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La desconocida historia del primer título mundial chileno

La desconocida historia del primer título mundial chileno

Julio Salviat
Por : Julio Salviat Profesor de Redacción Periodística de la U. Andrés Bello y Premio Nacional de Periodismo deportivo.
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El 16 de septiembre de 1950, un equipo chileno se clasificó campeón mundial de la pesca de atún en aguas canadienses. El país todavía le debe un homenaje ese grupo que viajó silenciosamente (y por su cuenta) y asombró a los entendidos.


Un escueto cable enviado a través de los teletipos de la Associated Press, la agencia internacional de noticias conocida como AP, alertó a las redacciones periodísticas nacionales:

Fechado en Wedgeport, Canadá, decía:
“En las primeras horas de la mañana de hoy, se inició el Torneo Mundial de Pesca del Atún en Soldier’s Rips, a 12 millas de esta localidad costera, y las primeras informaciones indican que los latinoamericanos tomaron la vanguardia.

“El chileno Manuel Peña pescó un hermoso ejemplar de aleta azul de 550 libras de peso (204 kilos y 117 gramos), el más grande de los pescados en la mañana….”.

Así se enteró el país de que una delegación chilena estaba compitiendo en un campeonato mundial.

Ni la pesca ni la caza eran reconocidos como deportes. Sus cultores no tenían representantes en el Consejo Nacional ni en el Comité Olímpico. Pero allá andaban estos pescadores, financiados con sus propios medios, dándoles pelea a los mejores especialistas estadounidenses, canadienses, escandinavos, británicos, brasileños, cubanos y argentinos.

Y tres días después llegaba otro cable, ahora bastante más amplio, entregando una noticia grata e inesperada: ese grupo de chilenos se había consagrado campeón mundial, un título que ninguna representación o especialista chileno había logrado en toda la historia deportiva.

Los vientos con fuerza de huracán que soplaban en la costa atlántica habían obligado a postergar el comienzo. En esas condiciones, había sido imposible el zarpe, desde Boston, del buque ‘Yarmouth’, en el que se iban a trasladar participantes y jueces a la pintoresca bahía de Nueva Escocia, donde se iba a realizar el campeonato.

Chile y el combinado Suecia-Dinamarca eran los debutantes. Estados Unidos poseía el título, simbolizado en el trofeo ‘Alton B. Sharp’, como ganador de los campeonatos de 1948 y 1949.

Cuando mejoraron las condiciones, los más famosos pescadores con caña entraron en acción. Y, junto con asombrarse por el ejemplar pescado por Peña, se lamentaron: el huracán había espantado a los atunes. Y uno de los pocos que picaron ese primer día quedó en el anzuelo del chileno. Argentina, Brasil y Cuba fueron los otros equipos que pudieron celebrar algo.

En la segunda jornada, otra vez los chilenos fueron protagonistas. Eduardo Reyes bregó durante 52 minutos (un tiempo considerado relativamente breve) para sacar un ejemplar de 276 kilos y 640 gramos, la mayor pieza capturada hasta ese momento, y dejó a la representación nacional como holgado puntero de la competencia. Sólo Chile sacó puntos: el pez de Reyes fue el único que picó ese día. Los demás pescadores montaron guardia desde la mañana hasta la noche sin siquiera tener la emoción que provoca la lienza al tensarse.

De este modo, faltando sólo un día de competencia, Chile acumulaba 1.862 puntos. Lo escoltaban Brasil, con 640; Cuba, con 563, y Argentina, con 343. El resto de las delegaciones participantes seguía en cero.

Y consignaba el cable de la AP que “cuando Reyes cogió la pieza luego de una lucha cruenta con el monstruo, olvidó el inglés y el francés que emplea generalmente en deferencia a los invitantes, y habló en español para expresar su alegría”.

Reaccionó el equipo de Gran Bretaña en la jornada final. Pero no fue suficiente. Chile acumuló 1.962 puntos, 302 más que los súbditos de la Reina, que se conformaron finalmente con el segundo lugar y con el honor de haber pescado un ejemplar de 317 kilos. Los lugares siguientes fueron para Brasil (642), Cuba (563), Argentina (393), Dinamarca-Suecia (150) y Estados Unidos (0).

El título fue celebrado muy en familia. Pero se constituyó en el primer gran impulso para que la pesca fuera incluida, años después, entre los deportes reconocidos. Se destacó en la oportunidad que para practicar la especialidad se necesita estar en muy buenas condiciones físicas, poseer bastantes energías, ser valiente y destacarse por la inteligencia.

Todo eso lo tuvo este grupo, bastante olvidado por la historia, pero que merece el adecuado reconocimiento.
Ese grupo lo integraron los santiaguinos Eduardo Peña, Eduardo Reyes, Federico Weisner, Joaquín Larraín, Luis Reyes y Joaquín Edwards, y el porteño Manuel Peña.

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