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To be or not to be… coached MERCADOS

To be or not to be… coached

La revolución digital y las exigencias de una realidad cada día más incierta nos llevan a preguntarnos por las habilidades, competencias y conocimientos que necesitamos adquirir para asegurar nuestra empleabilidad en el futuro. Esta duda no es infundada y es resultado de tendencias mundiales que afectan al ámbito del trabajo en las más diversas latitudes.


Hoy más que nunca podemos hablar de un cambio permanente, disruptivo y radical en muchas industrias y actividades. Se habla de profesiones, sectores y hasta industrias que cambiarán radicalmente si es que no desaparecen. En este contexto, y de manera creciente, me encuentro con ejecutivos y profesionales angustiados ante los cambios que amenazan su estabilidad laboral y familiar.

La revolución digital y las exigencias de una realidad cada día más incierta nos llevan a preguntarnos por las habilidades, competencias y conocimientos que necesitamos adquirir para asegurar nuestra empleabilidad en el futuro. Esta duda no es infundada y es resultado de tendencias mundiales que afectan al ámbito del trabajo en las más diversas latitudes.

Todo se hace digital, la vida pasa por Internet y las demandas del mundo laboral que viajan a una velocidad mucho mayor que las respuestas que tiene la Educación, en particular en los países menos desarrollados, generan brechas que muchas veces no son nítidas ni conocidas.

¿Qué hacer entonces? Es clave que tengamos una conexión con lo que está pasando en el mundo, en la industria y en sectores relevantes para la profesión y experiencia que tenemos. Luego, es preciso conocernos y entender qué aspectos de nuestra formación y hábitos conductuales requieren ser potenciados y cuáles deberíamos abandonar.

La tarea del desarrollo de una carrera profesional es muy diferente a lo que era solo 10 años atrás y no es evidente ni fácil de definir. Estamos probablemente apegados a lo que hemos aprendido en el pasado y que nos dio buenos resultados. Sin embargo, es clave desaprender y aprender de una forma distinta, desafiar y muchas veces cambiar los paradigmas de lo que funcionó en el pasado.

El coaching surge como una disciplina de comunicación que nos ayuda a entender lo que nos pasa, definir hacia dónde queremos movernos y poner en práctica estrategias, planes y acciones que nos ayuden a ir en el sentido adecuado. Los profesionales del deporte saben que las diferencias entre la victoria y la derrota son mínimas y sutiles.

La inmensa mayoría, si bien altamente talentosos, son apoyados por un coach que los ayuda a mejorar y a enfrentar las dificultades y obstáculos que se presentan en su difícil camino al éxito. La decisión de contar con un coach para mejorar el desempeño laboral o para descubrir nuevos caminos de crecimiento puede ser de gran relevancia y, al igual que para el deportista, debería considerarse como una inversión en la actividad que hemos elegido como profesión.

Esta práctica ya es habitual para muchos ejecutivos exitosos que comprenden que aquello que los trajo hasta aquí no es necesariamente lo que los llevará a alcanzar nuevos logros. Ellos utilizan esta poderosa herramienta como parte de un proceso de aprendizaje que es dinámico, continuo y evolutivo. Es más, incluso se sostiene en la actualidad que si no puedes ser coach de tu gente, no puedes ser un buen líder.

La educación tradicional busca la adquisición de conocimientos, mientras que el coaching apunta al descubrimiento de conversaciones, discursos y conductas que abran espacios de posibilidades, busca iluminar lo que está oscuro o difuso.

El verdadero cambio se logra trabajando sobre uno mismo, tomando conciencia de nuestras limitaciones, las reales y las aprendidas, aceptando nuestra ignorancia; y, finalmente, comprometiéndonos con acciones concretas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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