Los legisladores debieran retomar y despachar proyectos como el lobby, para imprimir transparencia al quehacer político.
Luego de la semana distrital, el Parlamento retoma sus actividades con una agenda atravesada por la campaña electoral, que ha puesto variados temas en debate, partiendo por los relativos a la educación. En materia económica, la comisión de Hacienda del Senado –que preside Andrés Zaldívar- abre hoy martes con la sesión en que se dará a conocer el Informe de Política Monetaria, por parte del Banco Central. Y, en ese ámbito también se espera avanzar en la tramitación del aumento al sueldo mínimo, que llega a la sala de la Cámara Alta con el rechazo de los diputados a los artículos sobre el monto del ingreso, de los reajustes de asignaciones familiares y del Subsidio Único Familiar, por cuanto la Cámara de Diputados sólo aprobó las normas que establecen el financiamiento.
Llama la atención que en este tiempo no se retome la tramitación para legislar sobre el lobby, un tema que puede estar presente en todas las iniciativas (máxime cuando hay campañas políticas en desarrollo) y que, sin embargo, ha permanecido por demasiados años sin avances en el Congreso. En contraposición con lo que declaran los parlamentarios en favor de un marco legal que regule esta actividad, la realidad demuestra que no hay interés ni voluntad política para aprobar una ley, partiendo por la resistencia a crear un registro de lobbistas.
Tal como lo han denunciado quienes están por terminar con las zonas opacas que existen en las decisiones públicas, está venciendo el lobby para que no haya ley de lobby.
Es del todo oportuno que en este tiempo, cuando se pide a la ciudadanía recuperar la confianza en los asuntos políticos, se plasme coherencia entre el discurso y los hechos, se regule el lobby justamente para cautelar la independencia de las autoridades públicas al momento de tomar decisiones.