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Gobierno rebelde yemení anuncia la muerte de ex presidente Ali Abdalá Saleh

Gobierno rebelde yemení anuncia la muerte de ex presidente Ali Abdalá Saleh

El ex mandatario fue abatido por rebeldes hutíes que le dispararon en un puesto de control cuando intentaba huir de Saná, después de que este fin de semana decidiera romper la alianza que le unía con ellos desde 2014.


El Ministerio de Interior yemení, controlado por los rebeldes hutíes, anunció este lunes en un comunicado la muerte del ex presidente Ali Abdalá Saleh, antiguo aliado de los rebeldes, al que la nota se refiere como «el líder de la traición».

Horas antes, la emisora de radio de este ministerio había asegurado que Saleh había muerto por disparos de combatientes hutíes.

Un responsable hutí que pidió el anonimato aseguró a Efe que «Saleh murió cuando combatientes hutíes dispararon contra el convoy en el que viajaba, a su paso por un puesto de control en la zona Yahana, al sureste de Saná, mientras huía de la urbe».

Por su parte, el comunicado de Interior añadió que junto al exmandatario murieron varios «elementos» de Saleh.

«La crisis de las milicias de la traición ha terminado al haberse tomado el control por completo de sus posiciones y de haber impuesto la seguridad en Saná, sus suburbios y todas las otras provincias», aseguró el comunicado.

Interior agregó que su muerte tuvo lugar después de que Saleh «se hiciera cómplice directa y públicamente de los países de la agresión», en referencia a la alianza árabe comandada por Arabia Saudí que apoya al presidente Abdo Rabu Mansur Hadi y a quien Saleh lanzó una oferta de diálogo el pasado fin de semana.

El canal catarí Al Yazira publicó un video de un móvil personal en el que aparece Saleh con un disparo en la cabeza y llevado en una manta por un grupo de personas en una zona desértica.

El pasado fin de semana se rompieron las filas rebeldes -integradas por los hutíes y las fuerzas leales a Saleh- después de unos combates desatados en la capital el 29 de noviembre y que todavía continúan.

Aferrado el poder hasta la muerte

Ali Abdalá Saleh pasó los últimos cinco años de su vida buscando alianzas que le permitieran mantener sus opciones a recuperar el poder que perdió en 2012, como consecuencia de las protestas surgidas en 2011 al calor de la Primavera Árabe.

Nacido en 1942 en la población de Bait al Ahmar, Saleh, militar de profesión desde 1958, mostró sus aspiraciones políticas en junio de 1974, cuando participó en el golpe de Estado incruento que derrocó al Consejo de la República presidido por Kadi Abdul Rahman al Iryani.

A partir de ese momento, su carrera despegaría y en 1978 fue elegido miembro del Consejo Provisional Presidencial y meses después presidente de Yemen del Norte y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.

Tras la reunificación de Yemen del Norte y del Sur, el 22 de mayo de 1990, Saleh continuó a la cabeza del Estado reunificado y reforzó aún más su poder tras aplastar en 1994, en menos de dos meses, una tentativa soberanista del antiguo sur, en una guerra civil en la que murieron 8.000 personas.

Desde entonces, gobernó sin rivalidad y reforzó progresivamente un poder cada vez más autoritario, que intentó disfrazar, al igual que el resto de dictadores árabes coetáneos, de una democracia formal que le llevó a celebrar elecciones presidenciales con varios candidatos en 1999 y 2006.

Los principales retos de seguridad a los que hizo frente fueron la amenaza del grupo terrorista Al Qaeda, gracias a la que estrechó sus relaciones con Estados Unidos, así como los levantamientos protagonizados a mediados de 2004 y en agosto de 2009 por los rebeldes hutíes.

Ese conflicto causó decenas de muertos y no concluyó hasta febrero de 2010, cuando se acordó el fin de las hostilidades.

Los aires de la Primavera Árabe de 2011 sorprendieron a Saleh cuando ya había logrado que el Parlamento aprobara unos cambios provisionales que le permitían optar a un tercer mandato presidencial, prohibido por la Constitución.

Pero las presiones de la oposición, que salió a la calle el 27 de enero, le obligaron a dar marcha atrás en sus planes de concurrir a unas nuevas elecciones en 2013.

Sin embargo, y a pesar de que las protestas fueron en aumento, se negó a escuchar las exigencias de la oposición, e incluso la propuesta del Consejo de Cooperación del Golfo, que intentó convencerlo de que renunciara en favor de su vicepresidente, Abdo Rabu Mansur Hadi.

Un bombardeo contra el complejo presidencial el 3 de junio de 2011, que estuvo a punto de acabar con su vida, no redujo tampoco sus ansias de mantenerse en el poder, al que finalmente se vio obligado a renunciar en febrero de 2012 por las presiones internas y de la comunidad internacional.

Ese mismo mes traspasó el poder a Mansur Hadi después de que este se impusiera en unas elecciones anticipadas en las que fue el único candidato.

No obstante, mantuvo su influencia política y militar a través de familiares y socios políticos con altos cargos en las instituciones del país, como su hijo Ahmed, que no fue expulsado del Ejército hasta abril de 2013.

Sus intentos de entorpecer la transición política llevaron al Consejo de Seguridad de la ONU a imponerle sanciones el 7 de noviembre de 2014 por amenazar la paz y la seguridad y dificultar la transición en el Yemen.

Sometido a cada vez más presiones, en septiembre de ese año, cuando sus antiguos enemigos del movimiento chií Ansar Alá, también conocidos como los hutíes, tomaron la capital en medio de protestas contra el Gobierno y el aumento del precio de los combustibles, Saleh decidió unirse a ellos.

Las protestas dieron paso a una cada vez mayor intervención en los asuntos del poder y finalmente los hutíes forzaron la dimisión, el 22 de enero de 2015, de Mansur Hadi, quien un mes después lograría huir a Aden.

En marzo de ese año, una alianza militar encabezada por Arabia Saudí intervino en el conflicto armado contra los hutíes y su principal socio, Ali Abdalá Saleh, que desde entonces han perdido terreno, aunque sin perder sus principales bastiones, entre ellos Saná.

En la capital tuvo lugar el pasado fin de semana la última maniobra política de Saleh, quien, tras unos enfrentamientos entre combatientes de ambas facciones rompió su alianza con los hutíes y mostró su disposición a dialogar con Riad, que se precipitó a darle su apoyo.

Pero los hutíes se impusieron a sus hombres y cuando Saleh intentaba huir el convoy en el que viajaba fue tiroteado en un control de seguridad, poniendo fin a su vida.

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