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Desintegración territorial de Sudán

Lo que trasciende detrás de la acusación y orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI) en contra de Omar Hassan Ahmad al-Bashir, el jefe de estado sudanés, es la desestabilización del régimen y la posterior desintegración territorial del país más extenso de África.


Independiente de los méritos intrínsecos de la acusación, lo que se esconde detrás de la medida es la búsqueda de la desestabilización de Sudan, un sueño muy antiguo de la alianza transatlántica para obtener la esquiva plataforma continental  militar de todo alcance.

Lo que no se ha  obtenido primero con Alemania, después con Turquía y a pedazos en diferentes locaciones en Europa occidental, con Israel y algunos países del golfo pérsico, y últimamente con Irak, la  Alianza lo puede conseguir con Sudan.

Desde el Gobierno de Gaffar Nimeiri ( 1969-1985), a la alianza transatlántica se le ha puesto esquivo este objetivo por el régimen antagónico y ultra nacionalista que Sudan ha desarrollado desde la caída de Nimeiri en 1985. Precisamente ocurre cuando éste negociaba la construcción de una gran plataforma militar con aeropuertos y bases militares en Sudán oriental, con sede en Puerto Sudán.

La editorial de New York Times del día sábado 7 de marzo recomendaba la destitución de Omar el-Bashir, «Hacer que el resto del mundo intensifique las sanciones sobre los seguidores de Omar Hassan Ahmad al-Bashir, para que finalmente se liberen de él»… Hay que recordar que The New York Times tiene pedigrí en recomendar destituciones y desintegración de países que no están en la órbita de la alianza occidental. Originalmente estuvo a favor de la tesis de las armas de destrucción masiva en Irak y de la destitución de Sadamm Hussein a cualquier costo. (FAIR, 2008).

La orden de arresto fue promulgada el 4 de marzo acusándolo de crímenes de guerra y crímenes en contra de la humanidad en Darfur. La acusación de genocidio fue desechada por no haber suficientes pruebas.

Respecto al arresto, el Consejo de Seguridad de la ONU está dividido. China, Rusia y la Organización de Unidad Africana (OAU) apoyan a Sudan y propone que el Consejo presione para que se levante la orden. Este grupo sostiene que al existir una guerra, el objetivo es la paz y que la orden de arresto lo único que hace es agravar el conflicto. Francia, el Reino Unido y Estados Unidos la apoyan.

Grupos y voces independientes a favor de los DDHH han criticado la medida por considerarla una ostentación del fiscal de la CPI, Luis Moreno, especialmente en el sentido de hacerla pública.

En parte lo encuentran responsable de la actual situación extrema de expulsión de las agencias humanitarias independientes. «Frente a una medida extrema se aplica otra medida extrema», nos dice un representante de una agencia independiente de DDHH.

El juez Luis Moreno genera polémica y propende para algunos al exhibicionismo.En octubre 2006 se le acusó de acoso sexual a una periodista, acusación suspendida posteriormente, aunque después fue acusado de abuso de poder al despedir al funcionario de la CPI que intermedió en la acusación de acoso. También es partidario de iniciar una acusación contra de Israel por crímenes de guerra.  

Antonio Casesse el primer presidente del CPI sobre la Ex Yugoslavia y posteriormente presidente de la comisión de investigación sobre Darfur, ha criticado acerbamente desde julio de 2008 a Luis Moreno el procurador de la CPI sobre Darfur, por orquestar una orden de arresto al general sudanés y hacerlo en forma pública.

Se sabe perfectamente bien en Sudan y en los pasillos de las agencias internacionales, que la acción de las milicias principalmente del grupo (Jangaweed) que han cometido las atrocidades en Darfur, es un grupo que ha protegido la frontera en el Noroeste de Sudán, para contraponer el separatismo del Movimiento de Liberación de Sudán (SLM), y la penetración de fuerzas desestabilizadoras externas. La República de Malí, con influencia en la zona, con la administración de G. W., Bush comenzó a participar en la red antiterrorista internacional con programas de capacitación y desplazamiento de tropas en las fronteras. Senegal, Uganda y la República Central Africana, están en la misma red.    

En una guerra que lleva seis años, el proceso de negociaciones ha sido fragmentado e incoherente. El Gobierno sudanés refractariamente ha llegado a reconocer la existencia de este movimiento separatista que en el fondo es una suerte de repetición del conflicto con John Garang y el People´s Liberation Army (PLA) entre 1983 y 2005, al sur del Sudán. Garang hizo en EEUU un doctorado en Economía Agraria (ISU,Iowa) y recibió instrucción militar en Fort Benning Georgia EEUU.

En los Janjaweed comienzan a existir deserciones. Muchos sintieron la amenaza  de la Corte Penal Internacional. Los Janjaweed (llamados «diablos armados a caballo», en lengua árabe) pertenecen a la amplia categoría de tribus de nómade del norte del Sudán y de Africa de las zonas desérticas, cuyos orígenes étnicos se pierden en el horizonte de la historia de los nómades del norte de áfrica en general.

Emergen con la configuración de una milicia armada tribal en el norte de Sudan, a partir del conflicto territorial entre Libia y Chad, en 1988, cuando Acheickh Ibn Omer Saeed, un protegido chadiano de Gaddafi, se refugia con sus fuerzas en Darfur, y es acogido por el Sheikh Musa Hilal, de Darfur,  que había internado armas originadas en Libia para las fuerzas de Omer Saeed. 

Los Janjaweed convertidos en milicianos según quién los protege, los arma y les paga, son una suerte de mercenario africano, y hoy están apoyando al gobierno de Sudán, mañana puede que no.  

El virus del separatismo se ha propagado a la región de Kordofán al sur, y en la región de Juba al extremo sur, los ánimos separatistas no se han reducido a pesar del acuerdo de paz en 2005. Sudán puede estar partido en varias secciones en un tris. Basta que la presión occidental sobre China, Rusia y los países africanos – que en el fondo son los que sostienen la integridad territorial de Sudán- comience a dar sus frutos.

Dev Nathan de la prestigiosa revista india Economic and Political Weekly, que en general transmite una visión pacifista y anti supremacía de potencias, se acopla a la perspectiva de un Sudán exclusivamente con problemas étnicos y omite la presión occidental para que Sudán pierda la integridad territorial existente. «El conflicto en Darfur, deriva principalmente de la naturaleza del proceso primario de acumulación que surge en las formas tempranas de reconciliación y redistribución entre las comunidades étnicas». 

No existe la visión de que Sudán es un objetivo de desintegración territorial y como nación en las potencias de Occidente.

 

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