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Casa&Ideas: el Imperio Russo que conquista y abandona territorios


Parte del trance que vive Casa&Ideas se llama Mauricio Russo. Quienes lo conocen sostienen que le cuesta delegar, es inquieto y está encima de todo. Ha entrado y salido cuatro veces de la gerencia general.

Oscar Andwanter, el primero que nombró en el cargo, estuvo un año; Susana Tonda, ex brazo derecho de Sebastián Piñera, seis meses; Gustavo Gómez, el último en ocupar el puesto, tres años. Su relación con la diseñadora Claudia Venegas, gestora de la clave del éxito, a la que él le cedió un 10 % de la propiedad, se quebró a fines de 2010. Ella dejó el directorio y su cargo, luego se fue a asesorar a Ripley, la cadena de los primos hermanos de Russo, y regresó este año.

Su otra característica es que es superlativo. El sueño del fundador de este hito del comercio que, en 19 años, abrió 34 tiendas en Chile, 13 en Perú, tres en Colombia y dos en Bolivia, era abarcar todo Estados Unidos.

El directorio había aprobado tres tiendas en Florida para 2011, pero en el intertanto Celfin comenzó a negociar su venta a BTG Pactual, la decisión de instalarse con todo quedó en el aire, la crisis en Estados Unidos se agravó y la cadena ya había enviado mercadería para tres tiendas.

Con un solo local en Miami, abierto hace dos años, los números no dieron. Se gastaron US$ 8,5 millones y las pérdidas a junio pasado sumaban US$ 2 millones, por lo que se cerró.

Esa es una de las razones por las cuales ahora la empresa renegocia pasivos bancarios por casi US$ 50 millones, de forma tal de pagar sólo intereses este año e ir amortizando capital e intereses en los siguientes hasta completar la mitad de los pasivos en 2018.

Los socios de Celfin le compraron el 30 % de la cadena a los inverionistas que entraron a través de sus fondos, entre ellos, las AFP, y terminaron vendiéndole ese paquete a Russo y Venegas en US$ 1 millón. El mismo por el que el banco de inversión pagó US$ 18 millones en 2005.

Así la compañía vuelve a sus fundadores y se cierra.

Russo sabe de dificultades. Era el mayor importador de telas de Chile —sueño que persiguió hasta alcanzarlo— cuando Distexa, la empresa que fundó en 1982, en plena crisis, que vendía géneros a las grandes marcas de ropa, se topó con dos crisis, la asiática y la de la confección por las importaciones.

Él se quedó con una deuda bancaria de US$ 16 millones que pagó religiosamente hasta 2002. Hipotecó su casa. En esta pasada se habrían prendado las acciones y la marca.

Lo salvó la génesis de Casa&Ideas que eran dos tiendas de ropa de cama en Vitacura y el Outlet del Parque Arauco en Maipú, abiertas en 1993 y que fueron creciendo en número y artículos hasta llegar a 15 mil.

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