Los inversores podrían haberse vuelto demasiado despreocupados en relación con el riesgo político. Acciones, bonos y monedas de los países en vías de desarrollo, incluyendo Chile, han subido en los últimos 21 meses a pasar de los temblores del paisaje global desde el Brexit hasta la presidencia de Donald Trump en los Estados Unidos, para no hablar de golpes y juicios políticos en su propio ámbito.
Los inversores en mercados emergentes podrían haberse vuelto demasiado despreocupados en relación con el riesgo político.
Acciones, bonos y monedas de los países en vías de desarrollo han subido en los últimos 21 meses a pasar de los temblores del paisaje global desde el Brexit hasta la presidencia de Donald Trump en los Estados Unidos, para no hablar de golpes y juicios políticos en su propio ámbito. Los activos emergentes se negocian a o cerca de elevados niveles récord en relación con una medición de su riesgo político, según datos que reunió Bloomberg. Hay una tendencia similar en el caso de los flujos hacia los fondos que cotizan en bolsa (ETF por la sigla en inglés).
A juzgar por la historia, sin embargo, las alzas y bajas en los mercados en vías de desarrollo se ven influenciadas a largo plazo por los niveles de estabilidad locales. Es por eso que, cuando la Reserva Federal de EE.UU. cierra el grifo del dinero fácil y comienza a socavar el atractivo de los activos de mayor riesgo, se torna probable que los inversores lo piensen dos veces antes de ingresar a mercados y fondos que podrían verse arrasados en una liquidación por contagio.
Algunas firmas administradoras de dinero ya tienen eso en cuenta y se vuelven cada vez más selectivas a la hora de elegir a qué países en vías de desarrollo apostar en lugar de hacerlo a la clase de activos en su conjunto, según Claudio Irigoyen, un estratega de Bank of America Merrill Lynch en Nueva York que ha analizado el tema con clientes. Los inversores se concentran más que nunca en la diversificación entre países, y los temas locales son su principal preocupación a corto plazo, escribió.
Pero el ánimo que predomina en el mercado es que con frecuencia se exageran los riesgos políticos. Sean Newman, un administrador de dinero de Atlanta que contribuye a la gestión de US$908.000 millones en Invesco Ltd., dice que si bien no puede descartarse la posibilidad de acontecimientos extraordinarios que afecten a mercados específicos, no tendrán un impacto generalizado en los activos emergentes en su conjunto.
“No es que el riesgo político no sea relevante”, dijo Charles Robertson, economista jefe global en Londres de Renaissance Capital Ltd. “Es solo que no debe exagerárselo”. A menos que haya un impacto negativo en el crecimiento económico, los mercados no se verán tan afectados como muchos temen, dijo.
Sin embargo, una serie de incertidumbres específicas se conjugan y hacen que los próximos 12 meses puedan ser turbulentos para los mercados emergentes.
-Sudáfrica enfrenta una posible rebaja de su calificación crediticia en moneda local en tanto enfrentamientos en el seno del partido gobernante amenazan con dejar el gobierno en un limbo.
-Turquía se ha embarcado en enfrentamientos diplomáticos con los Estados Unidos y Alemania.
-Según una encuesta, en Brasil los favoritos del mercado están rezagados respecto de sus rivales para la elección presidencial del año próximo.
-En México, las probabilidades de que Andrés Manuel López Obrador pueda convertirse en el próximo presidente del país ha hecho subir la volatilidad implícita del peso porque se opone a los esfuerzos por abrir la economía y promete aumentar el gasto en bienestar social. El gobierno de Trump también ha adoptado una actitud agresiva en las conversaciones sobre libre comercio con el país latinoamericano.
Cada uno de esos riesgos conspira contra los mercados emergentes, según Pacific Investment Management Co. LLC.
“Todos los acontecimientos políticos merecen análisis porque pueden indicar tanto un cambio del rumbo de un país como un aumento preelectoral del gasto”, dijo Yacov Arnopolin, un administrador de dinero de Pimco en Londres.
Las acciones de los mercados emergentes se negociaban el jueves cerca del nivel más alto en seis años y las monedas se fortalecían por cuarto día consecutivo.
