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AFP Capital: lidiando con la complejidad institucional Opinión

AFP Capital: lidiando con la complejidad institucional

Gonzalo Jiménez
Por : Gonzalo Jiménez CEO Proteus Management & Governance y profesor de la Facultad de Ingeniería UC
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Las pensiones no son un sector como cualquier otro, sino uno sensible, en que un gesto, una palabra o una fiesta levantan susceptibilidades difíciles de medir, y aún más difíciles de calmar, y con consecuencias que abonan el camino a los que buscan destruirlas. Así, se extiende más allá del evento mismo un riesgo sistémico que trasciende a una AFP en particular. ¿De dónde viene esa extrema sensibilidad? De un factor poco calibrado por muchos de los actores clave de esta y otras industrias: una lógica social, más cercana a la solidaridad, incluso al altruismo y a la responsabilidad, y al humanismo, diferente, que de no manejarse adecuadamente podría presentarse fácilmente como contrapuesta a la lógica financiera.


El viralizado episodio de una celebración de dudoso gusto –rápidamente capitalizado por los enemigos del sistema AFP– nos pone frente a la pregunta: ¿cómo se expone una organización a la crítica pública en momentos de innegable vulnerabilidad institucional?

Revisando el video se observa a un grupo liberando tensiones con los excesos usuales de algunas fiestas corporativas, pero en este caso “a lo grande”, en el Caribe, en un yate, en un contexto de pseudolujo aspiracional. Un modelo que refleja prácticas propias de fuerzas de ventas del sector financiero.

Y, claro, una AFP es una organización financiera y su objetivo, según la ley, es obtener una rentabilidad adecuada de los fondos, al mínimo riesgo, y esa lógica es la que todos esperamos que se plasme en mejores pensiones. Una lógica privada, financiera, competitiva y comercial.

En ese sentido se puede entender la validez y legitimidad de un equipo de trabajo celebrando su logro frente a su competencia y sus metas y motivándose para seguir haciéndolo. Este tipo de prácticas tiene un costo económico menor frente al impacto positivo que genera entre los colaboradores, ¿por qué criticarlos entonces?

La respuesta evidente es que las pensiones no son un sector como cualquier otro, sino uno sensible, en que un gesto, una palabra o una fiesta levantan susceptibilidades difíciles de medir, y aún más difíciles de calmar, y con consecuencias que abonan el camino a los que buscan destruirlas. Así, se extiende más allá del evento mismo un riesgo sistémico que trasciende a una AFP en particular.

¿De dónde viene esa extrema sensibilidad? De un factor poco calibrado por muchos de los actores clave de esta y otras industrias: una lógica social, más cercana a la solidaridad, incluso al altruismo y a la responsabilidad, y al humanismo, diferente, que de no manejarse adecuadamente podría presentarse fácilmente como contrapuesta a la lógica financiera.

Raynard (2016) nos entrega algunas claves al proponer que las lógicas institucionales pueden ser compatibles o no; pueden sobreponerse en un mismo contexto o manejarse separadamente; y pueden priorizarse una sobre otra o correr en paralelo sin tocarse. La mayor complejidad se produce cuando son incompatibles, se sobreponen y no existen prioridades claras.

En este caso vemos que los tres elementos se encuentran presentes y, por lo tanto, caen en lo que Raynard clasifica con el máximo grado de Complejidad Volátil.

¿Cómo se resuelve este tipo de situaciones? Existen varias opciones, con diferentes costos y beneficios:

1. Restringir la Complejidad: concentrarse en la primera prioridad de una AFP, que es rentabilizar los fondos y la administradora, exigiendo, motivando y premiando al personal, e ignorar los demás aspectos, dejando que los resultados hablen por sí mismos. La línea aparentemente seguida por la administración;

2. Segregar la Complejidad: desacoplar las prácticas comerciales del discurso social. Parecería una buena idea que la lógica financiera-comercial que lleva a un espíritu winner fuese en paralelo a la social. En ese caso tendríamos AFP competitivas y rentables, que exigen y motivan a sus ejecutivos con prácticas de mercado, pero al mismo tiempo respondiendo a un estándar apropiado a las exigencias de la sociedad. El problema es que dicho desacople podría convertirse en un cinismo organizacional oficial, entendible como manera de acotar la complejidad del entorno, pero muy criticable desde el punto de vista valórico;

3. Alinear la Complejidad: establecer un liderazgo, dirección y una gestión basados en valores; aspecto que pareció estar ausente en el caso que discutimos hasta la atinada respuesta del presidente de la AFP, que estableció una prioridad y diagnosticó acertadamente el conflicto subyacente de lógicas institucionales. Esta forma de actuar permite dejar en claro que no hay incompatibilidad en una misión que lleve a competir duramente en el mercado, pero sin perder de vista la visión que debe estar determinada por el sentido último de la existencia y rol social de las AFP; el que asegurará su legitimidad y proyección en el tiempo.

Naturalmente esta situación de complejidad institucional abre la puerta a una forma Orgánica de resolver la Complejidad: explorar, innovar y fomentar nuevas formas de competir en el mercado y nuevos tipos de organizaciones.

El gobierno reacciona según su libreto ideológico, proponiendo la AFP estatal, e incluso promoviéndola a partir de este tipo de casos. Sin embargo, hay múltiples opciones propuestas por diversos emprendedores institucionales: diferenciarse de las demás AFP por el compromiso social; desarrollar AFP sin fines de lucro; AFP cooperativas, una mutual de AFP y AFP “B”. Algunas o todas estas podrían encontrar terreno fértil para entrar a competir y enriquecer el ecosistema de la seguridad social chilena. Así, se podría dar un nuevo impulso al sistema para hacerlo cumplir el objetivo de extender su cobertura a una importante parte de la población que se encuentra fuera y que es, simultáneamente, la mayor amenaza y la mayor oportunidad para todos los actores y la sociedad chilena en su conjunto.

Creo que los dilemas, opciones y acciones que visualizamos en este caso son (¿un crisol para ver reflejado?) tremendamente icónicas del proceso de cambio en la forma de hacer empresa en Chile. Y que resumiría diciendo que tenemos que:

• abrirnos a que vivimos en una sociedad más compleja y demandante y que nuestra institucionalidad debe ponerse al día;

• ser capaces de aprender de los emprendedores institucionales que buscan integrar empresa y sociedad en ámbitos muy distintos; y

• desarrollar acciones para ir absorbiendo nuestra creciente complejidad institucional, las cuales pasan por un desarrollo orgánico, descentralizado, autónomo y creativo, y sobre todo flexible e innovador.

Esperemos que este ingrato episodio sea un tropiezo que nos lleve a ir avanzando en la buena dirección, la cual implica mayor empresa y no menos; y mayor apertura, reflexión, introspección, autocrítica, responsabilidad y humildad.

Gonzalo Jiménez
Académico UDD

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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