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«The Guardian» dice que Obama tiene el poder de parar a los buitres y sacar a Argentina de default


Una simple notificación, o “comity”. Eso es todo lo que necesita hacer Barack Obama para hacerle saber a la corte del juez Griesa que la actitud del fondo de covertura de Paul Singer “está interviniendo con la política exterior del gobierno”.

Por lo menos así lo explica el periodista norteamericano Greg Palast, columnista y bloguero del medio británico The Guardian, autor del libro “El picnic de los buitres” y especialista en fraude corporativo y estafas organizadas.

Palast asegura que Obama “puede evitar que el fondo buitre del millonario Paul Singer reciba un solo centavo de Argentina, invocando la cláusula constitucional de la ‘separación de poderes”. Eso bastaría para “detener a los buitres que intentan devorar a Argentina”.

De acuerdo al periodista, al presidente de Estados Unidos le basta con invocar un principio denominado “de cortesía” (“comity”) e informar al juzgado federal de Griesa que la demanda de Paul Singer “interfiere con la autoridad del presidente”.

De hecho, el investigador alude a que esta cláusula ya fue aplicada por George W. Bush al mismo fondo de Paul Singer, cuando quiso hacerse con inversiones congoleñas, aun cuando Singer es un reconocido financista de campañas republicanas en Estados Unidos.

Palast explica que el Departamento de Estado advirtió al juez que adoptar las teorías jurídicas de Singer –por las cuales es reconocido- “podría impedir los acuerdos de reestructuración soberana en todo el globo”.

Sostiene que el ejemplo está en Grecia, donde Singer y Kenneth Dart intentaron derrumbar un inmenso pago del Gobierno griego en plena crisis económica europea (2012), “en un intento de crear un masivo default de bancos a lo largo de Europa”.

Con sus ataques y su voracidad, describe en la columna, Singer “se ha ganado cada pluma de buitre”.

A través de su columna, Palast trata de determinar por qué el presidente, pese a hacer público su apoyo a la causa argentina, no ha tomado cartas en el asunto. Literalmente.

Y las conclusiones caen en los costos políticos que le significarían tanto a su gobierno como a los demócratas, ya que el poder de Singer se extiende a través de diferentes maquinarias de influencia que controla en Estados Unidos.

El columnista explica que Obama ya enfrentó a Singer en 2009, cuando el inversionista intentó tomar el control de Delphi Automotive, proveedor de Chrysler y General Electric y el presidente terminó pagando los costos: Singer finalmente se quedó con la firma, cerró 25 de las 29 plantas y recortó 25 mil empleos, movimiento que le generó 1.3 mil millones de dólares.

Con el cese de pagos, comenta, Paul Singer “desbloqueó su cuenta de miles de millones de dólares y se transformó el mayor donante a la causa republicana”, con la que canaliza dineros a fundaciones y centros de estudios a los que sin rechistar, les entrega un millón de dólares para ataques políticos directos.

“En otras palabras, hay un precio por cruzarse con a Singer. Y a diferencia de la presidenta de Argentina, Obama no parece dispuesto a pagarlo”, concluye Palast.

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