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El discurso de Barack Obama en el parlamento de Ghana

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Su alocución el sábado es importante porque logra estimular la visión del rol trascendental que Africa puede jugar en un nuevo sistema de relaciones donde ese continente es el epitome de una doble tragedia: la del colonialismo, y la de la independencia desaprovechada.


Hay que prestar atención a los discursos del Presidente Barack Obama, especialmente aquellos pronunciados en sus visitas a diferentes regiones del planeta.

En ellos se apunta no solamente a temas trascendentales para la región, sino también plantea desafíos cruciales para la reconstrucción de una política exterior diezmada por la excesiva confrontación, como es la estadounidense.

Dentro de las limitaciones en el análisis político obligadas por el determinismo de la crisis económica, los discursos de Obama destilan un aura de oportunidades para reiniciar el debate amplio sobre un nuevo orden internacional, término que genera suspicacia y escepticismo. 

Con cerca de dos décadas de dominio casi absoluto de la supremacía occidental, después de la caída del sistema socialista soviético, y observando la crisis política y económica actual, ese predominio unilateral de la alianza transatlántica que se afinca en la cultura occidental no tiene mucho que ofrecer, y lo que hay es de dudosa reputación. 

Por eso, cuando un político como Obama, surge con ideas que se ven nuevas, pero que no distan de la ideas fundacionales de una cultura de justicia, desprovisto de la influencia de think tanks que han demostrado su ineficacia y perniciosa gravitación en la últimas tres décadas, en la vereda del análisis debería haber una respuesta como: «démosle la chance a Obama y su  equipo para que EEUU lidere una rectificación al enorme daño acumulado en el mundo por guerras frías y calientes.

Chile fue sindicado por Obama como un modelo de democracia y de interacción global, y ahora le tocó el turno a Ghana para pensar que esa rectificación comienza con reconocer que ha habido ciertos progresos en ciertas partes.

Los lugares escogidos como América Latina y África, no solamente son importantes por territorio y población, sino por gravitación política al ofrecer el ingrediente o el peso justo para reestablecer los equilibrios que hoy están desdibujados o definitivamente atrapados en el histórico eje Asia-Europa.

El discurso en Ghana de este último sábado es importante porque logra estimular la visión del rol trascendental que Africa puede jugar en un nuevo sistema de relaciones donde Africa es el epitome de una doble tragedia: la del colonialismo, y la de la independencia desaprovechada.

El discurso estuvo desprovisto de la demagogia habitual invitando a los gobiernos africanos a salir de la pobreza con esa mezcla de asistencialismo e ímpetus por seguir en la senda colonial.  

No existe en el registro de este tipo de intervenciones  un llamado para que Àfrica forme parte de una alianza global para reconstruir las bases de la prosperidad del planeta. 

Aquí no hay solamente un ejemplo de madurez de las naciones africanas sino también de la madurez de los propios países occidentales prósperos a percibir Africa en la dimensión de la asociación y no del «saco roto»del asistencialismo convencional.

Usando a Ghana como ejemplo, así  como lo hizo con  Chile, y en el Cairo -todavía queda la gigantesca dimensión asiática- Barack Obama con su gobierno está asumiendo un desafío de reordenar las prioridades bajo un clima pacífico que no es un desafío menor.

Por el contrario, se hace altamente riesgoso como se comprueba diariamente por las acciones de la oposición neoconservadora en EEUU hacia su postura en el discurso de Ghana, y la de sus redes en la región latinoamericana, ampliamente demostrada en la ofensiva para desacreditar la ONU, la OEA y su Secretario General Insulza por lo de Honduras.     

Los cuatro ejes de este último pronunciamiento en Ghana resultan ser  válidos o rescatables para cualquier país del planeta en una fase de desarrollo.

Temas como gobernabilidad, oportunidad, salud pública y resolución pacífica de los conflictos, parecen ser áreas obvias en una agenda simplificada. Sin embargo han sido objetivos y metas que la comunidad internacional no ha podido desarrollar y cumplir a plenitud.

El propio EEUU atraviesa una de las situaciones más apremiantes en salud pública  de su historia. Para que ahondar en este tema de la salud pública convertido en un problema universal como lo demuestra la propagación de las epidemias y las fallas estructurales de los sistemas de salud pública para proteger a la población.

La gobernabilidad no es menor. Con el tiempo se ha transformado en el marco donde coexisten y deben desarrollarse todos esos anhelos de las cartas de derechos fundamentales de los países y de la comunidad internacional.

Áreas como transparencia, probidad, conducta ética, ejercicio de los derechos, y combate a la corrupción, simplemente operan como condicionantes básicas en la justicia social de un  sistema.

«Oportunidad», es un área que incita la voluntad política con una estrategia de aprovechar los recursos locales y las ventajas de la interdependencia. No en un sentido de prosperidad a corto plazo y supremacías temporales  y muchas veces vacías de objetivos. Sino teniendo como meta  los objetivos de desarrollo productivo real evitando las recetas basadas en quimeras financieras, por una parte, y en un recambio en la matriz de recursos que sostienen los avances, por otra.

El eje de la salud pública no es sorprendente. Es y será la clave para el desarrollo. Por lo general  está contaminado de la sospecha del control estatal del ser humano, sin embargo está ampliamente demostrado  la salud pública es un concepto de seguridad estratégica para las naciones.

El gobierno de Barack Obama esa empeñado en introducir con otras palabras este concepto de salud pública como parte esencial de la seguridad estratégica. Todo concebido en función del desarrollo social indispensable para sustentar el desarrollo más global de las sociedades. «Los países tienen y deben ser  sustentables a partir de la salud». La salud no es un elemento más del desarrollo, sino que es un eje fundamental al nivel de la paz, la gobernabilidad y la economía.     

Con este discurso, EEUU reafirma su postura de que no intentará imponer ningún sistema de gobierno en las naciones y de que la verdadera esencia de la democracia es que cada nación determine su propio destino.

Obama ha dicho que la represión toma muchas formas y una de ellas «es cuando las naciones someten su población a la pobreza». «Los países no aumentarán su riqueza si sus líderes se enriquecen explotando la economía en beneficio propio». 

Enfatizó que Africa es una parte fundamental de un mundo altamente interconectado e interdependiente. 

El presidente de EEUU, más que el administrador de una nación aspirando a la supremacía, difunde un mensaje que corresponde a la de un Secretario General de la ONU que nunca hubo, o que nunca le fue otorgada la potestad para este tipo de discursos. 

Estamos a la espera del discurso que pronunciará á desde el Asia.

La crisis de credibilidad por que la atraviesan los sistemas políticos en el mundo debe ser abordada con prontitud, para que esta oportunidad de retomar una senda de orden internacional que está abriendo Barack Obama desde la cúspide de la potencia mayor sea aprovechada.

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