Opinión
El nuevo escándalo que explotó en el corazón de la industria financiera es un golpe más que le quita legitimidad al sistema, daña las confianzas y pone nuevamente al desnudo los vacíos regulatorios del mercado.
Hay una batalla en el mercado para liberarse de culpas, pero lo que el escándalo deja al desnudo, una vez más, es que la regulación financiera en Chile sigue estando al debe y que escándalos de este calibre socavan las confianzas tanto o más que las cuestionadas reformas de Michelle Bachelet, a las que el sector privado culpa por el actual clima de desconfianza y la desaceleración que está viviendo la economía.
