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Silicon Valley es el Wall Street de la década de los noventa


Los jóvenes talentosos que quieren cambiar el mundo ingresan al sector de tecnología, y los que sólo quieren dinero van a Wall Street. ¿No es así? Colin Fan, uno de los jefes de banca de inversión de Deutsche Bank, dice que ahora es al revés. Tal vez esté en lo cierto.

Fan es el gerente enojado al que en un reciente video viral puede verse mientras explica a los operadores del mayor banco de Alemania que tienen que actuar como si vivieran en una casa vidriada y actitudes como maldecir y jactarse estuvieran pasadas de moda. Esto es lo que dijo cuando un entrevistador del Financial Times le preguntó si la nueva cultura de prudencia y moderación alejaba a los operadores:

Algunas personas tienen las finanzas como único motor y se vuelcan a espacios menos regulados, tal vez a la tecnología o quizás a los fondos de cobertura. Les deseamos lo mejor. Son personas que, de todos modos, probablemente no encajen en el nuevo medio bancario.

La pregunta de si Silicon Valley es la nueva Wall Street es polémica. Los comentaristas experimentados de tecnología, los que han visto evolucionar el sector con el paso de los años, sostienen lo opuesto. Galen Gruman califica a la tecnología de “melliza mala” de la banca, mientras que Dan Gillmor, del Atlantic, dice que la tecnología aún tiene un largo camino por delante antes de llegar a niveles tan bajos. De todos modos, Silicon Valley y Wall Street se mencionan cada vez más en la misma frase debido a algunas áreas en las que se han enfrentado.

La primera es la competencia por el personal talentoso. Tanto los bancos como las compañías tecnológicas buscan programadores de primera y están dispuestos a ofrecer abultados salarios desde el comienzo. Un emprendimiento de Silicon Valley ofreció hace poco US$250.000 más acciones a ingenieros –más del doble del promedio salarial del sector– para disuadirlos de acudir a Wall Street. Una creciente cantidad de egresados de administración también se vuelca a las empresas de tecnología.

Las motivaciones ostensibles son hacer una diferencia o impulsar la innovación, pero en muchos casos la industria más joven ofrece mejores sueldos y condiciones de trabajo que los bancos en extremo regulados. En todo caso, estos flamantes MBA desempeñarán tareas del tipo de las de Wall Street, como marketing y finanzas.

Las compañías tecnológicas tampoco buscan ejecutivos bancarios para crear códigos. Se trata de profesionales a los que se necesita para la conformación de equipos propios de fusiones y adquisiciones para sortear a los bancos de Wall Street. Adrian Perica, jefe de fusiones y adquisiciones de Apple, trabajó antes para Goldman Sachs, así como el máximo responsable financiero de Twitter, Anthony Noto.

La era de ‘Liar’s Poker’

Las transacciones de Silicon Valley, ya sea de las propias empresas tecnológicas o a través de poderosos capitalistas de riesgo, están libres de la presión reguladora de la banca tradicional. Eso significa, entre otras cosas, la libertad de intercambiar insultos como lo hacían los rivales de Wall Street en la era de “Liar’s Poker”. Una de las principales estrellas del sector de capital de riesgo, Marc Andreessen, calificó hace poco al inversor activista Carl Icahn de mentiroso y difamador. Es difícil imaginar que un personaje encumbrado de Wall Street use ese tipo de lenguaje en la actualidad.

Hay otras similitudes evidentes entre Wall Street en su apogeo de los años 90 y el sector tecnológico actual, entre ellas una cultura de predominio masculino. El consejo que dio el máximo responsable ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, a las mujeres que consideran que su sueldo es injustamente bajo –hay que confiar en el sistema y el buen karma llegará solo– no fue bien recibido, pero dudo que un banquero que hubiera hecho declaraciones similares hubiera salido tan bien parado.

También está el abierto desprecio por las reglas del que hacen gala compañías como Uber y Airbnb. El Better Business Bureau acusó al primero de dar un precio a los pasajeros y luego cobrar otro más alto, y en Berlín ha eliminado su tarifa por milla por debajo del costo a los efectos de sortear una prohibición de las autoridades municipales y seguir operando mientras hace lobby por un cambio de las reglas.

Gillmor escribió que “Silicon Valley no es equiparable con Wall Street en lo que respecta a corrupción sistémica y manipulación”, y asegura que los banqueros “diezmaron la economía con la ayuda de sus aliados bien recompensados en Washington”. El sector tecnológico se pone al día con rapidez: Google tiene el octavo mayor gasto en lobby de los Estados Unidos este año, mientras que Uber ha contratado al ex director de campaña del presidente Barack Obama.

Embajadores de Estados Unidos

Ahora con frecuencia se considera que Google y otros gigantes de Internet de los Estados Unidos son embajadores del gobierno del país, tal como Goldman Sachs y sus pares lo fueron hasta hace poco. La opinión pública aún está dispuesta a mostrarse tolerante con las compañías tecnológicas porque hacen una visible contribución al cambio de nuestra forma de vida y porque los genios tecnológicos son más divertidos que los financistas rígidos.

Eso no significa, sin embargo, que los papeles públicos de dos sectores inundados de dinero no puedan revertirse algún día. Si la regulación bancaria logra convertir Wall Street en una ciudadela de responsabilidad poblada de moralistas prudentes, amables y políticamente correctos, los tiburones tecnológicos libres podrían pasar a ser villanos odiados en el mundo entero. Los jóvenes con mentalidad cívica, se inclinarían entonces por la banca para contribuir a mantener la salud de la economía nacional, y los codiciosos llevarían sus enormes egos a la Costa Oeste. Por lo menos hasta que también se regule el sector tecnológico.

Leonid Bershidsky
Columnista de Bloomberg

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