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Londres 2012: la maldición o la ventaja de jugar en casa

Gran Bretaña marcha 20º en el medallero de los Juegos Olímpicos, no tiene ningún oro y ya suenan las campanas de alarma. ¿Cuánto incide la localía en el desempeño?


Al despuntar el cuarto día de los Juegos, muchos británicos, que ven a su equipo 20º en el medallero, con una plata y dos bronces, se preguntaron si la condición de local les está siendo favorable o desfavorable.

Los comentaristas han destacado las medallas «perdidas» en el ciclismo (Mark Cavendish en ruta), clavado sincronizado (Tom Daley y Pete Waterfield) y natación (el bronce de Rebecca Adlington en 400m libres «debió» ser oro) casi tanto como uno de los mayores éxitos en la historia olímpica británica, el bronce en gimnasia artística.

Caramba, si la medalla anterior en gimnasia fue hace 100 años y en realidad no se debería contar como antecedente, porque aquella gimnasia no tiene nada que ver con la que se practica ahora.

(Digamos, de paso, que los comentaristas británicos reconocen que en la especialidad de clavado los mexicanos Germán Sánchez e Iván García -medalla de plata- ejecutaron la zambullida más compleja técnicamente).

La gimnasia nunca ha sido el fuerte de los británicos y el bronce los deja más que satisfechos, a pesar de que en cierto momento se había anunciado que tenían la medalla de plata, por un error en la calificación de Japón, que apeló y finalmente quedó en segundo lugar, detrás de China.

Cuestión de temperamento

Lo cierto es que la condición de local tiene tanto que ver en las medallas «perdidas» como en las ganadas, y el hecho de que a esta altura 19 naciones estén por delante en el medallero no altera para nada las expectativas.

Histórico bronce para la gimnasia artística británica por equipos.

Para ciertos deportistas, el hecho de ser local es un aliciente, para otros es una responsabilidad que limita su rendimiento.

Es una cuestión de temperamento, claro, pero una de las responsabilidades de los directores de equipo es seleccionar a los atletas con el temperamento adecuado, es decir los que se sentirán estimulados en vez de apocados.

Pero esto no es tan fácil como parece, ya que los deportistas tienen sus altibajos emocionales como cualquiera.

Todos los pronósticos de organizaciones especializadas reconocen la ventaja del local, con diferentes porcentajes según el método que hayan seguido.

Los que hemos visto fluctúan entre 20% (Infostrada Sports) y 56% (Goldman Sachs).

La testosterona

Además de las razones de sentido común (horarios, comidas, hábitos, etc) que explican la ventaja del local, se suele mencionar que el hombre, igual que los animales, se comporta en forma más agresiva en defensa de su territorio supuestamente amenazado.

En distintos estudios científicos se ha detectado un fuerte aumento de testosterona en deportistas locales, en particular los defensores en deportes con portería.

Sí, más los defensores que los atacantes: esto enfatiza el impulso ancestral a la defensa como local, más que al ataque, que tendría otras motivaciones.

El efecto de la testosterona, aparte de la agresividad, que está relacionada con la motivación y el esfuerzo, también tiene que ver con la velocidad de reacción: llegar a la pelota una décima de segundo antes que el rival puede ser decisivo.

¿O es el favor de los árbitros?

Pero en enero del año pasado la revista estadounidense Sports Illustrated restó credibilidad a este tipo de explicaciones, llegando a la conclusión de que el verdadero factor es el tratamiento de privilegio que los árbitros dan al local.

Alan Nevill, un experto de la Universidad de Wolverhampton, ha informado de un experimento en que un panel de árbitros de fútbol juzgó diferentes jugadas en vídeo: «Algunos podían escuchar el ruido del público y otros no; pues bien, los que podían escuchar el ruido del público, favorecieron mucho más al local».

Este tipo de presión es típica en los deportes que son juzgados con cierto grado de subjetividad, como la gimnasia, precisamente, que fue motivo de gran agitación durante la jornada del lunes.

El caso del juez japonés

Decepción británica en los clavados.

Se dijo que la calificación errónea al último ejercicio del gran gimnasta japonés Kohei Uchimura, considerado uno de los mejores de todos los tiempos, había sido distorsionada, de buena o mala fe, para favorecer al equipo local.

En realidad, como lo aclara en un revelador despacho Amaya Iríbar, del diario español El País, uno de los dos jurados que calificaron la dificultad (los otros jurados califican la ejecución) era precisamente un japonés.

El equipo nipón apeló con éxito y de cuarto pasó al segundo lugar, relegando a Gran Bretaña al tercero.

¿Fue un caso de favoritismo inconsciente, que afectó incluso al jurado japonés? ¿O simplemente un error de buena fe, que las autoridades tuvieron el coraje de reconocer y corregir, provocando una airada reacción del público?

Métodos indirectos

De lo que no cabe ninguna duda es que los organizadores siempre tienen a mano una panoplia de recursos para confortar a sus atletas.

En Pekín 2008, por ejemplo, los británicos se quejaron en varias ocasiones por una variada lista de inconvenientes planteados por los organizadores chinos.

Dijeron, por ejemplo, que la aduana les confiscó y nunca devolvió el equipo que habían llevado para pronosticar con precisión el tiempo, algo crucial en las pruebas de vela, por ejemplo.

Y ahora los extranjeros podrían señalar que los organizadores se han asegurado de que espectadores británicos estarán en los mejores sitios para alentar a los atletas locales en las llegadas y otros sitios estratégicos.

Este y otros trucos más o menos inocentes son moneda corriente en la organización de todo tipo de competición deportiva.

Sea como fuere, a esta altura Gran Bretaña no tiene ningún oro y ya suenan las campanas de alarma.

«Tranquilos, tranquilos», recomienda este martes The Times, que utiliza el sistema de pronósticos de Infostrada: «Sólo tenemos tres medallas, pero nosotros esperábamos dos a esta altura… aunque una de ellas debía ser de oro».

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