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Hablando de libertades


La plena libertad de expresión y pensamiento es vital para el desarrollo de un estado democrático. El Gobierno de Chile así lo cree y por ello está empeñado en eliminar los obstáculos y trabas que la actual legislación impone en este sentido.



El reciente fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos no constituye una derrota para Chile ni una afrenta contra su soberanía, como han planteado algunas voces. El Gobierno, junto a amplios sectores del país, está comprometido en modificar nuestra actual legislación porque entendemos que presenta deficiencias desde el punto de vista de la plena garantía a la libertad de expresión. El fallo, que estableció que el Estado debe realizar reformas legales en este sentido, no hace más que confirmar que el camino que hemos tomado es el correcto.

Reforma constitucional



Entre los cambios legales que están en curso destaca la reforma constitucional que suprimirá el mecanismo de la censura previa y lo reemplazará por un sistema de calificación cinematográfica, y la creación de una nueva legislación que regulará este sistema de calificación de acuerdo a las normas adoptadas por la mayoría de los países democráticos.



Este nuevo sistema cambiará la composición del Consejo de Calificación, privilegiando su carácter profesional; eliminará la posibilidad de rechazar películas y protegerá a los menores de edad del acceso a la pornografía, estableciendo requisitos especiales para las salas que exhiban este tipo de películas.



Ley de prensa



También se encuentra en el Congreso la Ley de Prensa, que está en una fase muy avanzada de tramitación. Esta ley propone eliminar la prohibición de informar como atribución de los tribunales y establece garantías especiales para el trabajo periodístico, entre ellas, el secreto de la fuente y la integridad del contenido de los trabajos realizados bajo la firma de un profesional.



Además, esta iniciativa persigue derogar las disposiciones de la Ley de Seguridad del Estado que permiten ejercer acciones altamente punitivas contra quienes critiquen a determinadas autoridades públicas.



Existe también otra iniciativa en discusión que modificará la ley de Seguridad del Estado en otros aspectos: eliminará la actual facultad de requisar libros.



Así vistos los hechos, contamos con las herramientas para resolver los obstáculos legales a la libertad de expresión En ello nos concentramos y nuestro afán ahora debe dirigirse a sacar adelante estos proyectos a la brevedad.



Principio de soberanía



El fallo de la Corte Interamericana no lesiona el principio de soberanía, sino que se funda en él. Chile integra el sistema interamericano de derechos humanos por decisión soberana, pues considera importante que los países de la región cooperen en la promoción de estos derechos y en la vigilancia de su cumplimiento, así como en muchas otras materias.



Esta participación incluye deberes, incluso la posibilidad de enfrentar juicios ante la Corte, y el país ha estado dispuesto a asumirlos. La percepción de amenaza no tiene asidero, pues actualmente los países reconocen que su soberanía no es absoluta, sino que convive con las prerrogativas de órganos internacionales que resguardan el cumplimiento de compromisos y derechos acordados por ellos mismos.



Quienes sostienen que el reciente fallo no debe ser considerado por las autoridades -dado que constituiría una ofensa al país- están proponiendo, en el fondo, que Chile se aísle de la tendencia mundial a fortalecer la jurisdicción internacional en materia de derechos humanos.



Muy por el contrario, nuestro país quiere ser respetado internacionalmente, integrado al proceso de globalización e influyente en la región latinoamericana. Esto implica, necesariamente, no sólo ser parte de organismos como la Corte Interamericana, sino también cooperar con ellos y reconocer su autoridad.



Un país sin censura



Más allá de los aspectos legales y hablando de lo que significa llegar a vivir en un país sin censura, hay que reconocer que en ocasiones la libertad nos asusta y que no es fácil vivir en un mundo diverso, donde existen variadas opiniones que respetar.



Probablemente por ello la censura también tiene sus defensores, afortunadamente cada día menos. Sin embargo, incluso dentro de quienes sentimos la libertad de expresión como fundamental, existe a veces un pequeño censurador y esto no lo van a resolver las reformas legales.



De ahí que el cambio que impulsemos en este plano tenga que obedecer a una convicción y no a una imposición. Las leyes pueden contribuir, pero las personas también pueden aportar con sus actos, aprendiendo a respetar opiniones ajenas, venciendo el temor a lo distinto y, sobre todo, valorando la diversidad como una gran oportunidad.



Es hora de dejar atrás el eterno miedo a la libertad, la tentación de controlarlo todo estableciendo una suerte de verdades oficiales. La historia ha demostrado que existe mayor respeto a las personas y a las instituciones cuando se basa en un sentido de pertenencia a la comunidad y en la libre adhesión a valores comunes, y no cuando se funda en mordazas o en el temor a represalias. Los chilenos ya aprendimos esa lección hace tiempo.



* Ministra (s) secretaria general de Gobierno.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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