El Gobierno de Teherán asegura que el enriquecimiento de uranio tiene como único objetivo la producción de electricidad, pero Occidente teme que su intención sea dotarse de poder atómico.
La reunión entre representantes de Irán y Occidente, con la presencia por primera vez de un enviado de Estados Unidos, concluyó sin que se lograra superar el bloqueo del proceso con el que se pretende disipar las dudas sobre las actividades nucleares de Teherán.
Las conversaciones celebradas hoy en Ginebra venían precedidas de una gran expectativa por la decisión de Washington de enviar a su subsecretario de Estado para Asuntos Políticos y tercero en la jerarquía del Departamento de Estado, William Burns.
Este ha sido un hecho inédito ya que un representante estadounidense no participaba en una reunión formal con Irán desde la Revolución Islámica de 1979.
Teherán también había contribuido a generar esperanzas de que esta reunión tuviera un resultado positivo por las posiciones moderadas adoptadas por el Gobierno en los últimos días.
Sin embargo, la reunión concluyó sin avances debido a que Irán no ofreció una respuesta clara al paquete de ofertas que le presentó hace un mes el alto representante de política exterior de la UE, Javier Solana, en nombre de las seis potencias involucradas en esta cuestión (Francia, Reino Unido, EEUU, China, Rusia y Alemania).
En una conferencia de prensa al término de cinco horas de conversaciones, Solana dijo que el encuentro había sido «constructivo», pero admitió que el negociador iraní, Said Jalili, no ofreció «las respuestas que esperábamos»
Añadió que su interlocutor presentó un «extenso documento» que aborda los «elementos comunes» de las posiciones de Teherán y Occidente, pero que «no contesta a las preguntas que hicimos» en relación a su voluntad de paralizar su programa de enriquecimiento de uranio.
Occidente ha ofrecido a Irán entrar en un período de pre-negociación de seis semanas, durante el que ese país podría continuar con la actividad nuclear al nivel actual, pero se comprometería a no poner en marcha nuevos centrifugadores.
A cambio, las seis potencias (los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania, 5+1) no adoptarían nuevas sanciones en su contra.
Posteriormente, se pasaría a una fase de negociaciones formales, durante las cuales Teherán aceptaría detener temporalmente sus actividades nucleares.
Fuentes europeas próximas a los negociadores advirtieron de que el proceso «está entrando a un momento en el que se requieren respuestas claras».
Indicó que en la reunión Solana presentó a su interlocutor una carta firmada por seis potencias y dos documentos, uno de los cuales señalaba el camino a seguir para entrar en negociaciones formales, pero que no pudo ser abordado por la falta de avances.
En la conferencia de prensa, Jalili evitó dar una respuesta concreta sobre la posibilidad de que Irán acepte congelar su programa nuclear.
Solana dijo que acordó con Jalili reanudar el contacto «en aproximadamente dos semanas», sea personalmente, por teléfono o a través de sus segundos, aunque no fijo una fecha concreta.
Preguntado sobre las consecuencias que tendría el que Irán tampoco responda a las propuestas de Occidente en ese plazo, Solana dijo que prefería «esperar y recibir una respuesta», para luego agregar que si la situación no varía los países involucrados tendrán que evaluar «qué pasos tomar».
Sobre la presencia de Burns, ambos evitaron comentar si en algún momento de la reunión éste tomó la palabra. Washington había señalado a ese respecto que su enviado sólo escucharía las conversaciones.
Jalili afirmó que la posición de su Gobierno en esta cuestión «es estratégica antes que táctica» y mencionó en más de una oportunidad el rol que juega su país en la estabilidad y seguridad de Oriente Medio.
El Gobierno de Teherán asegura que el enriquecimiento de uranio tiene como único objetivo la producción de electricidad, pero Occidente teme que su intención sea dotarse de poder atómico.
EFE
