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Opinión: Sampaoli ya no será respetado

Opinión: Sampaoli ya no será respetado

Julio Salviat
Por : Julio Salviat Profesor de Redacción Periodística de la U. Andrés Bello y Premio Nacional de Periodismo deportivo.
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Las consecuencias que tendrá para la dinámica interna de la Selección son impredecibles a partir del perdonazo del director técnico al volante Arturo Vidal. Lo que sí queda claro es que el argentino perdió un capital invaluable: credibilidad.


Cuando las autoridades del fútbol se dieron cuenta de que el trato de Claudio Borghi con los jugadores se prestaba para malas interpretaciones buscaron en sus mapas cercanos y encontraron a Jorge Sampaoli, que había dirigido una campaña espectacular en Universidad de Chile. Y, además, aparecía como el jefe lejano que podía imponer una disciplina que se había relajado notoriamente, que había hecho crisis en el “Bautizazo” y que ya asomaba sin tapujos en plenas clasificatorias mundialistas.

Lo primero que se le celebró al entrenador tandilense fue el cambio que produjo en la actitud de los jugadores más rebeldes. El comportamiento, de ahí en adelante, marcó un punto de inflexión: se acabaron las escapadas, las expulsiones tontas y las travesuras en las concentraciones.

Con un plantel encauzado en procura de un objetivo muy concreto, la presencia de Chile en el Mundial de Brasil, los resultados asomaron pronto y se dejó de hablar sobre asuntos ajenos al rendimiento futbolísticos.

Hubo por ahí un incidente muy revelador y muy recordado en las últimas horas: Charles Aránguiz no llegó a la concentración después de un permiso de salida y adujo que se había quedado dormido a raíz de la ingesta de un medicamento.

¿Qué hizo Sampaoli?: lo marginó y quedó a la espera una buena explicación. Pese a que había buenas relaciones entre ellos, Aránguiz se presentó ¡SETENTA! días después. Y, con toda lógica, el entrenador lo dejó marginado por un buen tiempo más. Aunque estableció que esa indisciplina no era invalidante y que las puertas de la Selección quedaban entreabiertas para el entonces volante azul, Sampaoli hizo una aclaración: “El regreso (de Aránguiz) no será tan sencillo porque no puedo entregar una mala señal al plantel”, manifestó.

Consultado ahora sobre ese episodio, dijo que no hay relación entre un caso y otro. Y se equivoca: Aránguiz no llegó a la concentración porque (habrá que creerle) se quedó dormido. Vidal no se presentó ahora porque chocó conduciendo bajo la influencia del alcohol (ebrio, según la nueva ley).

A simple vista, es más grave lo del volante de la Juve que lo del puentealtino, y reaccionó al revés.

¿Qué pasó, entonces: cambió Sampaoli, lo presionaron o pensó en el premio que dejará de ganar si no juega Vidal y el equipo baja el rendimiento? Marque cualquiera de esas posibilidades o todas juntas, y ninguna justifica el hecho de que haya perdonado la falta con tanta prontitud. Tal vez se dejó llevar por el tuiteo con que el jugador comunicaba que no había tenido la culpa del choque (algo que después él mismo rectificó entre sollozos).

Lo concreto es que fue una mala decisión.

De aquí en adelante Jorge Sampaoli no podrá tomar medidas disciplinarias con autoridad, por una razón muy simple: el respeto se gana o se mantiene con una actitud consecuente. Y ahora no la tuvo: hubo marginación para uno que no era imprescindible y perdón para otro que es la figura del equipo. Si lo presionaron, los jugadores ya saben qué hacer cuando se produzca el próximo incidente de indisciplina. Si está pensando en las lucas del premio, no sabe cuánto está perdiendo por no defender valores más importantes.

Las malas señales que evitó esa vez abundaron ahora, y ninguna autoridad futbolística se lo ha hecho ver. Desde ahora, ya nada será igual.

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