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Raúl Castro cumple dos meses de presidencia, reformas y silencio

«Estamos viendo un modelo que se ajusta o reforma lentamente y con un esquema de poder único, con características propias de Cuba», señaló un observador.


Raúl Castro cumple el jueves dos meses como presidente de Cuba, que ha dedicado a eliminar algunas prohibiciones impopulares, aplicar conceptos económicos distintos y dejar claro su continuismo en lo político y que su perfil como gobernante está muy lejos de las cámaras de televisión.



Fiel al estilo que caracterizó sus 19 meses como presidente provisional, cuando la enfermedad obligó a Fidel Castro a delegar sus cargos el 31 de julio de 2006, Raúl Castro ha hecho del silencio una forma de Gobierno y ha desterrado en la memoria de los cubanos los largos discursos de su hermano.



Pero no por haber abandonado cargos, púlpitos y tribunas, el líder cubano ha dejado de expresar sus opiniones e, incluso, explicar la destitución del ministro de Educación, Luis Ignacio Gómez, anunciada el martes en la habitual nota escueta que aparece publicada en el diario oficial Granma en este tipo de ocasiones.



En uno de sus habituales artículos de reflexiones -ahora «del compañero Fidel»-, el ex mandatario señala que apoya «resueltamente» la decisión del partido y del Consejo de Estado y asume la «responsabilidad plena (…) sean cuales fueren las reacciones y consecuencias» de la decisión.



Como contraste, salvo intervenciones puntuales, Raúl Castro no se ha prodigado en actos públicos y las explicaciones para su política hay que seguir buscándolas en el discurso de asunción del 24 de febrero, cuando prometió desmontar el «exceso de prohibiciones» que hay en Cuba, empezando por «las más sencillas».



En silencio han ido llegando medidas de ese cuño, como el levantamiento de las restricciones a la compra de electrodomésticos como lectores de DVD o computadoras y la abolición de la prohibición a los cubanos de entrar en hoteles.



La autorización a dar de alta líneas de telefonía celular sí se divulgó mediante un comunicado en la prensa oficial de la compañía telefónica estatal (ETECSA) y las reformas en el sector agrícola fueron difundidas por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).



Centrado casi exclusivamente en dar respuesta a los problemas económicos del país, Raúl Castro ha hecho del campo un foco de revisión estructural y conceptual, y del centralismo y la burocracia las primeras víctimas.



Apoyado en la entrega de tierras en usufructo a cooperativas y particulares dispuestos a trabajarlas, la descentralización, el aumento de precios a productores y un plan de desarrollo agrícola para entregar suministros, el presidente busca reanimar el campo para lograr reducir la gran dependencia externa de los alimentos.



Lo hace mientras desde la importadora estatal de alimentos (ALIMPORT) se anunciaba esta semana compras por valor de más de 1.900 millones de dólares para 2008, casi un 20 por ciento por encima de lo gastado el año pasado.



Un analista consultado por Efe señaló que Raúl Castro ha puesto en marcha «reformas para evitar la futura caída del régimen», y subrayó que aunque algunos puedan considerar «cosmético» el levantamiento de prohibiciones puntuales, estas medidas son una forma de «ganar tiempo para poder preparar las reales».



«Estamos viendo un modelo que se ajusta o reforma lentamente y con un esquema de poder único, con características propias de Cuba», agregó otro observador.



El elogio a la crítica en «el lugar adecuado, en el momento oportuno y de la forma correcta», y el recurso a la respuesta represiva cuando es realizada desde la disidencia confirmaron el continuismo en la línea política, trazado durante los meses previos a asumir la Presidencia.



Mientras que en el Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba se cargaba a principios de abril contra el «desfase» entre la política cultural del Gobierno y la población o el mal estado de la educación en un ejercicio aplaudido por Raúl Castro, las Damas de Blanco se toparan el lunes con el aparato de respuesta del Gobierno.



La Policía abortó sin contemplaciones una protesta y desalojó por la fuerza a un grupo de Damas de Blanco -familiares de los 75 disidentes condenados en 2003- cuando trataban de reclamar la libertad de los presos políticos a pocos metros del Palacio de la Revolución, sede del Gobierno.



Tal vez la única novedad en ese sentido haya sido la ruptura del tradicional silencio oficial alrededor de este tipo de episodios.



La televisión y la prensa estatales informaron reiteradamente sobre el acto de «provocación contrarrevolucionaria» realizado, según ellas, por «elementos mercenarios» financiados por Estados Unidos.



EFE

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