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La crisis de Catar y sus repercusiones en el mundo Es el mayor exportador de gas natural licuado en el mundo

La crisis de Catar y sus repercusiones en el mundo

Los Estados del Golfo se han mantenido exentos de la polémica con el Medio Oriente, pero no por mucho tiempo.


Por Gideon Rachman*

En los últimos seis años han existido dos mundos árabes, el de la violencia y tragedia, y el mundo de la globalización y la ostentosidad. Siria, Irak y Egipto se han visto relacionados con el conflicto. Sin embargo, Catar, Abu Dhabi y Dubai son conocidos por ser centro mundial de viajes, vacaciones, negocios y finanzas. Las nuevas metrópolis del Golfo no parecían verse afectadas con la violencia presente en el resto del Medio Oriente, incluso se beneficiaban de manera indirecta prestando refugio en una región de conflicto.

Sin embargo, hoy en día, el muro que separaba ambos mundos se ha roto. Arabia Saudita, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos (incluyendo Abu Dhabi y Dubai) han cortado relación con Catar, afirmando que los los cataríes apoyan los movimientos yihadistas en toda la región, especialmente en Siria y Libia. En consecuencia, la ilusión de mantener al ostentoso Golfo alejado de los conflictos del Medio Oriente se ha destruido.

La pregunta evidente es si el deslumbrante ascenso de los Estados del Golfo podría ser seguido por una caída igualmente fulgurante. Si eso llegara suceder, las repercusiones se harían notar en todo el mundo.

Una de las razones por las que el mundo ha podido ver con indiferencia la división de Siria y Libia es porque ninguno de los dos países desempeña un papel importante en la economía mundial. Sin embargo, eso no es del todo cierto en los Estados del Golfo, ya que la crisis de seguridad se haría notar en las salas de conferencias y ministerios de finanzas alrededor del mundo.

Y aunque sean países pequeños, Catar y los Emiratos Árabes Unidos poseen una población de aproximadamente 2 y 9 millones respectivamente, los Estados del Golfo desempeñan un papel bastante importante en la economía mundial. Catar es el mayor exportador de gas natural licuado en el mundo. El Qatar Investment Authority, fondo soberano de inversión de Catar, posee grandes inversiones en importantes empresas occidentales tales como Volkswagen y Barclays, y también ha invertido sus petro millones en trofeos patrimoniales alrededor del mundo, incluyendo el Shard, el edificio más alto de Londres y la tienda comercial Harrods. Además, los cataríes serán anfitriones de la Copa Mundial de Fútbol en 2022.

Dubai, por su parte, ha aprovechado de manera astuta su acercamiento con Europa, Asia del Sur, África y Rusia para convertirse en el patio de recreo del Medio Oriente. El Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, se encuentra en el centro de Dubai y la aerolínea Emirates es una de las más grandes del mundo. El Abu Dhabi Investment Authority, fondo soberano de inversión de Abu Dhabi, controla activos de más de 800 mil millones de dólares, lo que lo posiciona como el segundo mayor fondo de riqueza soberana y uno de los mayores propietarios del mundo.

Le sigue Arabia Saudita, el país más grande y poderoso de la región, cuyo estatus como el mayor productor de petróleo ha destacado desde hace años su importancia en la economía mundial.

Es difícil creer que las elites del Golfo arriesguen sus vidas privilegiadas al adherirse al conflicto. Sin embargo, incluso antes de la crisis de Catar, la tensión había aumentado en la región.

La acusación saudí y emiratí de que los cataríes han estado financiando a los yihadistas en toda la región ha causado repercusión en autoridades occidentales. Sin embargo, el argumento de que este conflicto es exclusivamente sobre terrorismo se ve debilitado ya que los propios saudíes tienen mala fama por exportar y promover la ideología salafista que apoya los movimientos yihadistas.

La realidad es que los saudíes siempre se han resentido con los exitosos esfuerzos de Catar por consolidar su presencia internacional como un actor independiente, algo representado por el patrocinio de Al Jazeera, que ha proporcionado una plataforma para la Hermandad Musulmana, un grupo odiado por los saudíes. Además, Arabia Saudita cree que Catar se ha acercado mucho a Irán.

Este miedo a la creciente influencia iraní en la región ya ha llevado a los saudíes y emiratíes a ir a la guerra en el vecino Yemen, con consecuencias nefastas para la población civil. Una consecuencia irónica del corte de relaciones con Catar es que podría obligar al país a acercarse a Irán.
Bajo circunstancias normales, en los Estados Unidos harían todo lo posible para apaciguar un conflicto entre sus aliados del Golfo. Sin embargo, esto está lejano a la realidad de Washington, ya que Donald Trump está del lado saudí del conflicto, de hecho, el presidente de los Estados Unidos pudo haber dado luz verde al corte de relaciones dirigido por Arabia Saudita durante su visita el mes pasado.

Por el contrario, el Departamento de Estado y el Pentágono están claramente tratando de desempeñar un papel más neutro, sobre todo porque Catar es sede de la mayor base aérea estadounidense en el Medio Oriente.

Catar tiene varias razones para estar agradecido por la gran presencia militar estadounidense en el país. Si no fuera por eso, los cataríes serían mucho más vulnerables a una intervención militar dirigida por Arabia Saudita. Aun así, no está claro si los saudíes y los emiratíes tienen un desenlace viable en mente, excluyendo por completo todo acuerdo con Catar. Si esto no se logra en corto plazo, los riesgos de un conflicto militar se mantendrán y el daño económico del corte de relaciones crecerá y afectará a la región.

Para los habitantes y turistas del Golfo, el único contacto real con las guerras del Medio Oriente es a través de la ventana de vuelos internacionales en Emirates o Etihad. Sin embargo, la crisis de Catar podría ser un indicio de que los días en que las tragedias del Medio Oriente se mantenían a una distancia prudente del nuevo Golfo hayan terminado.

TRADUCIDO POR MAUREEN CARVAJAL, TRADUCCIÓN INGLÉS ESPAÑOL, UNAP*

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