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La obsesión de Estados Unidos por la cadena perpetua

La obsesión de Estados Unidos por la cadena perpetua

En otros países, la pena de cadena perpetua no significa necesariamente que los condenados pasen toda su vida en la cárcel, pero en EE.UU. parece aplicarse el castigo con extrema severidad.


Las sentencias a cadena perpetua que realmente duran toda una vida en la cárcel son raras en Reino Unido y otras naciones, pero en Estados Unidos son comunes. ¿Por qué este castigo es tan frecuente en este país?

La semana pasada, un tribunal inglés condenó a cadena perpetua a Dale Cregan por asesinar a cuatro personas, incluidas dos mujeres policías.

Esa pena significa que nunca será elegible para salir en libertad y lo convierte en uno de 50 personas que cumplen una sentencia semejante en Reino Unido.

Si hubiera sido sentenciado en EE.UU., su caso no sería una anomalía.

En ese país, por lo menos 40.000 personas son encarceladas sin esperanza de libertad condicional, incluidos 2.500 menores de 18 años.

Esa es apenas una fracción del total de quienes han sido sentenciados a cadena perpetua, pero pudieran salir en libertad algún día. El Proyecto Sentencia, una organización sin fines de lucro que estudia la justicia criminal y las sentencias en EE.UU., calculó en 2009 que por lo menos 140.000 presos en el país cumplen cadena perpetua.

La cifra no incluye convictos con sentencias extremadamente largas a un periodo fijo, como el hombre sentenciado en Alabama a 200 años por secuestro y robo a mano armada.

En su mayoría tendrán una oportunidad de libertad condicional, aunque el director del Proyecto Sentencia, Marc Mauer, asegura que sólo unos cuantos la recibirán.

Carácter punitivo

David Wilson, profesor de criminología en la Universidad de la Ciudad de Birmingham, dice que hay varios factores subyacentes al alto número de convictos estadounidenses con penas de por vida.

«En gran parte refleja la naturaleza excesivamente punitiva del sistema de justicia criminal de EE.UU.», afirma Mauer.

«No sólo usamos sentencias a cadena perpetua mucho más extensamente que otras naciones industrializadas, sino que incluso en el nivel más bajo de severidad del evento, el ratero o ladrón de autos promedio cumplirá una pena más larga que en Canadá o el país de Gales».

Las duras sentencias revelan un tipo de «inflación de sentencias» que empezó en las décadas de 1980 y 1990.

«Había casi una competencia entre las legislaturas de ambos partidos por mostrar lo duros que podían ser con el crimen», indica Mauer.

Al mismo tiempo, se cree que la sentencia envía un mensaje.

Pena de muerte

«En estados como Michigan, donde no tienen pena de muerte, esto es lo que tienen como equivalente moral», afirma Franklin Zimring, profesor de leyes en la Universidad de California en Berkeley.

«Esta es una manera de colocar un signo de exclamación denunciatorio en el castigo», puntualiza.

Los políticos y otros funcionarios estatales odian ser vistos como blandos frente la delincuencia, y aún más frente al riesgo de dejar a un delincuente en libertad condicional sólo para que cometa otro crimen.

El asesinato en 1993 de la jovencita Polly Klaas por un hombre con un largo historial criminal que hacía poco había salido en libertad condicional llevó a California a aprobar una norma de «tres avisos» que obliga a emitir una sentencia de 25 años a perpetua a cualquier culpable de tres delitos graves.

Pero ahora, tanto en EE.UU. como en Reino Unido, la sentencia de cadena perpetua sin libertad condicional está siendo cuestionada.

El costo de la cárcel

En Inglaterra, estas sentencias están siendo desafiadas en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, a raíz de una demanda de tres condenados a cadena perpetua: «un asesino doble, un hombre que aniquiló a toda su familia por la herencia y un asesino en serie», dice Wilson.

Estos individuos, de los cuales al menos uno se declara inocente, arguyen que la negativa de darles la opción de libertad condicional no les permite probar que han cambaido. Además sostienen que la asignación de estas sentencias es arbitraria: se aplican a algunos asesinos convictos y a otros no.

En EE.UU., los recortes presupuestarios han forzado a algunos estados a considerar si la práctica de encerrar a criminales por largos periodos es rentable.

«Los legisladores en Illinois decidieron cerrar algunas cárceles y dejar salir antes a reclusos para ahorrar dinero», comenta Dan Bernhardt, profesor de Economía en la Universidad de Illinois.

«No hay nada como los problemas presupuestarios para que la gente se fije en los costos».

En 2012, la Corte Suprema de EE.UU. también estableció que para menores de edad, una sentencia de cadena perpetua sin libertad condicional viola las salvaguardas de la Constitución contra castigos «crueles e inusuales».

La corte también falló que la sobrepoblación carcelaria en California -debida en parte a las severas sentencias y al programa de tres avisos- viola las mismas salvaguardas. Por eso ordenó al estado liberar a decenas de miles de presos.

Pero la acción tras estos veredictos ha sido lenta, ya que los funcionarios estatales siguen peleando en corte.

En EE.UU., una vez que alguien ha sido encarcelado de por vida, es difícil que salga libre.

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