En estos días se discute una de las reformas tributarias más profundas de los últimos años. Si la evaluamos desde el enfoque de redistribución de riqueza y con el prisma de grandes vs. chicos, algunas de sus medidas parecieran ser razonables. Pero mirada desde el enfoque de la generación de riqueza y con el prisma de establecidos vs. nuevos, en particular para emprendedores de alto potencial, la reforma es un retroceso.
En un estudio de la Fundación Kauffman que analiza la generación de empleo en Estados Unidos entre 1977 y 2005 ("The importance of Start-Ups in Job creation and Job destruction", Tim Kane, julio 2010), se concluye que el 100% del empleo neto lo generan las empresas nuevas.
Todos estamos de acuerdo en que los niveles de concentración económica de Chile son vergonzosos. Pero la solución sustentable a ese problema, más que expropiar a los establecidos, es apoyar a los nuevos. En este sentido, fomentar que los emprendedores reinviertan sus utilidades va precisamente en la dirección correcta, pues la utilidad de los primeros años (para los pocos que la alcanzan), no sólo es una gran fuente de financiamiento sino una motivación importante para seguir avanzando.
Conozco a muchos emprendedores en Chile. No recuerdo a ninguno que haya retirado utilidades durante los primeros 5 años más allá de lo mínimo que necesitaba para vivir. La mayoría porque no podía, los que sí porque no querían disminuir el crecimiento. Si consideramos además el precario acceso a financiamiento de las pymes, cualquier aumento en la carga impositiva tendría que ser financiado con deuda (capital de trabajo) cuyo costo financiero bordea el 40%. Sí el gobierno puede endeudarse a un 2,379% en el mercado internacional como lo hizo en 2012, carece de todo sentido que se financie con emprendedores que están obteniendo rentabilidades superiores al 40% y generando el 100% de los empleos netos en nuestra economía.
Dos propuestas concretas pro emprendimiento/empleo:
Crear un beneficio especial de reinversión de utilidades para las sociedades afectas o no a IVA (de servicios profesionales, no de inversión) que facturen hasta $1.000 millones al año, para que sólo paguen al retirar y no al devengar.
Permitirles a las empresas que facturen entre $1.000 y $5.000 millones al año endeudarse con el fisco a un 5% de interés anual para pagar sus impuestos –equivalente al costo de capital de las empresas grandes–.
Considerando que al quinto año el 80% de los emprendimientos fracasa y al décimo sólo queda 1 de 10, quizás podríamos acotar estas propuestas para los 10 primeros años.
El camino para los emprendedores en Chile es muy difícil. La reforma tributaria aumentará la pendiente, frenará el crecimiento y afectará la creación de empleo. El resto es música.
Nicolás Shea
Fundador
Asociación de Emprendedores de Chile (ASECH)
