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¿Se puede identificar a un potencial asesino como el de Denver?

Las matanzas indiscriminadas generan estupor y nos enfrentan a un concepto del mal difícil de asumir de forma racional. Los expertos aseguran, además, que son ataques muy difíciles de prevenir.


El pelo teñido de rojo, la mirada perdida (alguien incluso habló de ojos tristes) y movimientos de cabeza que denotaban su esfuerzo por mantenerse despierto. La comparecencia de James Holmes ante el juez no despejó las interrogantes sobre la matanza del pasado viernes en un cine de la zona metropolitana de Denver, Colorado.

Cada vez que ocurre una de estas matanzas indiscriminadas, surgen de forma inmediata reacciones de personas más o menos cercanas a los autores de las muertes, que opinan sobre el carácter y el estado anímico del asesino. Hay quienes se sorprenden y otros afirman que era algo «que se veía venir».

Además, la gente se pregunta si este tipo de sucesos es evitable.

Con los actuales avances tecnológicos y científicos y la creciente especialización de los investigadores en el campo de la psicología criminal, cabría pensar que es más fácil advertir quién es un potencial asesino en masa.

Sin embargo, los expertos coinciden en señalar que es prácticamente imposible saber de antemano quién va a realizar un acto de este tipo.

Quienes lo conocen, aseguran que Holmes cambió de un tiempo a esta parte.

Necesidad de tener una explicación

La Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por sus siglas en inglés) califica de asesinato en masa todo acto en el que alguien mata a cuatro o más personas al mismo tiempo, o en un corto intervalo, sin espacio de reflexión entre los crímenes.

Habitualmente, el asesinato en masa se produce en un solo lugar y, a menudo, el autor o autores se suicida o es liquidado por la policía.

El asesinato de las 12 personas que en la madrugada del jueves al viernes acudieron al estreno de la nueva película de la saga de Batman en una sala de cine en Denver coincide con esta definición, si bien el presunto autor, James Holmes, está vivo y encarcelado.

Su hermetismo ante la policía mantiene a todos en la incertidumbre por saber qué motivó a Holmes a perpetrar esta matanza. Saberlo quizá ayudaría a evitar futuros casos similares.

O quizá sea una mera necesidad, como humanos, de entender por qué alguien es capaz de hacer algo así. La ausencia de un motivo nos obliga a enfrentarnos con la fría imagen del mal porque sí.

En las últimas décadas se han hecho investigaciones médicas, resonancias magnéticas y análisis de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, pero no se ha llegado a ninguna conclusión que permita ubicar la maldad dentro del cerebro humano.

Según Michael Welner, profesor asociado de psiquiatría de la Universidad de Nueva York, «nunca se ha localizado de forma anatómica el comportamiento de los asesinos en masa».

En declaraciones a BBC Mundo, Welner aseguró que «la mayor parte de los comportamientos humanos que se pueden considerar malos no llegan a calificarse como diabólicos, que sería el extremo más difícil de abarcar por la ciencia».

Otros expertos abundan en la dificultad de establecer un patrón.

«Todavía estamos a ciegas acerca de qué sucede en la mente de un asesino en masa», escribe Jack Levin, coautor del libro «Asesinato en masa: la creciente amenaza en Estados Unidos».

Enseñanzas de Columbine

Entre el barrio de Aurora, en Denver, y la localidad de Columbine sólo hay 20 km de distancia.

Dave Cullen dedicó 10 años de su carrera profesional a estudiar la tragedia de Columbine, el instituto de secundaria de Colorado que cobró notoriedad mundial cuando dos jóvenes, Eric Harris y Dylan Klebold, dispararon contra sus compañeros y mataron a 12 estudiantes y un profesor para después suicidarse el 20 de abril de 1999.

Cullen publicó en 2009 el resultado de su investigación: «Columbine», un libro en el que desgrana meticulosamente la historia, personalidad y motivaciones de los dos jóvenes, de tal manera que el lector se queda con la sensación de conocerlos personalmente.

Lo sorprendente del tiroteo de Columbine, sostiene Cullen, es lo normales que eran estos dos chicos. Eric y Dylan querían a sus padres, hacían sus tareas, trabajaban en la pizzería local y al contrario de lo que se suele decir, estaban integrados en la escuela.

La conclusión más llamativa a la que llega Cullen en su libro es la asombrosa diferencia de personalidad entre Eric y Dylan.

«Para entender esta tragedia», dice Cullen, «la clave es dejar de lado nuestro concepto de ‘los asesinos’. Comparta unos capítulos con Eric y Dylan y descubrirá a dos chicos totalmente diferentes.

«Sus personalidades eran polos opuestos, al igual que sus motivaciones. Eric Harris era monstruoso, Dylan Klebold fue una revelación», subraya el autor.

Con estos antecedentes, ¿es posible detectar a un potencial asesino en masa?

«Desafortunadamente, no hay señales de alarma para reconocer a estas personas, normalmente los perpetradores son gente inesperada», le dice Dave Cullen a BBC Mundo.

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Sin embargo, un alto porcentaje de quienes cometen estos crímenes, especialmente si son jóvenes, hablan previamente con alguien sobre sus planes.

El tiroteo de Columbine causó una gran conmoción en la sociedad estadounidense.

En el caso de Columbine, Eric Harris lo anunció en su sitio de internet e incluso alguien avisó a la policía.

Pero, añade Cullen, esto fue en una etapa temprana de la planificación y si la policía hubiera registrado la casa de Eric, sólo habría encontrado algún explosivo.

«No creo que hubiera forma de detener lo que ocurrió. Una acción de la policía, en ese momento, habría sido insuficiente y Eric habría estado sobre aviso del control al que lo estaban sometiendo», subraya Cullen.

El escritor estadounidense advierte que muchos adolescentes sufren en silencio y recomienda a los padres y profesores que hagan un seguimiento de aquellos jóvenes más reservados.

De todos modos, la abrumadora mayoría de personas con problemas de adaptación no se convierte en un asesino en masa. «Las personas mentalmente enfermas», dice Cullen, «no tienden a hacer daño a los demás, como mucho se dañan a sí mismos».

«No creo que sea posible descubrir a los criminales de este tipo antes de tiempo, la ciencia para trazar el perfil psicológico de los asesinos en masa no tiene las herramientas suficientes para que se pueda intervenir de antemano», lamenta Cullen.

Aún así, el escritor le expresa a BBC Mundo su confianza de que, «en uno o dos años, todas las piezas encajarán y podremos entender por qué ocurrió la tragedia del cine de Aurora, en Denver».

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