Además de China, otro mercado se vuelve cada vez más importante para la industria automotriz: Brasil.
Las ventas de los importadores cayeron fuertemente a comienzos del año luego que la economía de Brasil se debilitara temporalmente y el gobierno impusiera mayores aranceles de importación a los autos. Ahora, no obstante, la situación ha mejorado y las políticas de los fabricantes extranjeros también se han ajustado.
Expertos consideran que el mercado brasileño aún tiene mucho espacio para expandirse, incluso pese a las fuertes tasas de crecimiento de los últimos años. Matthias Wissmann, el máximo lobista de la industria automotriz de Alemania, ve un “potencial considerable”. El presidente de la Asociación de la Industria Automotriz Alemana (VDA) destaca que sólo 14 de cada 100 brasileños poseen un vehículo propio. En comparación, en economías desarrolladas la proporción es superior a tres de cada cuatro.
Según expertos, Brasil experimentará una recuperación significativa a mediano plazo. Analistas de PricewaterhouseCoopers esperan hasta 2017 un crecimiento anual promedio cercano a 6%; la consultora Roland Berger incluso estima una tasa de crecimiento que podría llegar a 10%. En los próximos cinco años se venderían entre 4,9 millones y 5,8 millones de vehículos. Con todo, para 2015 Brasil podría arrebatarle a Japón el título de tercer mercado de consumo más grande del mundo.
Roland Berger menciona tres factores que favorecen un fuerte crecimiento. En primer lugar, la economía brasileña se recupera lentamente de una significativa desaceleración causada por la crisis en Europa. Segundo, el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016 no sólo traerán consigo crecientes inversiones en infraestructura, sino que también reactivarán la economía. Y tercero, la clase media crece ostensiblemente y, con ello, el número de personas que pueden comprar un auto también se eleva. PricewaterhouseCoopers calcula que el crecimiento del ingreso de los hogares brasileños en los próximos años será muy superior al de la economía del país.
Tras haber estado prácticamente en bancarrota hace una década, Brasil es hoy en día uno de los pocos grandes motores de crecimiento en el mundo. Ni siquiera la grave crisis financiera tras la quiebra de Lehman Brothers en 2008 pudo dañar la expansión. Con ella también creció el mercado automotor, que según cálculos de Roland Berger registró un promedio de 16% entre 2006 y 2010. En 2011, Brasil fue por primera vez el cuarto mayor mercado después de China, Estados Unidos y Japón.
Al inicio de ese año la situación se deterioró. Las causas son varias: Brasil finalmente ya no pudo capear la crisis de deuda europea. Debido al aumento de los incumplimientos crediticios, los bancos aplicaron controles más estrictos a los préstamos. Dado que tres de cuatro autos nuevos en Brasil se financian con créditos, las ventas cayeron abruptamente.
Sin embargo, el mayor problema se generó en casa. Al final de 2011 el gobierno de Brasilia elevó fuertemente el impuesto a los vehículos importados. La consecuencia fue que su precio prácticamente se triplicó de la noche a la mañana. Ante esto, la alemana BMW BMW.XE -0.80% y la británica Land Rover suspendieron planes de instalar plantas de ensamblaje en el país.
Con ayuda estatal, el mercado automotor de Brasil se reactivó y las ventas del año completo crecieron. El gobierno también ha ayudado a los importadores. Una nueva ley otorga beneficios fiscales a los fabricantes que ensamblan autos en Brasil. Con inversiones, las empresas extranjeras pueden compensar en parte las desventajas que enfrentan.
El hecho de que fabricantes de autos como BMW consideren producir en Brasil es una consecuencia lógica de las oportunidades de crecimiento en el segmento de lujo. Al igual que en China, en Brasil el auto es un símbolo de ascenso social. La clase más próspera debería crecer a un ritmo rápido de modo que el mercado de vehículos más caros también pueda llegar a la masa crítica, y las fábricas de las automotrices de lujo utilicen toda su capacidad.