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Línea cortada: la preocupación gremial por la pérdida de influencia política de la Sofofa MERCADOS

Línea cortada: la preocupación gremial por la pérdida de influencia política de la Sofofa

Natalia Saavedra Morales
Por : Natalia Saavedra Morales Editora periodística El Mostrador Mercados
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Los dirigentes más antiguos coinciden en que no es fácil gobernar una instancia con más de 70 consejeros de diferentes empresas, edades y tendencias. “Bernardo (Larraín) tiene solo tres consejeros, que eran de la lista disidente y, así, es cuesta arriba a veces”, comenta uno de ellos. Para cierto sector es importante que Larraín se acople a buenos amigos, por ejemplo Pymes como la Conupia y dirigentes como Rafael Cumsille, porque son escuchados en esta pasada por el Gobierno.


Tenemos que mostrar unidad. Esa ha sido una de las frases que se han escuchado al interior de algunas ramas gremiales que han tenido que hacer eco de lo que, hace varias semanas, se viene comentando en círculos empresariales que pertenecen a una de las instituciones que mejor representa al sector privado: la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa). Desde su elección en mayo de 2017, por una abrumadora mayoría sobre Rodrigo Álvarez, Bernardo Larraín –heredero de la familia Matte, dueña de CMPC, entre otras inversiones– se ha empecinado en imprimir un nuevo aire a la Sofofa, la dotó de un equipo de gente joven, profesionales ad hoc para insertarla en las discusiones con una mirada moderna, sin pelos en la lengua, según ha dicho. Eso le ha valido algunos disidentes.

Cuando Julio Ponce regresó como asesor a SQM, algunos miembros más conservadores de la Sofofa le dijeron que no era quién para hablar de conflictos de intereses y también tuvo poco piso en el chat grupal cuando, hace un par de semanas y recién anunciada la reforma tributaria, envió una suerte de arenga señalando que no podían claudicar en medio del debate por la baja de tasas corporativas, algo que La Moneda ya descartó. El Presidente Sebastián Piñera le mandó recados por la prensa a Larraín Matte y, a la par, su mirada frente a la modernización tributaria se fue distanciando.

Mientras Alfonso Swett señaló que la apuesta debe ser negociar ciertos bemoles, al indicar que estaba dispuesto a pagar más impuestos si era necesario, Larraín dijo que no había que guiarse por apreciaciones personales.

[cita tipo=»destaque»]Quienes apoyan a Larraín, señalan que está abierto a debatir con argumentos y que lo que sucede es que el cambio de estilo que ha querido impartir en la Sofofa, exigiendo mayor transparencia, estándares éticos y sociales, no acomoda a todos. Sus detractores en el gremio, en tanto, creen que se trata de un problema de ego: una excesiva intención de figurar, mucha aparición en medios y “pocas nueces”.[/cita]

“Un día antes que Bernardo Larraín saliera a rebatir a Swett, hubo reunión del comité ejecutivo en la CPC. Larraín no asistió y en su reemplazo fue Gonzalo Said, quien planteó el malestar de la Sofofa frente a las palabras de Swett y pidió prudencia. Según cercanos a la Sofofa, su llamado fue compartido por, al menos, otras tres ramas. Esto lo niegan los cercanos a Swett, que aseguran que ha recibido apoyo de distintos sectores. Al día siguiente, en el consejo de la Sofofa también se conversó del tema y fue el abogado, Fernando Barros, el encargado de abrir el debate. Aseguran presentes que dijo no estar de acuerdo con las palabras del presidente de la CPC y con un alza de impuestos a las personas. Por su parte, Swett preguntó sobre si el camino en esta discusión tributaria era defender sin ceder nada o tender puentes para conseguir mejores resultados. Según testigos, aseguró que tenía el mandato de las ramas de la CPC para seguir el segundo camino. Y, según cuentan, es algo que vienen haciendo hace varias semanas en reuniones con parlamentarios de oposición”, relató un reportaje de Pulso el domingo 2 de septiembre, que definió la relación de ambos como en un punto de quiebre.

Si bien cercanos a los gremios dicen que las diferencias son normales en este tipo de procesos, hay un punto que sí preocupa a las compañías que integran la entidad gremial: la agenda parlamentaria y de interlocución que el gremio no está teniendo en el Congreso, como tampoco con el Gobierno. Los parlamentarios han querido tomar distancia de Larraín Matte, pues no es una figura que los ayude a verse mejor en las encuestas, debido a sus vínculos familiares, mientras que en la administración piñerista hay molestia con el dirigente empresarial por algunas de sus declaraciones, lo que le ha cerrado, temporalmente, la línea directa con La Moneda. Al interior de algunos ministerios vinculados con el mundo privado precisan que lo que ha sucedido es que, al buscar un interlocutor, todos optan por conversar con Swett, sabiendo que tiene un estilo más llano.

En ese contexto, para algunos consejeros de la Sofofa ha sido comentario obligado preguntarse si están perdiendo influencia en un momento clave de negociaciones. “Se está negociando el impuesto verde, clave para compañías del rubro de alimentos y bebidas, viene una reforma laboral y la reforma de pensiones y en esas discusiones hay que ver la forma de entrar con nuestra propia voz”, plantea un dirigente gremial.

Quienes apoyan a Larraín, señalan que está abierto a debatir con argumentos y que lo que sucede es que el cambio de estilo que ha querido impartir en la Sofofa, exigiendo mayor transparencia, estándares éticos y sociales, no acomoda a todos. Sus detractores en el gremio, en tanto, creen que se trata de problema de ego: una excesiva intención de figurar, mucha aparición en medios y “pocas nueces”.

Los dirigentes más antiguos de algunos gremios coinciden en que no es fácil gobernar en la Sofofa, donde hay más de 70 consejeros de diferentes empresas, edades y tendencias. “Bernardo tiene solo tres consejeros, que eran de la lista disidente y, así, es cuesta arriba a veces”, comenta uno de ellos.

Para cierto sector es importante que Larraín se acople a buenos amigos gremiales, por ejemplo, Pymes como la Conupia y dirigentes como Rafael Cumsille, porque son escuchados en esta pasada por el Gobierno. Y se han hecho esfuerzos en ese sentido, como cuando Larraín comentó los bemoles de la reforma, ocasión en que fue acompañado de dirigentes de gremios más pequeños.

“El foco de la Sofofa esa trabajar en buenas políticas públicas, potenciar nuestros gremios regionales y sectoriales y trabajar por mercados abiertos y competitivos. El desgaste podría ser de la cúpula pero no del día a día”, añade un dirigente.

Más allá del debate sobre la influencia, algo que saldrá en debate en los próximos consejos y que es lo que realmente inquieta a algunas empresas, es la red de contactos que tienen con el mundo parlamentario. “Los políticos de oposición no quieren recibir a Bernardo Larraín, porque son quisquillosos, porque el juego de la política es así y es algo con lo que hay que ingeniárselas”, apunta un cercano.

Con todo, será clave el aterrizaje que le pueda dar a sus ideas Larraín, en nombre de la Sofofa, en la Cámara de Diputados y en el Senado, ante las reformas que se vienen. ¿Será capaz de dejarse liderar y entender los canjes de la política? Está por verse.

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