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Atentados sucesivos en Oslo: el 11 de septiembre de Noruega

Hasta ahora el país nórdico, famoso por su pacifismo y su sociedad abierta, no había sufrido ninguna amenaza o ataque extremista de calibre. Pero, según los analistas, nada volverá a ser como antes tras la gran explosión en el centro de la capital noruega.


La fuerte explosión que sacudió este viernes al centro de Oslo, la capital de Noruega, seguido por un tiroteo en un acto político, ha causado dosis similares de conmoción y sorpresa en el país y en el resto del mundo.

La policía sospecha que el estallido fue causado por un auto bomba y que, por lo tanto, podría tratarse de un acto terrorista, aunque hasta el momento nadie ha asumido la autoría del hecho.

Pero, ¿por qué un grupo extremista querría atacar a Noruega?

Después de todo, el país europeo tiene fama de ser un negociador internacional de paz, además de otorgar el Premio Nobel.

Noruega es, asimismo, la nación que más ayuda per cápita distribuye al resto del planeta.

Tal vez la única sombra en su fama de «buen muchacho» sea que es uno de los pocos y controvertidos cazadores del ballenas en el mundo.

Según el analista de la BBC Jorn Madslien, los noruegos, campeones de las libertades individuales, la igualdad y la apertura cultural, han vivido muy relajados hasta ahora, quizás con cierta ingenuidad.

No han visto razón para reforzar la seguridad dentro de sus fronteras porque, para ellos, una sociedad abierta es el único camino para vivir en paz , una suerte de ejemplo para los otros países.

Pero esta misma nación que nunca ha sufrido un ataque o una amenaza terrorista de calibre, ha tenido con la explosión en Oslo «su 11 de septiembre», añade Madslien en referencia a los atentados de 2001 en Estados Unidos. Y probablemente nada volverá a ser como antes.

¿Blanco de al-Qaeda?

La principal sospecha es que se trató de un acto terrorista, si bien aún se trata de una especulación.

Los observadores recuerdan que la vecina Suecia ya ha registrado incidentes de este tipo. En diciembre de 2010, un auto bomba estalló en Estocolmo y su ocupante, que detonó el explosivo, fue la única víctima fatal.

Posteriormente se difundió una grabación de audio realizada por el atacante, en la que éste afirmaba que la opresión contra los musulmanes en Europa no sería tolerada.

Se refería a las polémicas caricaturas del profeta Mahoma que provocaron la ira del mundo islámico y a la presencia de soldados suecos en Afganistán.

Noruega, en cambio, no tenía este antecedente pero algunos hechos recientes activaron la señales de alarma de las autoridades.

A principios de julio, tres hombres fueron arrestados en ese país y en Alemania por presuntamente planear un ataque terrorista con bombas de peróxido.

Los detenidos eran inmigrantes musulmanes. En aquel momento, la policía dijo que los sospechosos tenían vínculos con al-Qaeda en Pakistán y se especulaba con que una célula de la red de Osama bin Laden se había establecido en los suburbios de Oslo.

El analista político Jonathan Paris, del King’s College de Londres, le dijo a la BBC que al-Qaeda parece estar enfocándose en «blancos débiles», poco protegidos, y que el ataque de este viernes es su forma de decir que sigue en actividad tras la muerte de Bin Laden.

¿Pero qué problema podría tener esa red o algún otro grupo radical islámico con Noruega?

Afganistán, Libia y las caricaturas

Según los analistas Thomas Hegghammer y Dominic Tierney, de la publicación estadounidense The Atlantic, una posible explicación podría encontrarse en Afganistán.

Desde 2001 Noruega ha integrado allí la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés) y por lo tanto ha sido vista por muchos musulmanes como un «cruzado» en guerra con el Islam, dicen Hegghammer y Tierney.

Sin embargo, su papel en la coalición occidental es menor. Su contingente cuenta con 500 soldados -Bulgaria, por ejemplo, tiene más de 1.000- y la mayoría de ellos están desplegados en el norte afgano, una zona relativamente en calma.

Otra causa podría ser que Noruega se ha convertido recientemente en un miembro más activo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y ha enviado aviones a Libia para imponer la zona de exclusión aérea establecida por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con el mandato de proteger a la población civil de las tropas del coronel Muamar Gadafi. Pero, claro, no es el único país que participa en la misión.

Según The Atlantic, otra de las razones podría ser de carácter cultural: la llamada «crisis de las caricaturas».

A principios de 2006, un pequeño periódico noruego irritó a muchos musulmanes al republicar las viñetas de Mahoma realizadas por el dibujante danés Kurt Westergaard que un año antes provocaron expresiones de ira y muertes en el mundo islámico.

Esto desencadenó numerosos amenazas por internet y ataques a intereses de Noruega en el exterior. En Siria, manifestantes enardecidos quemaron la embajada del gobierno de Oslo. En Pakistán, individuos acometieron contra las oficinas de la compañía noruega Telenor.

Todo había empezado en 2005, cuando el diario danés Jyllands Posten publicó 12 caricaturas de Mahoma. En una de ellas se veía al profeta con una bomba en el turbante.

A continuación hubo una ola de protestas con decenas de muertos en países árabes, y Westergaard sufrió amenazas e intentos de asesinato.

El Jyllands Posten se disculpó por las viñetas un año después, pero otros medios europeos -incluyendo el mencionado en Noruega- las reprodujeron.

Según los analistas, por ahora es difícil saber si la explosión se debe a uno de estos factores, a una combinación de ellos o a una razón aún no contemplada.

Lo que para ellos queda claro es que Noruega ha perdido su inocencia: ya no se sentirá tan segura como antes.

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