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Al Banco Central le faltó referirse a la reforma tributaria en el IPoM


A nadie debió sorprender demasiado la importante rebaja en las proyecciones de crecimiento de la economía local incorporadas en el reciente Informe de Política Monetaria (IPoM) del Banco Central. Ya lo adelantaban diferentes encuestas (CONSENSUS, EEE, REUTERS) y el instituto emisor no hizo más que ponerse a tono, pasando de un intervalo 3,0%-4,0% en marzo a 2,5%-3,5% para el crecimiento del PIB en 2014, mientras que la demanda interna es rebajada de 3,3% a 1,7%, con un cambio de signo en la proyección de formación bruta de capital fijo (inversión) de 0,8% a -0,7%, acompañado también de expectativas de menor dinamismo del consumo total de 4,1% a 3,4%. Este pronóstico no hace más que confirmar que si nuestra economía siquiera logra crecer al 3% que hoy se avizora, será producto de un empujón de la demanda externa.

Hasta acá nada muy novedoso. Lo que sí resulta más interesante es que el Banco Central explícitamente comunica que los impactos de la reforma tributaria, más allá de posibles efectos en expectativas, no han sido incorporados aún en sus proyecciones. Así, por ejemplo, si la reforma se aprobase tal como está hoy y mantiene la depreciación instantánea durante un año para todas las empresas, podríamos encontrarnos con un importantísimo rebote transitorio de la inversión mientras dure la medida, seguido por una pronunciada caída en los años que le sigan, según sugiere la mayor parte de la literatura internacional y los pocos estudios empíricos para Chile.

Ahora, más deseable e interesante aún sería que el Banco Central se pronunciara sobre sus estimaciones respecto de los posibles efectos sobre el crecimiento de tendencia de la reforma tributaria. Después de todo, si bien la literatura especializada se divide entre estudios que consideran que alzas de impuestos tienen efectos más bien transitorios sobre la inversión y el crecimiento –aunque permanentes en el nivel–, otra línea sugiere que incluso el crecimiento de largo plazo de la inversión podría verse afectado y, por consiguiente, el PIB de tendencia.

Y esta no es una consideración secundaria o trivial para el actuar del instituto emisor (o cualquier banquero central), después de todo un concepto bastante seguido, como la brecha de producto, nace de la diferencia entre cuánto se estime que sería el crecimiento tendencial de nuestra economía y lo que realmente se espera observar.

Hoy, en el contexto de menor dinamismo y relativamente alta inflación que experimentamos –tanto para el IPC como sus medidas subyacentes– gran parte del aumento de precios suele atribuírsele a traspaso desde el tipo de cambio, pese a que en la edición de marzo del IPoM se enfatizó especialmente en lo mucho que ha caído el impacto del tipo de cambio sobre la inflación (coeficiente de traspaso).

Esto se ha prestado para que analistas comiencen a especular que a lo mejor parte de la inflación no estaría necesariamente ligada sólo a la depreciación del peso, sino también a que el crecimiento tendencial de la economía chilena sería mucho más bajo de lo que creíamos (el 4,8% del comité de expertos citados por Hacienda parece bastante distante), que la brecha de producto es mucho menor de lo que muchos estiman, y que por lo tanto la inflación podría ser un problema más persistente que lo anticipado, limitando absolutamente el rango de acción del Central para nuevos estímulos monetarios.

Cuánto habrá de cierto en estas especulaciones, no es del todo claro, pero si el Banco Central comunicara lo que piensa respecto al impacto de la reforma en el PIB tendencial, sin duda ayudaría a esclarecer sus futuros movimientos.

Francisco Klapp
Investigador Programa Económico
Libertad y Desarrollo

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