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Opinión: Formando MBAs con responsabilidad social


En los últimos años hemos sido testigos de una serie de eventos, tanto en Chile como en el mundo, que tienen como telón de fondo la irresponsabilidad. Recordemos el caso La Polar, los mediáticos y famosos 33 mineros de la mina San José, o el desastre petrolero del golfo de México en 2010 y otras muchas situaciones que se han producido. Pero, ¿qué tienen en común todos estos eventos? Que muchas de las decisiones que detonaron estos accidentes y tragedias fueron tomadas por profesionales formados en las mejores universidades de Chile y el mundo. Más aún, el factor común que se determinó en la crisis subprime fue que la mayoría de los profesionales que estuvieron involucrados tenían un MBA o doctorado en economía, finanzas o matemáticas.

Algunos piensan que la responsabilidad social profesional y la ética, son valores entrenados en el núcleo familiar y que las instituciones educativas no tienen nada que hacer al respecto. En cambio otros, creen que el colegio y las universidades son las encargadas de desarrollar la competencias de responsabilidad social profesional y compromiso ciudadano. Esta última hipótesis fue la que tomó la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, siendo la primera escuela de este tipo del país en tomar una opción concreta para trabajar en la formación de profesionales que tengan un sentido del entorno en el que trabajan y no solo un conocimiento técnico a plasmar en ese entorno.

Para lograrlo se creó un modelo de aprendizaje y servicio que intencionara el desarrollo de competencias a través de actividades que se realizaban normalmente en un proceso de enseñanza y aprendizaje. Y se evidenció, en el tiempo, que sí era posible dotar a nuestros estudiantes de un mayor sentido de responsabilidad con sus entornos y, además, que si era posible diseñar actividades prácticas que tuvieran sentido formativo. Uno de los componentes más importantes de este modelo son las prácticas sociales obligatorias que se establecieron en la reforma curricular del año 2012 en la carrera de Ingeniería Comercial de la Chile. La implementación de las cuales ha generado interesantes discusiones en las distintas áreas académicas de la Universidad de Chile, ya que obliga a los alumnos a empaparse de la realidad social y a vincular su disciplina con los desafíos país en contextos reales, con una mirada crítica y reflexiva dentro de su quehacer profesional. Somos, en este momento, la única carrera de Ingeniería Comercial del país que tiene una práctica social obligatoria como requerimiento curricular formal. El día 3 de abril firmamos un acuerdo para proveer estas prácticas sociales a nuestros estudiantes con Acción RSE la asociación de empresas privadas que lideran la responsabilidad social en Chile.

Las discusiones que ha generado esta gran reforma han estado centradas en la obligatoriedad de la práctica social, lo que naturalmente nos lleva a debatir sobre cómo estamos formando a los futuros profesionales del área de economía y negocios. Una formación integral debería tener como principio que este futuro profesional no sólo vele por sus intereses sino también por el bienestar común y sostenible de la sociedad. La opción que tomamos en FEN ha sido de mantener la obligatoriedad pero permitir a los estudiantes hacer una “objeción de conciencia” en contra de una práctica y sustituirla por un curso. Esperamos, por cierto, que nadie lo haga.

Queremos formar profesionales que se hagan preguntas. ¿Es una opción perjudicar el estándar de vida de los consumidores si es que eso genera utilidades? ¿Es una opción pagar precariamente a los trabajadores? ¿Es una opción el daño ambiental? Si continuamos en la senda de formar profesionales preocupados sólo del balance final, probablemente la respuesta a todas las preguntas sea sí. Si nos enfocamos en formar profesionales éticos e integrales, lo más probable es que la respuesta sea diferente o, quizás, nos ayuden a formular las preguntas de un modo distinto.

Estos cuestionamientos se transforman en futuros desafíos que debe enfrentar un profesional tanto en el ámbito público, como también en el privado y ciudadano. Es por esto que las prácticas sociales se vuelven un imperativo en el proceso de enseñanza y aprendizaje, que los prepare para poder discernir adecuadamente en términos de responsabilidad social sus decisiones como futuros profesionales. En FEN.UChile las hicimos obligatorias. ¿Alguien más se atreve?

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