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Opinión: en el fútbol formativo, Colo Colo le arrebató el negocio a las universidades

Opinión: en el fútbol formativo, Colo Colo le arrebató el negocio a las universidades

Los tres grandes gastaron millones de dólares en figuras jóvenes formadas en Huachipato -dueño de la fórmula de los “huevos de oro”-, hasta que el club albo decidió cambiar los paradigmas y se adueñó de la matriz y del profesor.


Una reciente investigación periodística de Ciper permitió conocer las sumas millonarias que los principales clubes chilenos destinan a la formación de sus figuras del futuro -utilizando en muchos casos los recursos estatales de los proyectos del IND-, en una plataforma de Fútbol Joven que a menudo consume cuantiosos medios, propios y ajenos, para fomentar una “cantera” que no siempre tiene consistencia con una adecuada política deportiva.

En El Mostrador Deportes también se han denunciado casos similares (Sociedades Anónimas Deportivas apelando a fondos públicos, a través de esa equívoca figura del Fútbol Joven o formativo), relacionados con Colo Colo, Everton y Unión Española, entre otros.

Muchos millones de dólares generados en distintas vertientes confluyen a las divisiones inferiores de los clubes más importantes, ya que el grueso de las entidades profesionales destinar su flujo de caja a otras necesidades apremiantes del día a día.

Son excepcionales las instituciones de rango menor o provincianas que apuestan por la generación de nuevas figuras como una opción para redituar ganancias a su presupuesto, e históricamente ha sido Huachipato una “usina” literal desde donde emergen jóvenes valores que se proyectan con la camiseta acerera o directamente nutren los equipos estelares de la capital.

Con todo, la mayor responsabilidad recae tradicionalmente en las universidades y en Colo Colo, que cuentan con recursos y soportes administrativos que les permiten destinar fondos significativos a la compleja labor formativa.

Con Fernando Carvallo instalado en la cúpula del Fútbol Joven en mérito a su tremenda experiencia y capacidad acumulada en diversos clubes a partir de Universidad Católica, Colo Colo representa un caso emblemático de las contradicciones que marcan al fútbol criollo. Luego de convertirse en un cuadro de alto promedio de edad cuando tenía a Tito Tapia en el comando técnico -Paredes, Suazo y Beausejour sumaban 100 años en su delantera-, los albos sufrieron una renovación en el último periodo y con José Luis Sierra en el banco incluso pudieron jactarse de una formación muy joven que presentó por la Copa Chile en Chillán.

Mientras tanto, si Universidad Católica ha mantenido en las últimas décadas una línea de conducta coherente en su trabajo formativo, promoviendo jóvenes que normalmente no se consagran en San Carlos de Apoquindo, en el ciclo más reciente a cargo de Mario Salas no despreció el camino contrario: nutrir su plantel con jugadores de afuera e incluso extranjeros de escaso curriculum -Germán Lanaro y Pablo Álvarez, por ejemplo- que obviamente taponan el camino de la renovación natural.

Y Universidad de Chile quiso dar el golpe a la cátedra con la contratación del entrenador español Edorta Murúa (ex Atlétic de Bilbao) para revolucionar el trabajo de base, con el objetivo esencial y urgente de generar jugadores para el elenco profesional. Sin embargo, en esta temporada la U conformó un plantel con numerosas incorporaciones foráneas y su pequeño-gran dilema ha sido no poder contar con el relevo adecuado para un puesto considerado básico: un simple marcador de punta. A la izquierda, el DT Martín Lasarte debió improvisar al juvenil González y ya materializó la idea de integrar un lateral extranjero: Matías Rodríguez, pese a que deba jugar con el perfil cambiado.

Como sea, después después de largos años en que los capitalinos apelaban a la cantera de Talcahuano como abastecedora regular y constante de sus planteles, la nueva administración de Colo Colo se convenció de aquel viejo adagio que enseña que “si no puedes contra tus enemigos, únete a ellos”. Y Aníbal Mosa optó por un atajo corto: trajo al Monumental al profesor Carlos Felipe Pedemonte, formador de jóvenes figuras de Huachipato durante 25 años.

Al fin, demostración brutal del más puro criterio empresarial y matemática fundamental: para qué comprar productos en serie si por menos precio te puedes quedar con la matriz de los «huevos de oro» y con el maestro…

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