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Gobierno chino señala estar abierto a una reunión con Dalai Lama

El anuncio lo realizó un funcionario no identificado a través de la agencia oficial de noticias Xinhua, y el objetivo de estos contactos es «que el Dalai Lama detenga los actos secesionistas y deje de sabotear los Juegos Olímpicos de Pekín».


El gobierno chino anunció este viernes que en los próximos días tiene previsto mantener contactos e intercambios con el representante del Dalai Lama, después de que gobiernos como el de EEUU o la UE pidieran a Pekín la reanudación del diálogo con el líder espiritual tibetano en el exilio.



El anuncio fue realizado por un funcionario no identificado a través de la agencia oficial de noticias Xinhua, y el objetivo de estos contactos es «que el Dalai Lama detenga los actos secesionistas y deje de sabotear los Juegos Olímpicos de Pekín».



A pesar de que la actitud de Pekín parece indicar una concesión a la presión exterior, esta fuente sigue atribuyendo al líder espiritual una actitud violenta contra China.



Pekín culpa al Dalai, exiliado en la India desde 1959 y premio Nobel de la Paz en 1989, de instigar las revueltas iniciadas el 14 de marzo en la región autónoma, y reprimidas por las fuerzas de seguridad chinas provocando una oleada de críticas desde Occidente.



El Dalai Lama, que negó su influencia en la revuelta y pidió que no se boicotearan los Juegos, dio la bienvenida a la nueva actitud del Gobierno chino, aunque añadió que no ha recibido una confirmación oficial de éste, señaló su portavoz en la India.



En los últimos años, sus emisarios y Pekín estaban manteniendo contactos para su regreso al Tíbet, ante el temor del gobierno comunista de que el XIV Dalai Lama, Tenzin Gyatso, de 73 años, muera en el exilio creando un mito imposible de combatir.



Por su parte, el líder espiritual había renunciado a sus aspiraciones de independencia, lo que le ha granjeado la antipatía de algunos de los activistas exiliados más radicales, aunque es venerado por la mayoría de tibetanos.



La decisión de Pekín se produce después de que el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, expresara tras su reunión en Pekín con el primer ministro Wen Jiabao su esperanza de que se produjeran avances en el diálogo con el lama.



Lo propio hizo esta semana el presidente de EEUU, George W. Bush, a raíz de la oleada de protestas en todo el mundo contra el gobierno comunista al paso de la antorcha olímpica por ciudades como Londres, París y San Francisco por defensores del Tíbet y los derechos humanos.



La región, que disfrutó de periodos de autonomía antes de la ocupación comunista en 1951, registró sus peores protestas en dos décadas desde el 14 de marzo, con 20 civiles muertos a manos de tibetanos violentos según Pekín, o más de cien por la represión militar china de la protesta según tibetanos en el exilio.



La negativa del gobierno chino a permitir el acceso a observadores y prensa extranjera al Tíbet para corroborar los hechos ha exacerbado las críticas exteriores, que en China se han entendido no como un ataque a su gobierno, sino a todo el pueblo chino en un momento en el que los Juegos simbolizan la puesta de largo de China ante el mundo.



La reacción china se materializó en protestas y el boicot contra intereses extranjeros como Carrefour en los últimos días.



«Las autoridades chinas fracasaron en anticipar en qué medida el mundo exterior iba a usar los JJOO para conseguir presencia en la prensa por quejas contra el Gobierno chino, sobre todo en violaciones de derechos humanos», señaló Paul Gordon Harris, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Lingnan de Hong Kong.



Según Harris, el aparato de propaganda chino ha conseguido hacer creer al pueblo que las críticas iban dirigidas contra todo el país.



«Muchos chinos ven la reacción exterior como un síntoma de que el mundo no entiende ni respeta a China», explicó Andrew J. Nathan, catedrático de la Universidad de Columbia.



La celebración de los Juegos «han promovido el nacionalismo chino y ganado el apoyo público para el Gobierno», agregó Nathan.



Mientras Pekín intenta satisfacer las exigencias diplomáticas y mantener una imagen de firmeza y mano dura en casa, los Juegos están mostrando que «la concepción de lo que una sociedad moderna tiene que ser» en la tercera potencia económica «es muy diferente de la de EEUU o la UE», concluye el catedrático.



EFE

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