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Acusan a Rusia de usar bombas de racimo contra Georgia

El Ministerio de Defensa ruso declaró a finales de mayo pasado que sus Fuerzas Armadas no renunciarán a las bombas de racimo y a las minas antipersonas, justo cuando en Dublín se negociaba un acuerdo internacional sobre la prohibición de esas armas.


El grupo defensor de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW) denunció este viernes que el Ejército ruso ha arrojado bombas de racimo sobre localidades georgianas, acusación que fue desmentida por el mando militar de Rusia.



HRW declaró que las tropas rusas arrojaron bombas de racimo -a las que, debido a su acción indiscriminada, han renunciado más de cien países- contra la ciudad georgiana de Gori, donde esas municiones mataron a once personas.



«El empleo de estas municiones por Rusia no sólo resulta mortal para los civiles, sino que también supone un insulto para los esfuerzos internacionales por evitar una catástrofe humanitaria global, similar a las consecuencias del empleo de minas antipersonas», dijo a la prensa Marc Garlasco, analista militar de HRW.



Según la organización, el Ejército ruso en su ofensiva en Georgia también arrojó bombas de racimo RBK-250 el pasado martes durante los bombardeos de la ciudad de Ruisi, en el distrito georgiano de Kareli.



«Las bombas de racimo son un arma de asesinato indiscriminado y están prohibidas por la mayoría de países», dijo Garlasco, según medios rusos y occidentales.



El general Alexandr Nogovitsin, jefe adjunto del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, calificó las denuncias de HRW de «mentiras preparadas de antemano».



«No hemos empleado bombas de aviación de racimo, no fue necesario», afirmó el general en una rueda de prensa en Moscú.



El Ejército ruso entró en Georgia el pasado día 8 para proteger de las tropas georgianas a la separatista región de Osetia del Sur, a cuyos habitantes Rusia había entregado su ciudadanía, pese a las protestas de Tiflis, y a las fuerzas de paz rusas allí desplegadas.



Según HRW, los rusos bombardearon Gori, situada a 25 kilómetros de Osetia del Sur y a 70 de Tiflis, del 9 al 12 de agosto, causando el mayor número de víctimas el pasado martes, al caer las bombas sobre el edificio administrativo donde se distribuía ayuda humanitaria.



En aquel ataque murieron ocho personas, entre ellas un periodista holandés, y otras 23 resultaron heridas y fueron hospitalizadas en Gori y después evacuadas a Tiflis, hacia donde huyeron más de 40.000 habitantes de esa ciudad.



Expertos de HRW afirman que algunas fotografías tomadas en Gori aparecen elementos de metralla de las bombas de racimo rusas RBK-250 e incluso el contenedor en el que son arrojadas desde aviones.



Además, en una grabación de vídeo hecha en la ciudad se puede ver una veintena de explosiones simultáneas, lo que en opinión de expertos de HRW confirma el empleo de las bombas da racimo, según el diario digital Newsru.com.



El Ministerio de Defensa ruso declaró a finales de mayo pasado que sus Fuerzas Armadas no renunciarán a las bombas de racimo y a las minas antipersonas, justo cuando en Dublín se negociaba un acuerdo internacional sobre la prohibición de esas armas.



«Estamos en contra de la prohibición total de las municiones de racimo y de las minas antipersona, y a favor de la evolución de esos armamentos», dijo en aquella ocasión el general Yevgueni Buzhinski, jefe de cooperación internacional del Ministerio ruso.



Al tiempo, la prensa recordó entonces que Moscú, aunque se niega a renunciar a las bombas de racimo, cuyo empleo se ha denunciado en la guerra de Chechenia, se había sumado a las demandas de investigar el posible uso de esa munición por Israel durante el conflicto con el Líbano.



EFE

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