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Barack Obama y su discurso de unidad

Christian Buscaglia
Por : Christian Buscaglia Periodista El Mostrador
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No se recuerda que en el período post Segunda Guerra Mundial, algún mandatario haya expresado en una síntesis casi perfecta, lo que debe ser una agenda de Gobierno. Por la magnitud de la crisis, que resumidamente es total, no ha habido un discurso comparable.


El discurso de inauguración de Barack Obama, el Presidente No 44 de EEUU, es el documento político más profundo, desafiante, pedagógico, y por sobre todo sintético, que se haya escuchado en algún jefe de Estado de los últimos tiempos.

Sus cualidades de gran orador conocían y el gran discurso era esperado, sin embargo un «compacto» de reflexiones, conceptos, referencias históricas, objetivos, planes, indicaciones de gestión, mensajes éticos, de la densidad exhibida el martes 20 superó cualquier expectativa.

No se recuerda que en el período pos Segunda Guerra Mundial, algún mandatario haya expresado en una síntesis casi perfecta, lo que debe ser una agenda de Gobierno. Por la magnitud de la crisis, que resumidamente es total, no ha habido un discurso comparable.

Un marco para la acción apuntando a cierta dirección de proyecto de sociedad que no se veía en administraciones anteriores. ¿Por cuánto tiempo, 30 años?

No se escuchaba algo así en muchos otros gobiernos de otras latitudes en mucho tiempo. El registro de discursos notables en mandatarios que asumen es mediocre, hay poco para aprender. Este no. Es un modelo, aunque esta palabra no lo refleje todo.

Cala hondo al introducir una modalidad atrevida para salir de la crisis actual, poniendo el acento en la responsabilidad compartida con la gente, «people» como dice Obama. Replantea como ningún otro presidente lo ha hecho – al menos en Occidente- desde el Ajuste Estructural de los años 80,  la necesidad urgente de vincular economía con sociedad y  restablecer el lazo de confianza entre el Gobierno y las personas.

El contexto del discurso no es para detalles, pero si alguien duda de cuáles  son los lineamientos del programa del Presidente Barack Obama, allí están. Es lo más indispensable para hacer, en lo doméstico y en lo global, y el mensaje central es que hay que hacer bien las cosas.

Al comentar la hazaña de la tripulación del avión del vuelo 1549, que aterrizó en el Rio Hudson, Obama dijo: «Si cada uno hiciera lo suyo y bien, no estaríamos en problemas».  Alguna vez le escuché al maestro Enzo Faletto decir lo mismo en sus clases de Max Weber. No está pidiendo otra hazaña, aunque indicó: «Entramos en una era de responsabilidades», y levantó el punto ético.

Será la crisis profunda que vive EEUU y el mundo-, que estas palabras en Obama se proyectan como el único mensaje posible.

Hay más de una lectura y quizás, pasarán días, semanas, y meses, y el discurso seguirá motivando derivaciones e interpretaciones.

Por ahora es simplemente genial y brillante, y si en los hechos, esas ideas se llevarán todas adelante y con resultados, es otra historia. El hito ya está, y no hay forma de restarle méritos a un discurso que sorprendió inmensamente.

Conviviendo con la cultura neoconservadora  

Dentro del estricto protocolo para forjar unidad nacional, no hizo referencias directas a las políticas del neoconservadurismo, el capital ideológico de la administración Bush.

El neoconservadurismo tuvo su mayor realización operativa en la década de los 80 y comienzos de los 90, con los gobiernos de R. Reagan y G.H.Bush, de alguna forma con Bill Clinton, y con los conservadores ingleses. Se repartió planetariamente como la fórmula de un sistema basado en dos pies: Finanzas y Seguridad.

El derrumbe soviético significó un triunfo filosófico mayor para el  neoconservadurismo, alimentando el componente bélico que se desarrolla en el medio oriente, con la invasión a Irak en 2003 como la máxima expresión de hegemonía que ha descompuesto el sistema de relaciones internacionales.

Respecto al rol de EEUU en el mundo, su trayectoria con el mundo islámico y la relación Gobierno- Población, dejó entrever una crítica a la administración saliente.

Se resalta esta sección, por quiénes (The Guardian por ejemplo), han batallado contra el neoconservadurismo, considerándolo responsable de las propuestas de supremacía global sin límites, o de reducir temas como Salud Para Todos, Educación, y Servicios Sociales, a un problema de rentabilidad.

El tema de la libertad y del liderazgo de EEUU en el mundo libre, a veces sonó como una extensión del discurso de Bush con el que justifica las invasiones, pero Obama lo instaló en un mensaje a sociedades gobernadas bajo constituciones de tiranía por ser  monarquías obsoletas, o estados militarizados, muchos de éstos pertenecientes a «envases» de la guerra fría.

Los que observan únicamente que al ser elegido Obama, con el movimiento de reconstrucción que plantea, se fortalece el EEUU imperialista, es de esperar que no se empecinen en crearle una mayor cantidad de problemas, para que el neoconservadurismo regrese en cuatro años y se despache otro Irak 2003. Habría que conversar con él primero.

Está también el escepticismo de un amplio espectro, en particular de aquellos de la «centro izquierda», que con sus proyectos fracasados ven que la difundida Tercera Vía, o simplemente la otra vía, la plantea el hijo de un kenyano y una estadounidense, formado en la cultura pos colonial que también se da en EEUU.

Su discurso incita a pensar que se abre la oportunidad de desprogramar la cultura  neoconservadora, en gran parte la fuerza generadora del descalabro que se desarrolla desde hace décadas. Cuando dice que la gente también se equivocó en las decisiones duras, quise leer que el desmantelarla convoca a muchas voluntades de muchas partes.

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