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Opinión: Hincha grupo RNH positivo, el fútbol con sangre entra

Opinión: Hincha grupo RNH positivo, el fútbol con sangre entra

En Chile el voto es voluntario, pero desde ahora los aficionados tendrán que someterse obligatoriamente al Registro Nacional de Hinchas (RNH) que indefectiblemente pondrá a prueba la pasión de ir al estadio como en los viejos buenos tiempos.


En un país donde la democracia nos concede el derecho sagrado a votar en forma voluntaria, el fútbol impondrá desde ahora una normativa que todavía genera desconcierto en los hinchas de viejo cuño, aquellos que llegaron de niños a las canchas tironeados por el brazo protector y entrañable de su padre.

La instauración del Registro Nacional de Hinchas (RNH) por parte de las autoridades políticas y deportivas fundidas en torno a Estadio Seguro -allí confluyen las directrices gubernamentales y de la ANFP- abre una nueva vertiente en el convulsionado fútbol moderno, de impresionante crecimiento económico gracias a los contratos multimillonarios con los auspiciadores de la Selección y al CDF, e inmersa en un contexto social de crecientes insatisfacciones y manifestaciones violentas incluso difíciles de controlar para los organismos del Estado.
Instalado entre los añejos parámetros de un fútbol-social que ya no existe y de las renovadas sociedades anónimas deportivas que invierten como lo harían en cualquier compañía de estructura clásica, el fútbol criollo intenta eludir los asomos de vandalismo que se expresan por igual en un recital que en un partido o una manifestación política.

Por cierto, tampoco los clubes y la actividad orgánica son tan inocentes o ajenas al fenòmeno, porque en el despuntar de los enmarañados ochenta las barras bravas pioneras -Los de Abajo y la Garra Blanca, entre otras- nacieron al alero de las mismas instituciones y dirigentes que necesitaban de su «apoyo» en determinadas coyunturas de poder, ya fueran puramente políticas o simplemente futboleras. Y aún hoy, en muchos casos el vínculo se mantiene con aportes econòmicos bajo cuerda para hinchas que muestran cierto liderazgo y que, en algún momento, pudieran apalancar las necesidades de la SADP respecto al imprescindible vínculo con la comunidad.

No es tan remoto, en tiempo y geografía, el recuerdo de un episodio emblemático ocurrido en un equipo cercano a Santiago: un grupo de cinco lìderes barristas «apretó» al cuerpo técnico por la mala campaña del equipo tras una practica en el complejo deportivo del club y tres días después, coincidentemente, el entrenador era despedido y los hinchas celebraban con un asado en el mismo centro de entrenamientos, facilitado gentilmente por los gerentes de la sociedad anónima…

En fin, más allá de la anécdota real, en los próximos cinco meses la gran tarea será configurar el Registro Nacional de Hinchas, con una base de datos donde los aficionados de todo el país deberán incorporar todos sus antecedentes junto a una foto para nutrir un catastro que luego será sometido al «scáner» de la seguridad máxima.

En rigor, usted, su esposa y sus hijos estarán ahí fichados como integrantes de la antiguamente denominada «familia» del fútbol, aquella que cada fin de semana alistaba el cocaví y los niños para ir de paseo a cualquier estadio, sin más preocupación que el impredecible resultado del partido.

Acaso sea un mal necesario propio de los agresivos tiempos actuales, pero si la vida ya está compleja, al fin también lo será ponerse la «armadura» del hincha moderno que debe salir de la casa a la aventura del fin de semana con la cédula de identidad y su RNH en la billetera.

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