Islandia y Suecia comparten el primer puesto con Singapur como líderes mundiales en lo que atañe a las metas de salud de Naciones Unidas, según un informe publicado en Lancet. Tomando por referencia las metas de desarrollo sustentable de la ONU, que miden lo obvio (pobreza, agua potable, educación) y lo no tan obvio (desigualdad social, innovación industrial), más de 1.870 investigadores en 124 países recopilaron datos sobre 33 indicadores de progreso en las metas de la ONU relacionadas a la salud.


Todo estudio que hace rankings de países según sus estándares de salud o vida ofrece invariablemente a las socialdemocracias escandinavas una posibilidad de demostrar su dominio discreto. Un nuevo análisis publicado esta semana —quizás el más completo ya hecho— no es la excepción. Pero lo que sí revela son los amplios defectos de las iniciativas de desarrollo sostenible, el nuevo eufemismo para no matarnos entre sí o destruir el planeta, como también las aflicciones específicas de cierto país de Norteamérica.

Islandia y Suecia comparten el primer puesto con Singapur como líderes mundiales en lo que atañe a las metas de salud de Naciones Unidas, según un informe publicado en Lancet. Tomando por referencia las metas de desarrollo sustentable de la ONU, que miden lo obvio (pobreza, agua potable, educación) y lo no tan obvio (desigualdad social, innovación industrial), más de 1.870 investigadores en 124 países recopilaron datos sobre 33 indicadores de progreso en las metas de la ONU relacionadas a la salud.

El estudio enorme surgió tras una década de colaboración concentrada en la distribución mundial de enfermedades. Hace cerca de un año y medio, los investigadores participantes decidieron que sus datos podrían ayudar a medir el progreso en la que podría ser la empresa más ambiciosa a la que se comprometió el ser humano: sobrevivir. Al hacerlo, llegaron a algunas conclusiones perturbadoras, entre ellas que el país con la economía más grande (por no mencionar -si hablamos de salud- industrias multimillonarias de alimentos sanos y actividad física) está en el puesto 28 del ranking general, entre Japón y Estonia.

Objetivos

Erradicar enfermedades y elevar los estándares de vida son metas ambiciosas que llevaron a algunos de los nombres más importantes a la filantropía. Ayer, el fundador de Facebook Inc., Mark Zuckerberg, y su esposa, la pediatra Priscilla Chan, comprometieron US$3.000 millones a la iniciativa. El nuevo estudio fue financiado (pero no recibió contribuciones de) la Fundación Bill & Melinda Gates. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU suceden a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, una iniciativa de la ONU que entre 2000 y 2015 sacó a 1.000 millones de personas de la extrema pobreza, redujo a la mitad la mortalidad entre los menores de cinco años y elevó un 60 por ciento el número de partos atendidos por un trabajador médico cualificado.

Estados Unidos registra sus marcas más elevadas en agua, tratamiento de residuos y desarrollo infantil. Esa es la parte buena. Lo que no sorprende es que la violencia interpersonal (piense en delitos a mano armada) afecta mucho a Estados Unidos en el ranking general. La respuesta a desastres naturales, el VIH, el suicidio y el alcoholismo también exigen atención en el país. Otro punto digno de destacar son las métricas básicas de salud pública, en las que a Estados Unidos no le va tan bien como a otros países desarrollados. El país ocupa el puesto 64 en la tasa de madres fallecidas por cada 100.000 nacimientos y el 40 en la tasa de mortalidad de menores de cinco años.

El grupo de investigación permitió a los organizadores “aprovechar los conocimientos y la experiencia de las personas, las fuentes de datos locales y los hechos extraños que sólo puede conocer un local”, dijo Christopher Murray, profesor de Salud Global de la Universidad de Washington y autor principal del estudio. Pero los objetivos de la ONU constituyeron un punto de partida complicado por sus categorías nebulosas y terminología confusa. El sistema tiene la claridad intuitiva del sistema monetario británico previo a 1971, con sus libras, chelines, peniques, medias coronas y cuartos de penique. El economista William Easterly, de la Universidad de Nueva York, ridiculizó los ODS calificándolos de “sin sentido, soñadores, tergiversados”. Pero burlarse de la jerga burocrática es tan sencillo como difícil es medir el avance hacia las metas de la ONU. Y eso es precisamente lo que hace el nuevo emprendimiento de Lancet: analiza el mundo de investigaciones sobre salud pública para medir dónde cada país tiene éxito y dónde debe trabajar.

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