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Las duras acusaciones de Dieter Linneberg contra César Barros en caso Cascadas

Héctor Cárcamo
Por : Héctor Cárcamo Periodista El Mostrador Mercados
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Las cosas por su nombre. El pasado 8 de diciembre, el polémico y carismático presidente de La Polar, César Barros, publicó una columna de opinión en La Tercera. En ella llama a “cuidar las formas” en el caso Cascadas, advirtiendo que se transformó en una guerra que puede dañar profundamente al mercado de capitales, sobre todo porque, a su juicio, no está claro que lo hecho por Julio Ponce Lerou, sea ilegal.

En su columna, Barros recordó la inocencia de empresarios connotados durante la crisis bancaria de principios de la década de los 80, que en su momento fueron denostados antes de tiempo, y advierte de las terribles consecuencias que tuvo la primera guerra mundial para los involucrados. En ese momento llamó a “cuidar las formas”.

Su comentario no es el primero que hace sobre el caso. Antes lo abordó en un seminario en el cual afirmó que quienes invirtieron en las cascadas sabían en lo que se estaban metiendo y, por ende, no podían quejarse después.

Pero esta vez, sus palabras no dejaron indiferente al mercado y ayer tuvieron una dura respuesta. La envió a través del mismo medio el director ejecutivo del Centro de Gobiernos Corporativos de la Universidad de Chile, Dieter Linneberg.

En su Carta Abierta al Pacificador de Las Cascadas, el economista abandona la costumbre que domina al establishment empresarial de no enfrentarse públicamente y enfrenta a Barros con su tejado de vidrio y el exceso de sus comparaciones. Le recuerda que en el directorio de La Polar tiene a Aldo Mota, un ejecutivo de confianza de Ponce, que lidera las cascadas claves de SQM y que fue formulado de cargos por la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS).

Linneberg no lo menciona, pero no es el único conflicto de interés de Barros con el mundo de las cascadas. Como relata el libro Llegar y Llevar, de Hugo Traslaviña, Barros llegó a La Polar para sacarla del infierno luego de ser contactado por Leonidas Vial, a la sazón (y actualmente) presidente y socio de la corredora LarrainVial, que tenía una alta participación en la propiedad del retail y que fue quien lideró las gestiones para salvar la compañía. Entre otras cosas, porque fue la propia LarrainVial la que había recomendado pocos días antes invertir en instrumentos financieros de la multitienda, operación en la que perdieron millones de dólares diversos inversionistas, entre ellos Raimundo “paila” Valenzuela, como recordó este medio a propósito de las compras de acciones de CorpBanca que investiga la SVS.

Leonidas Vial y la corredora, que sigue en la propiedad de La Polar, fueron sindicados por el titular de la SVS como “sociedades instrumentales” en el esquema que habría creado Ponce Lerou para realizar las numerosas transacciones de acciones de las cascadas y SQM, que le habría generado millonarias ganancias a ambos y pérdidas similares a los accionistas minoritarios.

“Los consejos de César Barros serían más atendibles si no coincidieran con el clima de amenazas que han creado los controladores de SQM; si tomaran en cuenta el reclamo de los inversionistas minoritarios como se ha tomado en otros casos el de los consumidores, y si no compartiera el directorio de La Polar con uno de los ejecutivos más cercanos a Ponce Lerou y que por esa razón ha sido también imputado en los cargos de la SVS”, señala el director del Centro de Gobiernos Corporativos de la Universidad de Chile.

Linneberg contradice diametralmente a Barros respecto del caso, señalando que Ponce Lerou nunca permitió acceso a información a Moneda Asset Management y las AFP, por lo que éstos debían actuar como lo han hecho. “Lo menos que se les puede pedir a los inversionistas –y en el caso de los administradores de fondos de terceros, como las AFP, por imperio de la ley– es que protejan los intereses de sus afiliados y clientes. Cuando el agresor muestra una total intransigencia hacia los reclamos de quienes se sienten agredidos, es muy difícil que se guarden las formas. Sería como pedirles a los consumidores, accionistas y acreedores engañados por La Polar que tuviesen prudencia para cautelar sus derechos. Eso Barros lo conoce mejor que nadie”, disparó el economista, atacando la fibra del rol que juega Barros en la atribulada multitienda.

Pero no se quedó ahí. Atacó directamente el mensaje enviado por Barros, en particular respecto de la transparencia del mercado, dado su crucial rol en una empresa que se ha levantado como el símbolo de la peor forma de hacer negocios en el país y, además, en días en que se acerca el inicio del juicio contra los ejecutivos que lideraron La Polar cuando estalló el escándalo que luego Barros vino a intentar remediar. “Resulta alarmante que el presidente de una empresa que no tiene controlador, sino sólo accionistas minoritarios, pueda siquiera esbozar la inconveniencia de que estos temas se hagan públicos, ya que perjudica nuestro mercado de capitales”, dijo Linneberg.

Agrega, en alusión a la estrategia de los abogados de Julio Ponce: “lo no-formal, lo que no cuida las formas, es descalificar a esas autoridades, acusarlas de dobles intenciones y hasta querellarse en su contra con imputaciones gravísimas. Lo que no cuida las formas es invadir el mercado con amenazas, incluyendo al Presidente de la República”.

Una última afirmación del experto en gobiernos corporativos remece la memoria de Barros. “César Barros parece no tener a la vista lo que escribió en julio de 2010: ‘Cualquier medida que afecte a un cartel, o a un grupo de privilegio, se va a topar con un lobby espectacular, liderado por verdaderos lobos que van a defender a muerte sus privilegios en peligro, reclutando para su épica a no pocos connotados colegas economistas, que entre buen cheque y una renuncia a las buenas políticas públicas no suelen tener conflicto alguno’.

“Esta es una muy buena descripción de la conducta de una de las partes en el caso cascadas, no de todas”. Linneberg cierra su columna con una frase desafiante hacia la proclama de paz de Barros. “La paz siempre es bienvenida. Pero la paz Ponce no es paz, sino agresión”.

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