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Los mercados emergentes fluyen, a pesar de todo Opinión

Los mercados emergentes fluyen, a pesar de todo

No es de extrañar que los mercados se cuelguen de cada pista de la Reserva Federal. Los diagramas de puntos, las previsiones y la orientación son más fáciles de entender –ese era el punto– que los intangibles como la agenda comercial del presidente o la evolución de Asia hacia un nuevo modelo económico. Salvo una calamidad, las tasas de la Fed subirán el 26 de septiembre.


La mera insinuación de Jerome Powell de que está listo para tomarse un respiro tendría a los inversores de mercados emergentes dando volteretas. Desafortunadamente, no resolvería todos los problemas. Una indicación del presidente de la Reserva Federal de que el constante aumento de un cuarto de punto en las tasas de interés de EE.UU. se acerca a una pausa, sería una oportunidad para que esos inversores recuperen algunos activos. El soplo de crisis en el mundo en desarrollo se disiparía. Disipar, pero no desaparecer. Las tasas de los Estados Unidos que desviaron a los inversionistas de los mercados emergentes fueron solo un problema; aliviar eso no será una panacea.

Es mejor pensar en un cambio de Fed como un paso necesario, pero insuficiente, hacia la señal clara. La política problemática y la política errónea se mantendrían en lugares como Turquía, Argentina y Sudáfrica, señala Federico Kaune en UBS Asset Management. Luego está el comercio. El choque arancelario entre los EE.UU. y China amenaza con trastornar las cadenas de suministro acumuladas durante décadas, especialmente para los países que subieron al poder como productores de bajo costo o ensambladores de componentes. Esas cadenas dirigieron la inversión directa, la fabricación, el nivel de vida y la educación.

De alguna manera, las cadenas de suministro fomentaron la clase media global. Pero algo ha cambiado en la forma en que la gente piensa sobre el comercio. Cuando se habla sobre el comercio como un juego de suma cero con ganadores y perdedores, es difícil imaginar un retorno a los felices días de la globalización, independientemente de cuándo Donald Trump abandone la escena. No es de extrañar que los mercados se cuelguen de cada pista de la Reserva Federal. Los diagramas de puntos, las previsiones y la orientación son más fáciles de entender –ese era el punto– que los intangibles como la agenda comercial del presidente o la evolución de Asia hacia un nuevo modelo económico. Salvo una calamidad, las tasas de la Fed subirán el 26 de septiembre.

No tengo idea de si Powell o el Comité Federal de Mercado Abierto indicarán que hay una pausa en el horizonte. Las propias proyecciones publicadas de la Fed sugieren que las tasas se están cerrando en un nivel que ni restringe ni estimula la economía. Es probable que se le pregunte al presidente al respecto en su conferencia de prensa posterior al cónclave en tres semanas. Los inversores estarán escuchando atentamente. Los aumentos más lentos en las tasas de los Estados Unidos darían un respiro a los mercados emergentes, pero sería una lástima si eso retrasara el pensamiento duro sobre el impacto de las guerras comerciales en los modelos económicos, especialmente en Asia. Incluso la distensión en la disputa entre EE.UU. y China no borraría esta dinámica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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