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Opinión: Nuevo gobierno de Michelle Bachelet debe revisar el TPP


La negociación del TPP (Trans-Pacific Partnership), que pretende ser un gran bloque comercial del área Asia-Pacífico, compuesto por países con los cuales Chile ya tiene TLCs (EE.UU., Australia, Canadá, Japón, México, Malasia, Singapur, entre otros) se encuentra en una etapa crucial, dada la ascendente ola de cuestionamientos que ha recibido.

No sólo intelectuales y premios Nobel de economía de la talla de Joseph E. Stigliz y Paul Krugman lo han criticado severamente, sino el propio Congreso de EE.UU. le ha negado recientemente al Gobierno del Presidente Obama la aprobación del mecanismo denominado fast track negotiating authority, el que hace más expedita la aprobación de un tratado internacional por parte del Poder Legislativo. Ello ha sido interpretado como una clara señal de desconfianza, por parte del Congreso norteamericano, respecto del actuar de su Gobierno en la negociación del TPP.

A nivel local, el recién asumido Gobierno de la Presidenta Bachelet, por intermedio de su Canciller Heraldo Muñoz, ha expresado, coherentemente con lo prometido en el programa de Gobierno, que se va "(…) a ver la letra chica de lo que se negoció en el Gobierno anterior”. El cambio de visión del Gobierno de Chile respecto del TPP, con la nueva administración, ha sido evidente. Ya no más una visión positiva a ultranza, sino una más prudente, reflexiva y cautelosa, que, aparentemente, busca desentrañar si existen verdaderos beneficios en pertenecer a este bloque comercial para Chile.

¿Por qué esta necesaria cautela? Porque, en términos generales, el TPP obliga a los países a adoptar numerosas regulaciones, que muchas veces no son adecuadas para aquellos en vías de desarrollo como el nuestro, sino que más bien miran al interés de países desarrollados y sus industrias. Esos serían los costos del TPP para Chile. ¿Y los beneficios? Ninguno evidente, ya que nuestro país tiene ingreso preferencial para sus productos en todos los países del TPP, gracias a los TLCs, como bien lo explica el actual ministro de Agricultura y ex Director General de DIRECON, Carlos Furche, en un informe del año pasado.

Gran parte de los temores que genera este acuerdo, se deben a la falta de trasparencia que ha rodeado a toda esta negociación y su impacto para el acceso a medicamentos, el conocimiento, además de materias laborales, medioambientales, limitaciones para los bancos centrales y empresas estatales, etc.

Sobre esta materia se ha dicho que la absoluta confidencialidad es necesaria para concluir exitosamente la negociación, ¿en beneficio de quién?

Curioso es ver que EE.UU. y la Unión Europea (UE) negocian en paralelo otro gran acuerdo internacional denominado Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP), que es de una ambición y alcance al menos similar el TPP. Pues bien, a diferencia de lo que ha pasado con el TPP, la UE dispone de una página web oficial sobre el TTIP con un nivel de información sustancialmente superior a lo existente en cualquier parte del mundo sobre el TPP. ¿Por qué no seguir ese y mayores estándares de trasparencia en la negociación del TPP?

La cantidad y relevancia de las materias que toca el TPP, y el impacto que va a tener sobre la vida de las personas, lo amerita.

Además, el protocolo de confidencialidad firmado por los países del TPP (pero que no cumplió con los debidos requisitos constitucionales chilenos), permite mayores espacios de trasparencia y participación ciudadana en la negociación de este acuerdo.

La nueva administración del Gobierno de Chile tiene la oportunidad única de demostrar que mayores espacios de trasparencia y escrutinio democrático son posibles. ¿Lo hará o seguirá la triste senda del Gobierno anterior, manteniendo la opacidad de la negociación?

José Luis Cárdenas T.
Abogado, LL.M. & Ph.D. y Académico

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