Al utilizar la fuerza para imponer su voluntad en el conflicto por la república separatista de Osetia del Sur, Rusia demostró que ya no está dispuesta a seguir tolerando las aspiraciones de la OTAN de extenderse en Europa de Este.
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El hecho de que Occidente no pudo responder contundentemente para defender a su aliado, Georgia, probó que Rusia está recuperando el terreno que perdió como potencia mundial.
Muchos analistas apuntan que la intervención representa un desquite por la humillación a la que fue sometido Moscú cuando Kosovo declaró su independencia de Serbia a comienzos de año.
El entonces presidente Vladimir Putin advirtió a Washington que el orden mundial y la estabilidad internacional se encontraban en peligro.
Al aseverar que se trataba de un acto inmoral e ilegal, Putin argumentó que representaba un peligroso precedente para todos los conflictos separatistas alrededor del mundo.
Con Osetia del Sur llegó el momento de la respuesta y con la fuerza Putin envió una clara señal de que el Kremlin actuará para proteger a los millones de ciudadanos rusos que viven en las repúblicas de la antigua Unión Soviética.
Desde el cargo de primer ministro Putin también confirmó que sigue manejando los hilos del poder y que sigue empeñado en volver a colocar a Rusia en el sitial que solía ocupar.
Otros ganadores y perdedores
El especialista de la BBC en temas internacionales Paul Reynolds apunta que, además de Rusia, paradójicamente Francia y Alemania parecen haber sacado algunos dividendos de la situación.
Y es que esos dos países de la «Vieja Europa» habían expresado su cautela con respecto a un pronto ingreso de Georgia y Ucrania a la OTAN, argumentando precisamente que se trataba de países con disputas fronterizas.
Reynolds indica que, aparte de las víctimas cuyo número aún no se conoce, el gran perjudicado por la crisis fue el presidente Mijail Saakashvili de Georgia.
Protegido de Washington, Saakashivili no pudo imponer su autoridad dentro de Osetia del Sur.
En privado, algunos representantes de gobiernos europeos han expresado duras críticas sobre lo que un observador calificó como su decisión «repentina y emocional».
¿Qué hará Occidente?
No menos perjudicado por la crisis ha resultado Occidente, que fue tomado por sorpresa por la decidida acción de Moscú.
Paul Reynolds apunta que en Washington y Londres se dice además que al presidente Saakashvili se le pidió que actuara comedidamente.
En algunas capitales europeas, señala Reynolds, se habla de tomar represalias contra Rusia por lo que se considera una respuesta «desproporcionada» contra Georgia.
Sin embargo, por ahora, lo que ha quedado en evidencia con la crisis es que Occidente, ya dependiente energéticamente de Rusia, no puede obviar más la renovada importancia global de Moscú.